ACCIÓN MUTANTE. 1992. 94´. Color.
Dirección: Álex de la Iglesia; Guión: Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia; Dirección de fotografía: Carles Gusi; Montaje: Pablo Blanco; Música: Defcon Dos; Diseño de producción: José Luis Arrizabalaga y Arturo García Biaffra; Producción: Pedro Almodóvar y Agustín Almodóvar, para CiBy 2000-El Deseo (España).
Intérpretes: Antonio Resines (Ramón Yarritu); Álex Angulo (Álex Abadie); Frédérique Feder (Patricia Orujo); Juan Viadas (Juan Abadie); Karra Elejalde (Manitas); Saturnino García (Quimicefa); Fernando Guillén (Orujo); Jaime Blanch (Presentador); Ion Gavella (Chepa); Enrique San Francisco (El novio); Féodor Atkine (Kaufmann); Santiago Segura (Ezequiel); Ramón Barea (Ciego); Paco Maestre, Bibiana Fernández, Rossy de Palma, Felipe García Vélez, Alfonso Martínez, David Gil, Carlos Perea.
Sinopsis: Ramón, el líder de un grupo terrorista, compuesto por minusválidos, llamado Acción Mutante, sale de la cárcel después de cumplir una condena de cinco años. La banda prepara su próximo atentado, que pretende perpetrar en la boda de la hija de los Orujo, dueños de una poderosa fábrica de galletas integrales.
El debut como director de largometrajes del bilbaíno Álex de la Iglesia colmó las expectativas generadas por su exitoso corto Mirindas asesinas y destrozó esquemas en un cine español que no pasaba por su mejor época. El rompedor cóctel de ciencia-ficción, costumbrismo cañí y crítica social constituyó un revulsivo para el cine patrio y situó a su artífice como punta de lanza de su revitalización, llegada en buena parte desde Euskadi.
La estética comiquera, el aire transgresor y la clara intención destroyer de Acción Mutante consiguieron que la película llegara a un público joven, culto pero cañero, del que un servidor formaba parte en la fecha del estreno. Vista hoy, la ópera prima de Álex de la Iglesia se revela como un film más ingenioso que logrado, y más convincente por la estética que por la narrativa. En todo caso, inferior a la siguiente película del director, la magnífica El día de la bestia. Las buenas ideas y el talento visual ya estaban ahí, pero faltaba modelarlo todo. Acción mutante tiene un espléndido arranque, pero va perdiendo fuelle a medida que se suceden las escenas, y por momentos da la impresión de ser un cortometraje estirado. Chapeau, eso sí, a la idea de situar el film en un futuro indefinido, pero en una España muy reconocible, que quería ser pija pero sólo se había vuelto ordinaria con ínfulas. Álex de la Iglesia sacude de lo lindo, llegando incluso a hacerlo con quienes le produjeron la película, pues en frases como «todo el mundo se ha vuelto tonto, o moderno», y sobre todo en la escena (la mejor del film, dicho sea de paso) del atentado en el festejo nupcial de los Orujo, se vislumbra una crítica al universo de Pedro Almodóvar. Para oponerse a la dictadura de lo moderno, lo light, lo cool y su puta madre, qué mejor que una banda terrorista formada por minusválidos que tiene su base de operaciones en un pesquero espacial llamado Virgen del Carmen. Y qué mejor, claro que sí, que organizar una masacre al compás del Aires de fiesta, de Karina. Hasta ahí, como ha quedado dicho, Acción mutante es un film sobresaliente. El problema es que después la trama sigue igual de pasada de vueltas, pero con menos ingenio, y por momentos la película se pierde entre el afán del líder del grupo terrorista por asesinar a sus compañeros y quedarse con toda la pasta, el síndrome de Estocolmo de la hija de los Orujo, secuestrada por Yarritu, y la desquiciada persecución emprendida por el padre de la criatura. Lo que mola, y mucho, es situar el desenlace en el planeta Axturias, un paraje desértico en el que no hay mujeres, pero sí mineros locos.
Acción Mutante muestra a un director con un talento para lo visual pocas veces visto en el cine español. Los muy resultones efectos especiales y la propuesta estética de Álex de la Iglesia (servir un cóctel lleno de sangre e incorrección política en bandeja de plata) realzan la película, que distingue muy bien entre retratar lo cutre y serlo. La potente música de Defcon Dos refuerza la apuesta cañera: lo de estar harto de mierdas light no es sólo un bonito discurso que se dice en una escena, sino el espíritu que impregna toda la película.
Lo que no acaban de gustarme son los intérpretes: Antonio Resines da vida a un malvado muy de cómic, pero a su trabajo le falta darle a su personaje la tercera dimensión que necesita. A Fernando Guillén, que es el mejor actor de todo el reparto, lo encuentro sobreactuado, y a Frédérique Feder, cuyo personaje consigue que, como su secuestrador, el público también eche de menos la cremallera que le ponen al secuestrarla, la veo un poco fuera de sitio. Quienes sí están más que correctos son Álex Angulo y Karra Elejalde, dos intérpretes que pocas veces lo hacen mal. Buen trabajo de Ramón Barea, y breve pero jugosa aparición de un Santiago Segura que ya anunciaba lo que iba a venir.
Acción Mutante es una buena ópera prima, por lo que es en sí misma, y por lo que supuso en su momento. Creo que Álex de la Iglesia ha dirigido varias películas mejores, pero buena parte de las cualidades que me hacen apreciar su cine ya estaban ahí en su debut.