INSIDE OUT. 2014. 94´. Color.
Dirección: Pete Docter y Ronnie del Carmen; Guión: Meg LeFauve, Josh Cooley y Pete Docter, basado en un argumento de Pete Docter y Ronnie del Carmen; Montaje: Kevin Nolting; Música: Michael Giacchino; Diseño de producción: Ralph Eggleston; Producción: Jonas Rivera, para Pixar Studios-Walt Disney Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Amy Poehler (Voz de Alegría); Phyllis Smith (Voz de Tristeza); Richard Kind (Voz de Bing Bong); Bill Hader (Voz de Miedo); Lewis Black (Voz de Ira); Mindy Kaling (Voz de Asco); Kaitlyn Dias (Voz de Riley); Diane Lane (Voz de la madre); Kyle MacLachlan (Voz del padre); Paula Poundstone, Bobby Moynihan, Paula Pell, Dave Goelz, Frank Oz, Josh Cooley, Flea, John Ratzenberger, Peter Sagal.
Sinopsis: Riley, una joven de Minnesota que ha tenido una infancia feliz, sufre por las consecuencias del traslado familiar a San Francisco.
Cuando, después de varias secuelas y películas menores, muchos empezaban a decir que Pixar había perdido el don de la excelencia, el estudio que revolucionó la animación volvió a dar en la diana con Del revés, película que fue recibida con entusiasmo en su estreno mundial en Cannes y tuvo una carrera comercial espléndida.
En cierto modo, Pixar (o, para ser más precisos, los creadores que hay detrás de ese nombre), se ha hecho mayor. El mérito está en conseguir que eso ocurra sin dejarse por el camino muchas de las cosas que alegraron nuestra infancia, y deben seguir alegrándonos el resto de la vida. No hay que olvidar que la dedicatoria de Del revés es un imposible: «A nuestros hijos. No crezcáis nunca». Los films de Pixar son la búsqueda de ese imposible. Cuando aciertan, el resultado es una gozada para niños y adultos. Y Del revés es un acierto mayúsculo.
Para empezar, los creadores de esta película saben que a los niños (y ellos quieren que todos los espectadores de sus films lo sean, al menos durante la proyección) hay que ofrecerles diversión. Del revés es entretenidísima, e incita a evitar en lo posible el pestañeo. Sólo la magistral escena que precede a los títulos de crédito iniciales vale más que centenares de películas que pululan por ahí. La cosa va de sentimientos, de cambios, de aventuras, de las cosas que dejamos atrás cuando crecemos, las que añadimos a nuestro periplo vital, y las que nunca debemos perder. Partiendo de una exuberante propuesta visual, el film se interna en el cerebro de una niña de once años que debe asumir las consecuencias de comenzar una nueva vida en un lugar totalmente distinto de aquel en el que creció, justo cuando además está a punto de dejar atrás la infancia. No es Inside out la primera película que se adentra en el cerebro humano, ni será la última. Sí es la que más gracia tiene, dándole todo el protagonismo a los cinco sentimientos que dirigen la maquinaria: Alegría, Tristeza, Ira, Asco y Miedo (los dos últimos suelen acabar por imponerse en la vida adulta, dicho sea de paso). La idea de todos ellos es que la primera sea la que predomine y, de hecho, Riley siempre ha sido una niña feliz. Sin embargo, nunca es fácil conseguir esto, máxime con mudanza de por medio. Por unas cosas y otras, se produce un cortocircuito en la mente de Riley, que Alegría se esfuerza en solucionar, aunque no puede hacerlo sola.
Es muy fácil comentar lo que es esta película en sus aspectos técnicos, porque es perfecta. En lo narrativo, es muy rica: pocas veces esa paraciencia que es la psicología me ha hecho disfrutar tanto. El viaje de Alegría y Tristeza, acompañadas por Bing Bong, el amigo imaginario de Riley, para tratar de recomponer el derrumbe de la felicidad de la niña, que no hace más que acelerarse (¿qué otra cosa cabría esperar si quienes se quedan al timón son Miedo, Ira y Asco?), es el viaje que todos debemos hacer para evitar que los años borren lo que nos hace felices, lo que nos pone de buen humor, lo que nos da fuerzas cuando todo lo demás falla. Hay momentos conmovedores (en el fondo, Del revés es una película muy nostálgica), otros muy divertidos (por ejemplo, todos aquellos en los que la acción abandona el cerebro de Riley para recalar en el de los otros personajes), guiños adultos a tutiplén para que la muchachada de pantalón largo, entradas, rutinas, presbicia y celulitis sepa que esa también es su película, y un verdadero carrusel de sensaciones que se acumulan a un ritmo vertiginoso. Al final, la alegría por sí sola no basta, todas las emociones son necesarias para crecer, la vida es divertida sólo de vez en cuando y de lo que se trata es de manejar el cuadro de mandos de la mejor forma posible (cuando uno mira alrededor, y ve a tanta gente que ha perdido el contacto con la nave nodriza, sólo espera que venga la neurociencia a arreglar el desaguisado, pero me estoy yendo del tema). Del revés, film muy divertido con poso melancólico, nos dice que es inevitable dejar de ser niños, pero a la vez, que vivir habiendo dejado totalmente de ser niños es infernal.
Como de costumbre, los actores elegidos para dar voz a los protagonistas lo bordan, empezando por un Lewis Black que logra que la ira pueda ser muy graciosa. La cómica Amy Poehler, una de las estrellas más longevas del Saturday Night Live, es una Alegría chispeante, y Phyllis Smith una Tristeza del todo creíble. Los papeles adultos quedan para dos famosos actores como Diane Lane y Kyle MacLachlan, y ambos lo hacen de maravilla.
En dos palabras: obra maestra.