Mucho he pensado estos días en el resultado de las elecciones del pasado domingo. En concreto, sobre el mal resultado obtenido por Unidos Podemos. Tengo mi análisis de lo ocurrido, pero resulta que alguien lo escribió antes y mejor que yo: se trata de Teresa Martínez, votante de la formación morada. Lean:
» Para ganar hay que saber perder.
Llevo votando a Podemos desde que se constituyó como partido. No tengo problema en decirlo en alto porque estoy segura de por qué lo hago.
Pero mi decepción hoy, aparte de con el resultado electoral, está siendo también con vuestras reacciones.
Que si «putos fachas de mierda», que si os avergonzáis de ser españoles, que si «matad a vuestros abuelos», que si les deseáis enfermedades a los votantes del PP y otra serie de barbaridades.
Bravo chicos, así es como os convertís en lo mismo que criticáis.
Eso es precisamente lo que es ser un país de pandereta: como no han ganado los que yo quiero, despotrico.
¿Por qué no reflexionamos sobre lo que ha pasado y por qué, para mejorar?
Mi reflexión personal sobre todo esto es que los votantes del PP son muchos y obviamente no estarán de acuerdo con la corrupción, pero la alternativa, simple y llanamente, no les da seguridad. Entonces van a seguir votando a Rajoy antes que a Pablo Iglesias porque creen que Podemos son unos descerebrados radicales. Y con los comentarios que estáis dejando hoy no ayudáis a que un día se planteen pensar lo contrario.
Pensadlo de esta forma: Imaginaos que ganase Podemos y se instalase el gobierno del cambio y que dentro de unos cuantos años el partido se pudriese por dentro y no parasen de saltar casos de corrupción por todas partes, vale? Y que entonces saliese un partido alternativo, nuevo, con caras nuevas, sangre nueva, que denunciase esa corrupción y prometiese limpieza y transparencia con la pequeña salvedad de que ese partido fuese de ultra derecha. ¿LES VOTARÍAIS?. Pues eso, no flipéis. No se trata de que a los votantes del PP les guste que les roben, que les dé igual la corrupción, o que sean unos hijos de puta, se trata de que la alternativa, por desgracia, aún no es lo suficientemente fuerte y convincente PARA LA MAYORÍA. O al menos para la mayoría de los que se han dignado a poner un papelito en una urna.
Que nosotros pensemos de una forma y lo veamos clarísimo no significa que tengamos derecho a perder los nervios y despotricar sobre los que piensan diferente. Y además hay que asumir que aún somos una minoría. Está claro. Lo que hay que conseguir es movilizar y convencer a más gente.
Y además todos caemos en contradicciones, o vosotros no estáis en contra de la explotación infantil pero luego compráis en Primark o en Inditex? O no estáis en contra del maltrato animal y de las corridas de toros pero no os importa comeros un cerdo o una vaca que viene de sufrir en un matadero?
Todos vivimos con cierto grado de contradicción porque los planteamientos absolutos en sociedad son casi imposibles y uno de los principales motivos por los que yo voto a Podemos, es porque creo en que quieren hacer otro tipo de política. En que quieren hacer una política de basarse en hechos, como están haciendo los «ayuntamientos del cambio» y salirse de la política del «y tú más», del chascarrillo, de la zancadilla al adversario solo porque es el adversario. Una política del respeto y del trabajo y con esta actitud de hoy estáis demostrando que encajáis perfectamente en la política de la pandereta.
Si algún día gana Pablo Iglesias a mí me gustaría que los votantes del PP en vez de ponerse como energúmenos y tacharnos de radicales, perroflautas, antisistema o hacer comentarios sobre nuestra ropa y nuestra higiene REFLEXIONASEN sobre por qué ha pasado. Pues de la misma forma creo que nosotros tenemos que reflexionar sobre por qué ha pasado esto.
Yo seguiré con Podemos, pero veo claro que tienen que ampliar de alguna forma su impacto.
Porque el problema de lo que sucedió ayer no fueron los votantes de derechas que siguen siendo los mismos de siempre y van a seguir votándoles. EL PROBLEMA es que fue el segundo índice de participación más bajo de la historia. Que la gente prefiere su comodidad, no mover el culo hasta el colegio electoral o directamente cree que un voto más o un voto menos no cuenta.
A lo mejor el problema somos nosotros también, que en lugar de defender nuestras ideas con argumentos solo sabemos despotricar en facebook. Y además ya con eso nos quedamos tranquilos, en vez de pensar en cómo podemos hacer cosas que tengan más impacto y que ayuden a ese cambio que supuestamente queremos.
Y es que además se nos olvida que todo esto ha empezado hace solo 2-3 años! Roma no se construyó en un día. Cambiar la mentalidad de un país y sus miedos, es tarea difícil y no se hace de la noche a la mañana.
Si nos venimos abajo ahora se demostrará que no creemos de verdad en esto. Pero claro, es tan de nuestra generación de la inmediatez… ¿Somos capaces de mantener el esfuerzo y la ilusión a largo plazo?.
Se están ganando votos y se están cambiando poco a poco mentalidades así que por favor no contribuyáis a crear una imagen de que somos radicales fascistas de izquierdas.
Aceptemos el golpe y sigamos caminando. ¿Dónde están ahora todas esas frases que tanto os gusta compartir como «No importa cómo te caes sino cómo te levantas»?.
Construyamos, comuniquemos, contemos lo que pensamos. Insultar no vale de nada. Hoy por desgracia he visto muy pocos comentarios y posts con algo de sentido común. Y me da pena, porque pensaba que todos los que queremos un cambio, somos capaces de demostrarlo con nuestra actitud también.
Que no tiene ningún sentido votar ayer con una sonrisa y hoy sacar nuestra peor cara.
Keep on fighting».
Un apunte propio: chapeau, Teresa, quien quiera que seas. La política no es fútbol, y ante un fracaso que nadie vio venir (aunque hay que reconocer que quienes tienen expectativas muy altas compran muchos boletos para tenerlo), lo primero es reflexionar sobre qué parte de él le corresponde a uno mismo. Sólo después se tiene autoridad para criticar a los demás. Concluyo: en general, y hasta ahora, la gestión de los «ayuntamientos del cambio» no convence a la mayoría de los ciudadanos. Algunas de las confluencias no suman, restan. Hay que aprender, mejorar y ser conscientes de que la inmensa mayoría no quiere revoluciones ni cambios radicales (al menos, no todavía), sino eficiencia, buena gestión y que desde la política se le solucionen los problemas, en lugar de creárselos. Y eso es lo que se le ha de dar si se quiere llegar algún día adonde se debe.