WHERE THE WILD THINGS ARE. 2009. 98´. Color.
Dirección : Spike Jonze; Guión: Spike Jonze y Dave Eggers, basado en el libro de Maurice Sendak; Dirección de fotografía: Lance Acord; Montaje: James Haygood y Eric Zumbrunnen; Dirección artística: Jeff Thorp (Supervisor); Música: Karen O y Carter Burwell; Diseño de producción: K.K. Barrett; Producción: Maurice Sendak, Tom Hanks, Gary Goetzman, John Carls y Vincent Landay, para Legendary Entertainment-Village Roadshow Pictures-Warner Bros. (EE.UU.).
Intérpretes: Max Records (Max); Catherine Keener (Madre); Pepita Emmerichs (Claire); Mark Ruffalo (Novio de Claire); James Gandolfini (Voz de Carol); Paul Dano (Voz de Alexander); Catherine O´Hara (Voz de Judith); Forest Whitaker (Voz de Ira); Chris Cooper (Voz de Douglas); Lauren Ambrose (Voz de KW); Steve Mouzakis, Ryan Corr, Vincent Crowley, Sonny Gerasimowicz, Nick Farnell, Sam Longley, Michael Berry, Jr., Angus Sampson, John Leary.
Sinopsis: Max es un niño de ocho años que vive con su madre y su hermana y es muy inestable emocionalmente. Después de una crisis, huye de casa y, en su imaginación, se refugia en un mundo habitado por monstruos.
Siete años después de Adaptation, film que marcó el final de su colaboración con el guionista Charlie Kaufman, Spike Jonze volvió a la dirección de largometrajes adaptando un célebre relato infantil de Maurice Sendak. Donde viven los monstruos es un cuento cruel que dividió a la crítica y no tuvo excesivo éxito de público. Por lo que a mí respecta, me parece la película más floja de las dirigidas por Jonze.
El problema de Donde viven los monstruos es que no responde a las expectativas que despiertan su director, su reparto y el relato en el que se basa (el cual, lo confieso, no he leído). Max, el niño protagonista, es un pequeño dictadorzuelo amargapadres de los que tanto abundan en nuestros días de hijos únicos y sobreprotegidos. Sufre porque forma parte de una familia rota, pero sobre todo por su histérica necesidad de ser el centro de atención. Que su hermana adolescente tenga novio y salga con sus amigos, o que su madre trabaje a destajo para sacar a su familia adelante e intente rehacer su vida son cosas que sacan de quicio a Max. Después de uno de sus arrebatos, huye hasta ir a parar, después de una travesía naval, a un lugar solitario habitado por unos monstruos que forman una familia tan rota como la suya y le proclaman rey.
Donde viven los monstruos es una película triste, en el mal sentido de la palabra. Resulta imposible sentir simpatía hacia ninguno de sus personajes, ya sean estos reales o imaginarios, pues todos ellos son autodestructivos, pusilánimes o simplemente irrelevantes. Jonze, que de filmar sabe un rato, mueve la cámara con estilo (aunque a veces la mueve demasiado), pero no consigue crear atmósfera ni darle ritmo a una película que, en su parte central, resulta lenta, incluso pesada. Las canciones de Karen O imprimen algo de emoción al conjunto, pero tampoco me parecen excelentes. La despedida de Max del reino de los monstruos, que durante un tiempo fue el suyo, sí posee fuerza, pero no consigue borrar la sensación de vacío que deja buena parte del metraje anterior. Al final, lo más destacado son las interpretaciones de los actores cuyo rostro no vemos, es decir, quienes ponen voz a los monstruos. El niño Max Records hace una buena actuación, pero su personaje es insufrible, y parece destinado a ser el protagonista de un futuro episodio de Hermano mayor. Me quedo con las voces del gran James Gandolfini, de Chris Cooper, de Catherine O´Hara o de Forest Whitaker, aunque muchas veces las reacciones y actitudes de sus personajes simplemente no me las trago.
Donde viven los monstruos merece el calificativo de película fallida, y me parece la menos recomendable de las firmadas por Spike Jonze. Demasiado cruel para el público infantil, demasiado triste para el adulto y, lo que es peor, demasiado aburrida para ambos.