HIGH FIDELITY. 2000. 110´. Color.
Dirección: Stephen Frears; Guión: Steve Pink, John Cusack, D.V. DeVincentis y Scott Rosenberg, basado en la novela de Nick Hornby; Dirección de fotografía: Seamus McGarvey; Montaje: Mick Audsley; Música: Howard Shore; Dirección artistica: Nicholas Lundy; Diseño de producción: David Chapman y Thérèse DePrez; Producción: Tim Bevan, Rudd Simmons, Steve Pink, John Cusack y D.V. DeVincentis para Working Title-Dogstar-Touchstone Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: John Cusack (Rob Gordon); Iben Hjejle (Laura); Todd Louiso (Dick); Jack Black (Barry); Lisa Bonet (Marie DeSalle); Catherine Zeta-Jones (Charlie Nicholson); Joan Cusack (Liz); Tim Robbins (Ian Raymond); Lily Taylor (Sarah); Joelle Carter (Penny); Natasha Gregson Wagner (Caroline Fortis); Chris Rehmann, Ben Carr, Shannon Stillo, Drake Bell, Sara Gilbert, Bruce Springsteen.
Sinopsis: A Rob, un treintañero dueño de una tienda de discos, le ha dejado su novia, Laura. Este hecho le sirve para rememorar sus anteriores fracasos sentimentales.
El ecléctico y eficaz Stephen Frears consiguió reponerse del fracaso de su anterior proyecto, el drama con aroma de western Hi-Lo Country, con Alta fidelidad, film basado en una exitosa novela de Nick Hornby y construido a la mayor gloria de su protagonista masculino, John Cusack, por entonces en su mejor momento como actor.
Alta fidelidad es una comedia dramática cuyos ejes son la música y las relaciones sentimentales. Rob, que ya ha pasado de los treinta y ha sido abandonado por Laura, su última novia, se refugia en su melomanía, pasión que ha convertido en su medio de vida, y, como Michael Caine en Alfie, habla a la cámara de sus rupturas sentimentales más dolorosas, en estricto orden cronológico. La premisa es ingeniosa, y al principio funciona, pero a lo largo del metraje la película decae, hasta convertirse en un drama romántico convencional que suma todos los tópicos posibles. Para mi gusto, Alta fidelidad ya estaba pasada de moda cuando se rodó. En pleno año 2000, hacer una película que ensalce las virtudes de la monogamia y no pertenezca al género de la ciencia-ficción, resulta como mínimo discutible.
Todo es muy guay, la música es excelente, pero el trasfondo es mucho menos moderno, y más convencional (y conservador) de lo que parece. Rob es un narcisista inmaduro con una irritante tendencia a la autocompasión: su absoluto protagonismo contagia estos defectos a toda la película. Los secundarios se dividen en dos grupos: la pareja de freaks (uno, tímido hasta lo enfermizo; el otro, su antítesis) que Rob tiene como empleados en su tienda de discos, y las mozas que rodean al protagonista, todas ellas partícipes, cada una a su modo, del clásico modelo que idealiza a la mujer al tiempo que la convierte en estereotipo. Frears le pone oficio, y eso ayuda a que la película sea elogiable en cuanto a la manufactura. Sin embargo, a Alta fidelidad le sobra metraje: con una vez que se hubiera mostrado lo mucho que le gusta al protagonista ponerse como una sopa bajo la lluvia para que veamos lo sensible que es el muchacho, hubiera sido suficiente.
El problema (que no puedo juzgar en origen porque no he leído la novela de Nick Hornby) es un guión tópico y edulcorado, obra de John Cusack y de dos colegas (también coproductores del invento), que un buen escritor como Scott Rosenberg no consiguió arreglar del todo. Alta fidelidad me huele a impostura, a Hollywood. Pondré un ejemplo: en la vida real, uno hace lo que Rob si le ocurren dos cosas que a él no le suceden: o está enamorado hasta las trancas y es incapaz de tener otra perspectiva que esa, o es que se halla ante la disyuntiva entre escoger a la única pareja posible o resignarse a una soledad que no está preparado para asumir. A Laura la entiendo más: cuando uno pasa de un gilipollas a otro mayor, la tentación de desandar el camino es muy comprensible.
John Cusack no es Michael Caine, pero sale bastante bien parado del desafío interpretativo. Dicho de otra forma, es mucho mejor actor que guionista. Si he de hablar de los secundarios, he de volver a citar una palabra que sobrevoló mi cabeza varias veces durante el visionado de la película: estereotipo. Iben Hjejle es una buena actriz, pero su personaje parece escrito para Sandra Bullock. Todd Louiso cumple, y Jack Black está tan sobreactuado y cargante como de costumbre. Lisa Bonet merecía un papel más rico, Catherine Zeta-Jones está bellísima pero desaprovechada, y Tim Robbins, que participa en algunos de los escasos momentos cómicos reseñables, podría haber dado más juego como pijo-hippie sin seso. La aparición de Bruce Springsteen no pasa de lo anecdótico.
Pues eso, muy buena música y poco más a destacar. Aunque mucha gente piense lo contrario, Alta fidelidad me parece un resbalón en la carrera de Stephen Frears, director habituado a trabajar en obras de encargo que aquí no consigue dar enjundia a un film tópico y poco verosímil.