MANGLEHORN. 2014. 94´. Color.
Dirección: David Gordon Green; Guión: Paul Logan; Dirección de fotografía: Tim Orr; Montaje: Colin Patton; Música: Explosions in the Sky, David Wingo; Dirección artistica: Joshua Locy; Diseño de producción: Richard A. Wright; Producción: Molly Conners, David Gordon Green, Lisa Muskat, Christopher Woodrow y Derrick Tseng, para Rough House Pictures-Dreambridge Films-Worldview Entertainment- Muskat Filmed Properties (EE.UU.).
Intérpretes: Al Pacino (Manglehorn); Holly Hunter (Dawn); Harmony Korine (Gary); Chris Messina (Jacob); Skylar Glasper (Kylie); Brian D. Mays, Herculano Trevino, Angela Woods, Marisa Varela, Sandy Ávila.
Sinopsis: Manglehorn es un viejo cerrajero que vive con su gato. Enfadado con el mundo, vive del recuerdo de Clara, su gran amor perdido.
El director David Gordon Green, de trayectoria tan ecléctica como poco sobresaliente, tuvo la oportunidad de dirigir a uno de los grandes actores vivos en Señor Manglehorn, drama con pretensiones que se queda a medio camino de lo que podría haber sido.
La película, que es la historia de un hombre huraño y solitario que sólo encuentra sentido a su vida en el recuerdo de un gran amor de juventud que dejó perder, no carece en teoría de puntos de interés, pero queda lastrada por algunos tics visuales modernos que no le pegan nada a una película de su estilo, y por un final blando y condescendiente que apesta a Hollywood. Y es una lástima, porque el planteamiento, y el perfil del anciano misántropo y de los seres que le rodean (una mujer con enormes carencias emocionales, un hijo que le considera un fracasado y un tipo insufrible que le admira desde que fue su entrenador años atrás) daba para más, pero el ritmo, sobre todo al principio, es premioso, por mucho que el director se empeñe en ofrecer planos efectistas que no vienen a cuento (véase la escena en el club nocturno), y el drama nihilista que se plantea queda embadurnado de azúcar. No sé si el origen de estas carencias está en el guión de Paul Logan, o si el espíritu del libreto fue traicionado, pero lo cierto es que ese final no es consecuente con lo visto con anterioridad, y chirría por los cuatro costados. Incluso si uno compra el mensaje de que estar siempre mirando hacia atrás no sirve para mucho más que para machacarse el presente, la caída del caballo de Manglehorn (la enésima carta devuelta al remitente por parte de su gran amor perdido) no tiene demasiado sentido, y lo de que su vida vaya a ser mejor rodeándose de un hijo que le mira por encima del hombro y sólo se acuerda de él cuando su próspera existencia, construida gracias a las estafas a inversores, se tambalea, y de una mujer víctima de una dependencia emocional que, por mucho que se disfrace de romanticismo, no deja de ser enfermiza, es peliculero en el peor sentido de la palabra.
A la hora de la verdad, no queda mucho más en Señor Manglehorn que una magnífica interpretación de Al Pacino, tan contenido y eficaz como en los viejos tiempos en un film que, por desgracia, no está su altura. Holly Hunter es una muy buena actriz, pero tampoco su personaje le permite un gran lucimiento. El resto del elenco, incluido el rompedor cineasta Harmony Korine, aquí metido a intérprete, no pasa de discreto.
Para incondicionales de Al Pacino, a quien es un placer ver actuar en este registro. David Gordon Green debería intentarlo mejor la próxima vez.