Ahora que el planeta guitarrero anda triste por la muerte del maestro de maestros Allan Holdsworth, nada mejor para lamerse las heridas que poder ver actuar a uno de los más grandes, Pat Metheny. El artista de Missouri llevaba más de un lustro sin visitar Barcelona y, créanme, la espera se me ha hecho larga. En esta ocasión el concierto tuvo lugar en la sala Barts, y me permito calificarlo de histórico. El nivel standard de un concierto de Metheny, con independencia de quién le acompañe sobre el escenario, es de por sí muy alto, pero lo de anoche fue más allá.
Si tradicionalmente la mano derecha de Pat Metheny, el músico junto al que mejor crea e interactúa, se sentaba a los teclados, desde hace unos años esto no es así, y puede decirse que el genio musical de Metheny gravita alrededor del batería mexicano Antonio Sánchez, un crack absoluto cuya pericia con las baquetas sólo es comparable a su intuición musical. Tras el clásico inicio acústico, aparecieron en escena el percusionista y los dos últimos fichajes, la contrabajista Linda Oh y el pianista Gwilym Simcock. De ellos diré que poseen el suficiente nivel como para no desentonar junto a Metheny y Sánchez, lo que viene a ser sinónimo de calidad insultante.
Por la generosidad del líder y por lo apabullante de sus propuestas, los conciertos de Pat Metheny son los más baratos del mundo. Nadie toca tanto y tan bien como él, y sus admiradores, que somos legión, lo tenemos claro. Al principio, predominaron los éxitos de la gloriosa época ochentera del Pat Metheny Group (So may it secretly begin, James, Better days ahead), pero hubo tiempo para disfrutar de todas las facetas del guitarrista: jazz puro, sensibilidad acústica, momentos de experimentación con incursiones en el free… el genio hizo todo lo que sabe, y todo lo bordó. La versión que hizo de la pieza que más me gusta de su disco a dúo con John Scofield (The red one) fue espectacular, y lo mismo he de decir de lo que hizo con Tell her you saw me, balada de un álbum, Secret story, que acabé destrozando de tanto ponerlo. La intensidad de las ovaciones pareció por momentos sonrojar a un artista acostumbrado al elogio, pero guitarra en mano él siguió a lo suyo, y finalizó el set con tres duetos: si el que hizo junto a Simcock en Phase dance cautivó a la audiencia, el Question and answer junto a Sánchez demostró la solidez de los cimientos de la sala. Para rematar su faena, tres bises: un medley acústico, en el que entraron algunos de los grandes éxitos, como Minuano, This is not America y Last train home, la siempre bien recibida Song for Bilbao y el éxtasis final, con And I love her y una pieza que todos los presentes estábamos deseando escuchar: Are you going with me?
Pat Metheny está a punto de cumplir 63 años. No sé cuánto tiempo será capaz de mantener su actual estado de gracia, apreciable en sus grabaciones recientes y, por supuesto, en sus conciertos. Lo que si sé es que yo estuve allí.
Un hombre, una guitarra y toneladas de talento:
Uno de los momentos culminantes del histórico concierto de Montreal en 1989: