THE TIME MACHINE. 1960. 102´. Color.
Dirección: George Pal; Guión: David Duncan, basado en la novela de H.G. Wells; Dirección de fotografía: Paul C. Vogel; Montaje: George Tomasini; Dirección artística: George Davis y William Ferrari; Música: Russell García; Diseño de producción: Henry Grace y Keogh Gleason; Producción: George Pal, para Galaxy Films, Inc. (EE.UU).
Intérpretes: Rod Taylor (H.G. Wells); Alan Young (Filby); Yvette Mimieux (Weena); Sebastian Cabot (Dr. Hillyer); Tom Helmore (Bridewell); Whit Bissell (Walter Kemp); Doris Lloyd (Mrs. Watchett); Bob Barran, Paul Frees, Josephine Powell, James Skelly.
Sinopsis: En los días previos a la entrada del año 1900, un inventor anuncia a sus amigos que ha creado una máquina del tiempo. Pese a la incredulidad de todos ellos, decide probarla y trasladarse al futuro.
Personaje polifacético, George Pal destacó como productor, pero también dirigió varios largometrajes, de entre los que destaca El tiempo en sus manos, clásico de la ciencia-ficción que adapta una de las novelas señeras del género, escrita por el especialista H.G. Wells.
En 1960, la ciencia-ficción se movía aún en la esfera de la serie B. Faltaban todavía unos años para que dos películas míticas (El planeta de los simios y 2001) elevaran el género hasta el gran cine. Existen, sin embargo, un puñado de clásicos anteriores que, sin renunciar al puro entretenimiento, elevaron el listón a base de llevar a la pantalla los libros más famosos de los autores más reconocidos. Uno de ellos es, sin duda y con toda justicia, H.G Wells, que ideó un futuro distópico desde la mente de un científico que no se siente a gusto en su propia época, empeñada en inventar máquinas de creciente poder destructivo, y quiere saber cómo será la sociedad en el futuro. Después de años de investigaciones, logra crear una máquina del tiempo capaz de trasladar a cualquier época a quien la utilice. La máquina no se mueve en el espacio, pero permite a Wells ver cómo trata el futuro a ese rincón londinense en el que vive. En sus primeros viajes, sus más negros presagios se cumplen: guerra en 1917, guerra en 1940… y un desastre nuclear en 1966 del que el protagonista se salva a duras penas. Cansado, decide dar un gran salto en el tiempo y trasladarse, nada más y nada menos, al año 802.701. La sociedad que encuentra parece idílica a primera vista, pero Wells no tarda en descubrir que los humanos, todos ellos jóvenes y apáticos, son tratados como ganado por unos seres, los Morlocks, que viven bajo la superficie terrestre y crían a los hombres como ganado para después alimentarse de ellos.
En su faceta de film de entretenimiento, El tiempo en sus manos aprueba con nota alta. Posee toda la gracia de la mejor serie B, es concisa en lo narrativo sin caer en el esquematismo, y sabe explotar su mejor arma: poner en imágenes uno de los grandes sueños de todo ser humano, los viajes en el tiempo. ¿Quién no querría conocer de primera mano el pasado o saber qué nos deparará el futuro? Wells, que nunca fue demasiado optimista respecto a este último punto, convierte a su héroe en un libertador de unos seres humanos reducidos en la práctica a la condición de vegetales, que han perdido toda la herencia cultural, científica y artística, es decir, todo lo que de valor ha creado el hombre. Pal destaca en la parte técnica, hace un film muy llamativo en lo cromático y con unos logrados efectos especiales. Sobre este punto, está claro que a los ojos de un espectador contemporáneo, estrecho de miras y con menos imaginación que la que contiene un pote de alubias pintas, los efectos visuales de El tiempo en sus manos han quedado desfasados. Pues vale. Si se hace lo correcto, que es compararlos con los de otros films de la misma época, se comprueba que están por encima de la media. Y tampoco el valor de la película reside principalmente en ellos.
Encabeza el reparto Rod Taylor, actor que nunca me ha gustado, pero que aquí cumple con corrección. En El tiempo en sus manos debutó en el cine la bella Yvette Mimieux, que sin duda justifica unos cuantos viajes al futuro. Correctos también los actores que interpretan al grupo de amigos de Wells, con secundarios eficaces como Whit Bissell o Sebastian Cabot. No es ésta una película de actores, pero tampoco puede decirse que el reparto desentone.
Para mi gusto, un entrañable e inspirado clásico de la ciencia-ficción, que ha sido objeto de distintos homenajes, por ejemplo en uno de los primeros capítulos de esa gran serie que es The Big Bang Theory. Y, por cierto, Wells era todo un visionario, pues supo con gran antelación lo que ya hoy sucede: que en Inglaterra mandan los Morlocks.