INCEPTION. 2010. 146´. Color.
Dirección : Christopher Nolan; Guión: Christopher Nolan; Dirección de fotografía: Wally Pfister; Montaje: Lee Smith; Dirección artística: Brad Ricker (Supervisor); Música: Hans Zimmer; Diseño de producción: Guy Hendrix Dyas; Producción: Christopher Nolan, Emma Thomas, Yoshikuni Taki y Kanjiro Sakura, para Syncopy-Legendary Pictures-Warner Bros. (EE.UU.).
Intérpretes: Leonardo DiCaprio (Cobb); Joseph Gordon-Levitt (Arthur); Ellen Page (Ariadne); Tom Hardy (Eames); Ken Watanabe (Saito); Dileep Rao (Yusuf); Cillian Murphy (Robert Fischer); Tom Berenger (Browning); Marion Cotillard (Mal); Pete Postlethwaite (Maurice Fischer); Michael Caine (Miles), Lukas Haas (Nash); Tai-Li Lee, Tohoru Masamune, Yuji Okumoto, Earl Cameron, Tim Kelleher, Talulah Riley.
Sinopsis: Cobb es un especialista en robar pensamientos e ideas a través de los sueños. A causa de esa habilidad, es un hombre perseguido que, para recuperar su vida, debe intentar lo contrario: la incepción, es decir, introducir ideas en el subconsciente ajeno para que, en la vigilia, los afectados actúen de acuerdo a ellas.
Situado en la cima después del rotundo éxito de El caballero oscuro, Christopher Nolan se embarcó en su proyecto más ambicioso, Origen, un espectacular film de ciencia-ficción de trasfondo onírico, reparto estelar y gran presupuesto. Contrariamente a lo que muchos opinan, creo que el resultado de todo ello es la peor película de la carrera de Nolan.
Desgranaré las causas de mi acusado desapego hacia esta obra, que empezó al poco de iniciarse el visionado y, con el paso de los minutos, no se atenuó ni un ápice. Para empezar, Origen no se entiende, y no es porque no se explique, pues Nolan dedica una parte sustancial del metraje a contar, desde un punto de vista discutible pese a su pátina científica, la mecánica de los sueños. Unos sueños que, dicho sea de paso, son demasiado rígidos, demasiado cartesianos, demasiado de laboratorio. Nolan se dejó a Dionisos tomando cañas, y el producto de todo ello es un film narrativamente confuso, que desprende y genera frialdad y que, después de todo, termina por ser una película de acción al uso con un final dilatado de manera innecesaria, redoble de tambores definitivo para un guión que no se sostiene. Desde el inicio, Origen desvela todo su artificio, jugando a engañar al espectador en las primeras escenas, que el director utiliza para crear una apariencia de complejidad que, como toda la película, se queda sólo en eso, en apariencia. Eso sí, se trata de un espectáculo de masas, de un producto para consumo del gran público, así que hay que explicárselo todo. Con ello, Nolan lo acaba de estropear, pues cae en la pedantería y desprende una pretenciosidad que el guión está lejos de poder defender. Hay personajes que no aportan nada a la trama, algunos de ellos interpretados por actores excelentes, y todas las bondades visuales del film, que son muchas, quedan en segundo plano ante el contraste entre el exceso de parafernalia hollywoodiense (el largo final no es otra cosa que aparatoso) y las carencias narrativas. Cineastas como Buñuel, Cronenberg o Lynch, por mencionar sólo a algunos, crearon películas tan maravillosas como inquietantes al dirigir su mirada hacia los recovecos de nuestro subconsciente, pero Nolan se queda en un vistoso (y costoso) escaparate con muy poco detrás. La música de Hans Zimmer es buena, pero tampoco veo justificada su presencia a lo largo de todo el metraje pues, como ocurre con todos los demás elementos de la película, la acumulación acaba por cansar.
Lo he mencionado antes, pero quiero extenderme algo más en lo desaprovechados que están algunos de los mejores actores del reparto. Me refiero en especial a dos de ellos, Marion Cotillard, una magnífica actriz que da una de cal y una de arena a la hora de elegir sus trabajos en inglés, y un testimonial Michael Caine, a quien la brevedad y escaso peso de su personaje le impiden demostrar nada. Leonardo DiCaprio, sobre quien recae el mayor peso de la película, se esfuerza lo suyo, y creo que su interpretación es de lo poco salvable del film, junto a los aspectos puramente técnicos. Ellen Page es una actriz que tuvo su momento de gloria, pero a la que no encuentro verdadera sustancia (al contrario de lo que ocurre con otros, creo que su personaje está sobredimensionado en el guión), Ken Watanabe hace lo que puede y Tom Hardy, a quien debió de gustarle la experiencia con Nolan, pues ha repetido con él más de una vez, luce una expresión de no creerse nada más que remarcable. O igual era el reflejo de mi cara en la pantalla. Habituales de Nolan, como Cillian Murphy, aguantan el tipo, y otros, como Pete Postlethwaite, pasaban por allí.
Money for nothing, que diría Mark Knopfler. La nada, magníficamente envuelta. Origen me parece un carísimo despropósito y me sorprende que haya generado un número tan importante de adhesiones entusiastas. No creo que pase de ser una versión menos lograda de Matrix, ni que estemos ante una película que haga una aportación significativa al género fantástico y de ciencia-ficción. Nolan sí supo conjugar arte, ciencia y espectáculo en Interstellar, lo que demuestra que es un tipo que aprende de sus errores, pero aquí, resbaló de manera rotunda.