BRIGADA CRIMINAL. 1950. 78´. B/N.
Dirección: Ignacio F. Iquino; Guión: Juan Lladó, José Santugini y Manuel Bengoa; Dirección de fotografía: Pablo Ripoll; Montaje: Ramón Quadreny; Música: Augusto Algueró; Producción: Ignacio F. Iquino, para Producciones Iquino (España)
Intérpretes: José Suárez (Fernando Olmos); Soledad Lence (Celia Albéniz); Alfonso Estela (Óscar Román); Manuel Gas (Inspector Basilio Lérida); Barta Barri (Mario); Pedro de Córdoba (Eduardo Hernández); Fernando Vallejo (Taxista); Mercedes Mozart (Julia del Campo); Antonio Amaya, José Manuel Pinillos, Tomy Castels, José Soler, Maruchi Fresno, Carlos Otero.
Sinopsis: Fernando es un joven recién licenciado en la academia de Policía. Nada más recibir su nombramiento, asiste al atraco a un banco y, más tarde, se le envía a esclarecer los robos en un garaje.
Brigada criminal es una de las mejores películas del prolífico director y productor catalán Ignacio F. Iquino. El grueso de su obra oscila entre lo discreto y lo ponzoñosamente malo, pero este film, pionero del cine policíaco español, atesora diversas virtudes dignas de mención.
El protagonista del film es Fernando, que en su primer día como policía asiste al atraco de una sucursal bancaria, perpetrado por una banda muy bien organizada, y acto seguido recibe su primera misión: hacer de falso empleado en un taller de reparación de vehículos para investigar los robos que se producen en él. Mientras eso sucede, Fernando reconoce en uno de los clientes del establecimiento a un miembro del grupo de atracadores del banco, y poco después consigue infiltrarse en la banda.
Brigada criminal sigue en todo momento los esquemas del cine policíaco norteamericano, que en aquella época arrasaba en las taquillas de todo el mundo, hasta el punto de que puede ser considerada la versión española de G-Men contra el imperio del crimen, notable film de 1935 protagonizado por James Cagney. Sea por las estrecheces presupuestarias, o bien por la influencia de otro de los grandes movimientos cinematográficos en boga, el neorrealismo italiano, el film se beneficia de su tono semidocumental, conseguido gracias al rodaje en exteriores (en ocasiones, con cámaras ocultas) y al afán naturalista (aunque eminentemente laudatorio) a la hora de retratar las andanzas de la Brigada de Investigación Criminal española. En lo estilístico, Iquino tampoco oculta sus fuentes: utiliza con profusión los planos contrapicados, raras veces sitúa la cámara a la altura de la mirada de sus personajes y abunda lo oblicuo en el punto de vista. El mimetismo funciona, pues el film está bien rodado, en especial la escena del atraco al banco.
En lo argumental, en cambio, los recovecos son inexistentes: Brigada Criminal es una típica película de policías y ladrones, en la que los primeros representan todas las virtudes (lo que, como es natural, evitó a Iquino cualquier problema con la censura franquista) y los segundos, una maldad sin matices. Se echa en falta la mayor complejidad que sí posee la otra gran obra seminal del cine policíaco español, Apartado de correos 1001, pero lo cierto es que el film de Iquino destaca por su concisión, su buen ritmo y su acertado manejo de unos esquemas que no por manidos dejan de resultar atractivos para el cinéfilo. El director copia con gracia, lo que ya es mucho.
Uno de los problemas del film es su reparto. Al frente, un José Suárez que daba bien el pego como poli duro a la española, pero al que encuentro demasiado estirado, lejos aún del nivel que alcanzaría en Calle Mayor, sin duda la cumbre de su filmografía. El resto de intérpretes no dan para mucho, la verdad sea dicha, pues en sus actuaciones se unen lo arquetípico de sus personajes y una destreza interpretativa en muchos casos discutible. Salvo de la quema a Manuel Gas, como severo aunque comprensivo inspector, y basta. Los miembros de la banda de maleantes realizan unas interpretaciones de escaso nivel.
Brigada criminal, rodada casi íntegramente en Madrid (hecho que la aleja del eminentemente barcelonés cine policíaco español de los años 50 y 60) no es una obra maestra, pero sí un film reivindicable, que sin duda está entre los mejores que dirigió Iquino. Con menos maniqueísmo y mejores actores, estaríamos hablando de una película imprescindible. No llega a tanto, pero sí es muy digna de recomendación para los fans del policíaco clásico.