HANNA. 2011. 109´. Color.
Dirección: Joe Wright; Guión: Seth Lochhead y David Farr, basado en una historia de Seth Lochhead; Director de fotografía: Alwin Küchler; Montaje: Paul Tothill; Música: The Chemical Brothers; Dirección artística: Niall Moroney (Supervisor); Diseño de producción: Sarah Greenwood; Producción: Scott Nemes, Maty Adelstein y Leslie Holleran, para Focus Features-Holleran Company-Studio Babelsberg (EE.UU- Reino Unido-Alemania).
Intérpretes: Saoirse Ronan (Hanna); Eric Bana (Erik Heller); Cate Blanchett (Marissa Wiegler); Jason Flemyng (Sebastian); Olivia Williams (Rachel); Jessica Barden (Sophie); Aldo Maland (Miles); Tom Hollander (Isaacs); Martin Wuttke (Knepfler); Vicky Krieps (Johanna Zadek); Gudrun Ritter (Katrin Zadek); Michelle Dockery, John MacMillan, Tim Beckmann, Paul Birchard, Jamie Beamish, Sebastian Hülk, Joel Basman.
Sinopsis: Hanna, una adolescente, es entrenada para ser una soldado perfecta por su padre, Erik Heller, un antiguo agente de la CIA. Viven en un gélido rincón de Finlandia, aislados del mundo para que Marissa Wiegler, una oficial de la misma organización, no consiga dar con ellos.
El director Joe Wright, cuyas obras más conocidas hasta el momento eran adaptaciones literarias, cambió de registro en Hanna, un film de acción elaborado desde un enfoque inequívocamente moderno que fue recibido con opiniones dispares por la prensa especializada.
Las primeras escenas, que discurren en gélidos parajes finlandeses, marcan la línea de la película, una de cuyas características más llamativas es la frialdad. El director nos introduce en el mundo de los ejecutores al servicio de las agencias de inteligencia, un universo en el que la principal cualidad es la de ser capaz de matar antes de que te maten. Erik Heller, un antiguo agente de la CIA, entrena a su hija desde la infancia, en un entorno aislado, con la idea de convertirla en la soldado perfecta, para que una vez llegada a la edad adulta sea capaz de enfrentarse con garantías a Marissa Wiegler, una oficial de la CIA que quiere la cabeza de Heller. Cuando la hija, Hanna, considera que ha culminado su aprendizaje, aprieta un interruptor desde el que Wiegler puede localizarles, y se inicia la caza. En un primer momento, ésta acaba con Erik huido y Hanna capturada, pero ambos serán capaces de recorrer medio mundo para cumplir su propósito de reencontrarse en Alemania, pese a la persecución a la que les someten Wiegler y los asesinos que ella tiene a su servicio.
Hanna es una película de acción de claro protagonismo femenino, lo que constituye una excepción en el género, en la que el personaje principal es una adolescente entrenada para matar que jamás ha tenido contacto con el mundo exterior. Por tanto, se trata de un film hecho con vocación de atraer al público juvenil, que posee varias de las miserias, pero también algunas de las grandezas, que deben afrontar quienes, en este siglo de locos, tratan de arrastrar a ese público, versado en redes sociales, tecnología y superhéroes, a las salas de cine. El guión no es un dechado de verosimilitud, pero la película funciona por su agilidad narrativa y por su cuidada estética, aunque en este terreno asoman varios de los clichés del cine contemporáneo, como el acabado videoclipero de las escenas de acción, con sobreabundancia de planos al son de la, eso sí, potente banda sonora de los Chemical Brothers. Joe Wright tiene claro que maneja una obra que pretende ser original y comercial, aunque no acaba de conseguir del todo ni una cosa, ni la otra. Hanna es muy entretenida, está hecha con mucho oficio, no exento de ocasionales momentos de brillantez (la escena en los muelles, o el reencuentro entre Erik y Marissa) y se acerca mucho a lo que hoy en día se entiende por cool; todo esto la salva de sus incoherencias narrativas y de sus concesiones a la muchachada. Las influencias del mundo del cómic son notorias, y este es un elemento positivo, pues dota de un agradable barniz de irrealidad a un mundo, de inmisericordes asesinos y mujeres de armas tomar, que tiene en verdad poco que ver con la rutina cotidiana de los agentes secretos. Dicho de otro modo, la película sería peor si jugara a ser realista.
La joven Saoirse Ronan es quien lleva el peso de la película, y me confieso gratamente sorprendido por la labor de esta actriz que, además de soportar con entereza el desafío físico que supone la película, es capaz de interpretar y no limitarse a ser una heroína de videojuego. Eric Bana no me parece un gran actor, y aprueba sin más; la reina de la función es, sin duda, una Cate Blanchett en plan bruja malvada que vuelve a demostrar que es una de las mejores en su oficio. Es de alabar el trabajo de distinguidos secundarios como Tom Hollander u Olivia Williams, ésta en el papel de matriarca hippie de la peculiar familia que acoge a Hanna durante su viaje y le ayuda a comprender los entresijos del mundo real.
Hanna es una película diferente, aunque no redonda. Supera con creces los estándares de la pura acción evasiva para mentes poco desarrolladas, sin llegar a poseer los atributos necesarios para convertirse en obra de culto.