THE BEATLES: EIGHT DAYS A WEEK. 2016. 104´. Color.
Dirección: Ron Howard; Guión: Mark Monroe; Dirección de fotografía: Caleb Deschanel, Tim Suhrstedt, Michael Wood y Jessica Young; Montaje: Paul Crowder; Música: Dan Pinnella, Chris Wagner y Ric Markmann. Canciones de The Beatles; Producción: Brian Grazer, Ron Howard y Nigel Sinclair, para Apple Corps-Diamond Docs-Imagine Entertainment-White Horse Pictures (EE.UU-Reino Unido).
Intérpretes: George Harrison, John Lennon, Paul McCartney, Ringo Starr, Larry Kane, Whoopi Goldberg, Elvis Costello, Eddie Izzard, Sigourney Weaver, Richard Lester, Howard Goodall, Richard Curtis.
Sinopsis: Documental que repasa las giras realizadas por los Beatles a lo largo de su carrera.
El director Ron Howard, uno de los de mayor reputación en Hollywood desde hace años, por mucho que haya quienes consideran que el hecho de que Billy Wilder muriese horas después de que Howard ganara el Oscar al mejor director no fue fruto de la casualidad, insistió en el documental musical después de su poco memorable Made in America apostando a caballo ganador: los Beatles. La película, especie de biografía autorizada que se centra en las giras realizadas por el cuarteto de Liverpool, es de una calidad indiscutible, y permite comprobar que la trascendencia de los Beatles va más allá de lo estrictamente musical.
Es sabido que el fenómeno beatle se gestó durante años de actuaciones continuas en clubes como el legendario The Cavern o los varios en los que el grupo actuó durante su estancia en Hamburgo, si bien poco se sabe de esos años más allá de los testimonios de los propios implicados. En la película se hacen pocas alusiones a este período, en parte por la falta de material audiovisual que de él se conserva, pero se echan en falta declaraciones de personas que conocieran a los Beatles antes del estallido de popularidad que siguió al lanzamiento del primer disco de larga duración de la banda. A partir de ahí, se inicia lo ya conocido (por lo que la publicidad de la película es engañosa en cuanto a la presencia de material inédito o de revelación de aspectos hasta ahora ocultos): el estrellato masivo, el boom de las fans, la histeria colectiva o la conquista global, asegurada por el tremendo impacto que generó la popularidad del grupo en Norteamérica (aspecto en el que resultó decisiva la aparición en el show de Ed Sullivan). La película es la crónica de cómo un grupo pasó de actuar en clubes de su ciudad natal a hacerlo en grandes estadios de todo el mundo, y de cómo la pasión por tocar en directo fue perdiéndose por el camino hasta desaparecer por completo.
Se nota que estamos ante un documental autorizado en el que hay un gran presupuesto: Eight days a week está muy lejos del voluntarismo que está en el origen de un sinfín de documentales musicales. Llama la atención, por ejemplo, que no se aluda al previsible frenesí sexual que por fuerza tuvo que acompañar a aquellos cuatro muchachos que provocaban verdaderos ataques de histeria en millones de féminas de todo el mundo, pero eso, en la era de políticamente correcto, mejor obviarlo en pos de obtener un producto del todo aceptable para el gran público. El film se centra en los conciertos que la banda ofreció en los Estados Unidos, que acabaron siendo un espectáculo de masas en los que la música, muchas veces inaudible en recintos enormes que ni de lejos estaban preparados para el rock, acabó siendo lo de menos, provocando el aburrimiento en una banda que se estaba haciendo mayor y terminó abandonando las giras para centrarse en su crecimiento musical (que, después de esa decisión, fue notable). Soy de los que piensan que los Beatles fueron mucho más interesantes en lo musical cuando dejaron de ser un grupo para adolescentes calenturientas, por lo que en la película no se escuchan varias de sus piezas más fundamentales. Más allá del siempre interesante testimonio de Elvis Costello, y de las aportaciones retrospectivas de Paul y Ringo, me hubiera gustado que en el documental aparecieran más músicos que comentaran aspectos interesantes, como el aluvión de damnificados, algunos muy brillantes, que generó el terremoto provocado por los Beatles en las listas de éxitos. Como es natural, se comenta la valiente postura del grupo respecto a la segregación racial, pero esto no hace más que acrecentar mi impresión de que Eight days a week es un documental de excelente factura, pero excesivamente orientado al público norteamericano. Notable, pero superficial. Martin Scorsese lo hubiera hecho mejor.