ANIMAL FACTORY. 2000. 94´. Color.
Dirección: Steve Buscemi; Guión: Edward Bunker y John Steppling, basado en la novela de Edward Bunker; Director de fotografía: Phil Parmet; Montaje: Kate Williams; Música: John Lurie; Dirección artística: Roswell Hamrick; Diseño de producción: Steve Rosenzweig; Producción: Elie Samaha, Steve Buscemi, Julie Yorn, Andrew Stevens, Danny Trejo, Edward Bunker y Tracee Stanley, para Franchise Pictures-Phoenician Entertainment- Industry Entertainment- Animal Productions LLC – Arts Production Corporation (EE. UU.).
Intérpretes: Willem Dafoe (Earl Copen); Edward Furlong (Ron Decker); Danny Trejo (Vito); Mark Boone Junior (Paul Adams); Seymour Cassel (Teniente Seaman); Mickey Rourke (Jane La actriz); Tom Arnold (Buck Rowan); John Heard (James Decker); Chris Bauer (Bad Eye); Jake La Botz (Jesse); Mark Engelhardt (T.J.); Edward Bunker (Buzzard); Steve Buscemi (A.R. Hosspack); Rockets Redglare, Víctor Pagan, Ernest Harden, Jr., Michael Buscemi, Vince Mancini, Antony Hogarty.
Sinopsis: Un delincuente juvenil ingresa en prisión. Consigue sobrevivir en ese sórdido ambiente gracias a la ayuda de Earl, uno de los presos más veteranos de la cárcel.
Steve Buscemi, actor de prestigio en el cine independiente, se mantuvo fiel a esas coordenadas en su segundo film como director, Animal Factory, drama carcelario basado en la novela de Edward Bunker, un ex convicto que convirtió en literatura sus experiencias en prisión e hizo sus pinitos como actor. De hecho, fue compañero de reparto de Buscemi en la ópera prima de Quentin Tarantino, Reservoir dogs.
La historia que cuenta la película tiene poco de original, por cuanto las relaciones cuasi paterno-filiales que en ocasiones se establecen entre presos veteranos y reclusos recién llegados han captado la atención del cine y la literatura más de una vez. El factor distintivo de Animal Factory radica en el plus de autenticidad que le otorga la condición de ex presidiario de su coguionista: Bunker conoce bien las cárceles, sus usos y códigos, muchas veces tan distintos a los que manejan quienes están en libertad. La consecuencia de ello es que la recreación de la sordidez, la violencia y el sálvese quien pueda que impera tras las rejas es de lo más verosímil. Buscemi utiliza un estilo seco y poco retórico, deudor directo de los films carcelarios de los años 40 y 50, lo que también ayuda a la credibilidad de lo narrado. Animal Factory es ficción, pero tiene el don de no parecerlo. Sí, nos han explicado más de una vez historias de niños bien descarriados que aterrizan en cárceles que son un verdadero infierno y salvan la piel gracias a la protección de los presos más poderosos. Lo bueno es que, esta vez, el espectador tiene la sensación de que esa historia se la están contando desde dentro.
Resulta llamativa la ausencia de complejos con la que se tratan en la película aspectos como las relaciones homosexuales, el tráfico y consumo de drogas o la justicia inmediata en prisión. En efecto, estos elementos son consustanciales a la vida carcelaria, y obviarlos o dulcificarlos perjudicaría el conjunto. El dúo Bunker/Buscemi huye del buenismo sin caer en la criminalización o la exhibición gratuita de la violencia, siempre presente, aunque no es difícil ver que la confianza del guionista en las bondades de la reinserción es relativa, por decirlo de un modo suave. El mismo título lo dice: la cárcel es una fábrica de animales, un lugar donde lo difícil es conservar las muchas o pocas cualidades que se tuvieran antes de iniciar el cumplimiento de condena. La férrea música de John Lurie enfatiza la dureza del relato, que queda atenuada en una de las escenas por la actuación de Antony Hogarty.
Encabeza el reparto un Willem Dafoe cuyo físico y actitud cuadran a la perfección con la idiosincrasia de su personaje, un rey de la cárcel con principios. La interpretación de Dafoe posee fuerza y matices, cualidades de las que carece el otro protagonista, Edward Furlong, inexpresivo intérprete que debió su efímera fama a su condición de malote forracarpetas. Tanto Steve Buscemi como Edward Bunker se reservan pequeños papeles secundarios, pero quien destaca con mayor fuerza es un Mickey Rourke travestido que, en sus mejores momentos, convierte la autoparodia en arte. Buena actuación de John Heard, que incorpora al padre del preso joven, acertada –por repulsiva- intervención de Tom Arnold, y poderosa presencia de tipos duros como Danny Trejo o el mismo Edward Bunker.
Animal Factory es un reivindicable film carcelario, duro y honesto, que confirma el talento de Buscemi a ambos lados de la cámara. La forma en la que se capta un universo enteramente masculino en el peor de los marcos posibles no presenta apenas defectos. El principal de la película es la elección del joven protagonista, pero en todo lo demás, el segundo largometraje dirigido por Steve Buscemi merece un notable.