No acabo de entender el furibundo ataque de cuernos producido en Can Barça y en la Liga de Fútbol Profesional por la multimillonaria espantada del futbolista brasileño Neymar Junior. ¿Acaso existe alguien en ese mundo de tiburones que se abstenga de enamorar, con lucrativos cantos de sirena, a jugadores con contrato en vigor con otros clubes? El mismo Fútbol Club Barcelona lleva una serie de temporadas tratando de fichar a jugadores pertenecientes a ese juguetito de jeques llamado París Saint-Germain, llámense Thiago Silva, Marquinhos o, este mismo verano, Verratti. Ninguno de los cuales ha acabado aterrizando en la Ciudad Condal, por cierto. Sí lo hizo años atrás Neymar, cuyo fichaje fue una estafa pura y dura, punto de partida de un periplo judicial que está muy lejos de concluir. Ahora el brasileño, jugador genial y poco deportivo, ha optado por desmentir, a cambio de una escandalosa suma de dinero, ese mantra que dice que todo el mundo está loco por jugar en el Barça. La misma que el club azulgrana, que durante años ha ingresado una millonada gracias al patrocinio de un estado libre y democrático como Qatar, gastará en llenar su hueco con futbolistas que, miren ustedes por dónde, tienen contrato en vigor con otros equipos. ¿No huelen a hipocresía y prepotencia cazada en su propia red?
Para terminar, un recuerdo para Ángel Nieto, uno de los pocos deportistas de este país que podía presumir de que, cuando él llegó, en lo suyo no había nadie.