WHAT MAISIE KNEW. 2012. 93´. Color.
Dirección: Scott McGehee y David Siegel; Guión: Nancy Doyle y Carroll Cartwright, basado en la novela de Henry James; Director de fotografía: Giles Nuttgens; Montaje: Madeleine Gavin; Música: Nick Urata; Diseño de producción: Kelly McGehee; Producción: Daniela Taplin Lundberg, Daniel Crown y Charles Weinstock, para Red Crown Productions- Weinstock Productions- 10th Hole Productions-KODA Entertainment-120dB Films- Dreambridge Films- Image Entertainment (EE. UU.).
Intérpretes: Julianne Moore (Susanna); Onata Aprile (Maisie); Steve Coogan (Beale); Alexander Skarsgard (Lincoln); Joanna Vanderham (Tanya); Jesse Spadaccini (Martin); Sadie Rae, Diana García, Amelia Campbell, Maddie Corman, Paddy Croft, Trevor Long, Emma Holzer, Nadia Gan, Samantha Buck.
Sinopsis: Maisie es una joven que vive el derrumbe del matrimonio de sus padres, un marchante de arte y una vocalista de rock.
Uno de los títulos más destacados del cine independiente estadounidense allá por el año 2012 fue ¿Qué hacemos con Maisie?, drama en el que el dúo de directores formado por Scott McGehee y David Siegel lleva a la pantalla una adaptación contemporánea de una novela que Henry James escribió a finales del siglo XIX. Con esta película, McGehee y Siegel recuperaron la buena dirección después de dos films bastante mediocres.
Cuando uno piensa en un drama cinematográfico cuyo tema principal es el divorcio, la referencia inevitable es Kramer contra Kramer. ¿Qué hacemos con Maisie? se distancia al ofrecernos la visión infantil de ese hecho traumático, pues en todo momento el punto de vista adoptado es el de la única hija de un matrimonio que hace aguas por todas partes. Maisie es una niña inteligente y sensible, lejos de esos dictadorzuelos chillones que se ven por todas partes, y su desgracia consiste en ser descendiente de una de tantas parejas que le hacen a uno preguntarse en qué estaban pensando cuando les dio por casarse y reproducirse. La película empieza allá donde esos dramas románticos que tanto daño han hecho suelen terminar: en la agria descomposición de un matrimonio fracasado (del que queda una huella imborrable, con cara, ojos y sentimientos), en ese ruido que con tanto arte describió Sabina. Maisie, siempre protegida por Margo, la niñera, primero es testigo del cruce de reproches, para convertirse después del inevitable divorcio en el trofeo que sus padres se disputan, y en el arma que se arrojan para seguir dañándose.
Aplaudo la idea de trasladar el universo urdido por una mente tan brillante como la de Henry James a esta convulsa y éticamente pobre época nuestra, pero el guión es tramposo, pues los personajes son demasiado unidimensionales, y el hecho de que, en el mundo real tanta gente lo sea no me parece una buena excusa. Cierto es que hay millones de personas que, aunque quieran a sus hijos, se quieren más a sí mismas, pero en los personajes de los padres egoístas y manipuladores faltan claroscuros, como también sucede en la descripción de las nuevas parejas de éstos. Unos son demasiado malos, los otros demasiado buenos, y al final se pierde parte del encanto de la propuesta al meter demasiado azúcar en una película que es mejor cuanto más amarga. McGehee y Siegel ruedan con oficio, pero la puesta en escena tampoco es tan espectacular como para hacer que el espectador pase por alto los defectos de la trama, que la clava, eso sí, al mostrar a los niños como víctimas de los errores de quienes los engendraron, y en mostrar toda la insatisfacción y la mezquindad que puede haber tras las paredes de un lujoso edificio de apartamentos neoyorquino.
¿Qué hacemos con Maisie? se beneficia del gran trabajo de su reparto, que en varias escenas (véase la del encuentro casual en mitad de la calle de la madre de la criatura con las personas que de verdad la cuidan) consigue darle a los personajes una profundidad emocional que supera con creces la que hay en el texto. Por supuesto, está esa maravilla de actriz en perpetuo estado de gracia que es Julianne Moore, pero quiero destacar la actuación de Onata Aprile, que está en las antípodas de la criatura repelente que tantas películas (y vidas reales) arruina. Steve Coogan consigue aportar buenos matices a su personaje desde la sobriedad, lo cual es de agradecer, y Alexander Skarsgard y, sobre todo, Joanna Vanderham, actriz televisiva que demuestra talento, merecen buena nota en su recreación de unos personajes que, tal como están diseñados, se prestan demasiado a lo angelical.
¿Qué hacemos con Maisie? me parece mejor por lo que propone, y por cómo lo hace, que por cómo lo resuelve, pero no por ello deja de ser un sólido drama, con excelentes interpretaciones y argumentos más que suficientes para mover a su audiencia a la reflexión sobre los temas que plantea.