AMY. 2015. 128´. Color.
Dirección: Asif Kapadia; Guión: Asif Kapadia; Dirección de fotografía: Rafael Bettega, Ernesto Herrmann y Jake Clennell; Montaje: Chris King; Música: Amy Winehouse (Canciones), Antonio Pinto (Banda sonora original); Producción: James Gay-Rees y George Pank, para On ther Cormer Films-Film4 (Reino Unido).
Intérpretes: Amy Winehouse, Nick Shymansky, Blake Fielder, Juliette Ashby, Tyler James, Mitch Winehouse, Lauren Gilbert, Janis Winehouse, Guy Moot, Nick Gatfield, Tony Bennett, Pete Doherty, Salaam Remi, Yasiin Bey, Sam Beste, Raye Cosbert, Mark Ronson, Andrew Morris, Questlove, Cristina Romete.
Sinopsis: Documental sobre la cantante británica Amy Winehouse.
El director Asif Kapadia adquirió notoriedad con Senna, documental sobre el legendario piloto brasileño. Su reputación aumentó con Amy, película sobre la más reciente representante del triste Club de los 27, es decir, de las estrellas de la música que fallecieron a esa edad.
Fue en julio de 2011, justo cuando este blog daba sus primeros pasos, cuando Amy Winehouse murió. En sus últimos años, la cantante era mucho más conocida por sus adicciones y escándalos que por su actividad musical, casi inexistente. Kapadia se propone explicar a la persona, y a fe que lo consigue. La película, fruto de un notable trabajo de documentación, no parece dejarse nada en el tintero. Se inicia con un vídeo casero de Amy, en el que canta Happy birthday to you en el aniversario de una amiga. Abundan estas imágenes íntimas, facilitadas por familiares o personas del círculo más próximo a la artista, que aportan mucha luz sobre el personaje, su entorno y sus problemas. Amy estuvo marcada por la separación de sus padres, ocurrida cuando ella tenía nueve años. Su relación con su madre nunca fue muy fluida: en cambio, a su padre, que fue el causante de la ruptura, lo idolatraba. Amy Winehouse, joven rebelde, inestable e insegura, marchó muy joven de casa. Le encantaba el jazz, y modeló sus cualidades vocales escuchando a Dinah Washington, Thelonious Monk (sí, para cantar bien es fundamental conocer a los mejores instrumentistas) y Tony Bennett. Su talento fue rápidamente descubierto por las discográficas británicas, que no tardaron en ver que esa joven díscola podía ser una mina de oro. Lo que ocurrió después, es conocido por todos. Viendo la película de Kapadia, cuyo montaje es excelente, la vida y la muerte de Amy Winehouse se entienden a la perfección.
Es significativo que ninguna persona de las que formaban parte del círculo íntimo de la cantante se preocupara siquiera por su bulimia, enfermedad que ya padecía en la adolescencia, que un trastorno alimentario tan severo fuera recibido con semejante indiferencia por quienes debían velar por la integridad de una persona autodestructiva, débil y muy dada a rodearse de la gente que menos le convenía, empezando por el que fue su gran amor, Blake Fielder. El éxito masivo, el acoso de los medios y la explotación a la que fue sometida por quienes debían protegerla acabaron por destruir a una persona que ya de por sí era una bomba de relojería. Estas historias suceden cada día, en todas partes. Lo que hace singular la de Amy Winehouse, y el director se encarga de recalcarlo, es el excepcional talento musical de la cantante inglesa. Su caída y su muerte no sólo fueron trágicas para ella misma y para quienes la quisieron y admiraron, sino para la música en general. En un mundo de playbacks, coreografías seudopornográficas, estrellas clónicas y prescindibles y éxitos facilones de laboratorio, en unas listas de éxitos en las que predomina lo banal, lo machacón, lo desechable y lo estúpido, Amy Winehouse era una luz, que se apagó muy pronto y de mala manera. Está claro que este mundo cuida mejor a los mediocres que a los talentos excepcionales. La fuerza de la costumbre, supongo. Por todo ello, Asif Kapadia crea una obra intensa y triste, como lo fue la vida de su protagonista, que funciona muy bien como biografía, pero también como análisis crítico de la sociedad que entre todos hemos construido, ésa cuyos hipócritas planteamientos en el tema de las drogas no hace más que agrandar un problema al que no es exagerado calificar de pandemia.
La tesis de Kapadia, enunciada en el film por el gran Tony Bennett y que suscribo plenamente, es que Amy Winehouse era un tesoro que nadie, empezando por supuesto por ella misma, supo cuidar. Al director le cabe el honor de haber hecho la película definitiva sobre una estrella fugaz que consiguió devolver la música de verdad a las listas de éxitos. Viendo la escena del triunfo de Winehouse en los Grammy, y a quiénes derrotó en la categoría de «Grabación del año», no se puede hacer otra cosa que recurrir al topicazo, aquí muy cierto, que dice que siempre se nos van los mejores, y se quedan los otros. El gran mérito de Kapadia es mostrar eso sin ocultar la cara más desagradable de una artista con mayúsculas.