STAND BY ME. 1986. 86´. Color.
Dirección: Rob Reiner; Guión: Raynold Gideon y Bruce A. Evans, basado en el relato de Stephen King The body; Dirección de fotografía: Thomas Del Ruth; Montaje: Robert Leighton; Música: Jack Nitzsche; Diseño de producción: Dennis Washington; Producción: Andrew Scheinman, Raynold Gideon y Bruce A. Evans, para Columbia Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Will Wheaton (Gordie Lachance); River Phoenix (Chris Chambers); Corey Feldman (Teddy Duchamp); Jerry O´Connell (Vern Tessio); Kiefer Sutherland (Ace); Casey Siemazsko (Billy Tessio); Gary Riley (Charlie Hogan); Bradley Gregg (Eyeball Chambers); Jason Oliver (Vince); Marshall Bell (Mr. Lachance); John Cusack (Denny Lachance); Richard Dreyfuss (Gordie Lachance adulto); Frances Lee McCain, Bruce Kirby, William Bronder, Scott Beach, Madeleine Swift.
Sinopsis: Cuatro preadolescentes, que viven en un pequeño pueblo, descubren que el cadáver de un joven se encuentra en un bosque de la comarca y deciden ir hasta allí.
Después de la interesante Juegos de amor en la universidad, Rob Reiner continuó con la racha triunfal que marcó los primeros años de su carrera como director con Cuenta conmigo, film de temática juvenil que adapta un relato de Stephen King desde un enfoque en el que la nostalgia y la reivindicación de la amistad se imponen sobre los elementos terroríficos. El film fue un triunfo absoluto, que desde su estreno hasta hoy cuenta con una legión de admiradores que no se circunscribe a quienes, como quien esto escribe, tenían la misma edad que los protagonistas cuando se estrenó la película.
En mi opinión, Cuenta conmigo es un raro ejemplo de film ochentero que ha envejecido bien, y ello porque se trata de una película marcada por la sencillez, tanto en lo narrativo como en lo estético, y profundamente honesta. Hablamos de una película nostálgica y sentimental, pero nunca ñoña. Se nota para bien la huella de Stephen King, y los jóvenes protagonistas no sólo viven en un lugar que prácticamente les obliga a largarse si quieren ser alguien, sino que en plena pubertad ya almacenan, por cortesía de los adultos y de sus propios hermanos mayores, los traumas que habrán de acompañarles durante el resto de sus días. No en vano es la noticia de la muerte del que fuera su mejor amigo de la infancia la que aviva el recuerdo del ya maduro escritor; ese recuerdo hace que su mente pìense en otro cadáver, el que provocó la más memorable aventura que vivió en una época marcada por el rock, el soul y la pérdida de un hermano modélico que era, sin duda, el favorito de sus padres. La nostalgia por el niño que nunca volveremos a ser y por la amistad sincera (que casi siempre se genera en la juventud, y muy raras veces pasados los treinta) no empaña la mirada de un hombre que carece de memoria selectiva, y recuerda por igual lo memorable y lo atroz de los años decisivos en su formación como individuo.
Reiner, que como director se limita a ilustrar lo narrado sin excesivos alardes, se apoya en la fuerza de un guión excelente, que reproduce con fidelidad la manera de hablar de los personajes que retrata y muestra a los adolescentes como realmente son: vulnerables y a la vez endurecidos por sus poco idílicas vidas, jugando a ser adultos en los albores de su despertar sexual y regidos por sus propios códigos, que les reivindican y a la vez les aíslan frente a las generaciones anteriores. La visión que la película da de los adultos no puede ser más negativa: son seres embrutecidos y mezquinos de los que es preciso huir para poder sentirse libre y valorado. Quienes todavía no son adultos, es decir, los hermanos mayores de los protagonistas, no salen mucho mejor parados: son unos macarras sin cerebro y, salvo en el caso de Ace, el líder del grupo, sin personalidad. Por ello la búsqueda del cadáver es la de la ansiada libertad, pero también un episodio que marca el fin de la infancia.
Más allá de la narrativa, son la música (obviamente, la presencia del Stand by me, de Ben E. King, marca toda la película) y un afán de realismo que se extiende a los apartados técnicos los elementos más característicos de una obra que se apoya en ellos para erigirse en universal.
Del cuarteto de jóvenes protagonistas, el mejor actor era sin duda el malogrado River Phoenix, fallecido pocos años después por sobredosis de drogas. En él se percibe verdadero talento, que por suerte se extendió a su hermano Joaquin. Will Wheaton, ahora más conocido por interpretarse a sí mismo en diversos capítulos de The Big Bang Theory, apunta maneras, pero no llega a alcanzar el nivel de Phoenix, aunque sí a superar lo que hacen un Corey Feldman sobreactuado (y para eso también hay que valer) y un discreto Jerry O´Connell, que debutó en esta película, dando inicio a una prolífica y, en general, poco distinguida carrera. A Kiefer Sutherland, que me parece un buen actor inferior a su padre, le sienta bien el disfraz de macarra obtuso y gallito. De los demás, destacar la aparición de Richard Dreyfuss como narrador y la de John Cusack en el papel del desaparecido hermano mayor del principal protagonista.
Cuenta conmigo ha pasado a la historia como una de las mejores películas sobre la infancia y la adolescencia producidas desde los estudios de Hollywood, y creo que merece esa consideración, pues posee eso tan buscado y tan raro de ver llamado magia, sin dejar de resultar realista.