PHANTASM. 1979. 89´. Color.
Dirección: Don Coscarelli; Guión: Don Coscarelli; Dirección de fotografía: Don Coscarelli; Montaje: Don Coscarelli; Música: Fred Myrow y Malcolm Seagrave; Dirección artistica: David Gavin Brown; Producción: Dac Coscarelli y Paul Pepperman, para New Breed Productions (EE.UU.).
Intérpretes: Michael Baldwin (Mike); Bill Thornbury (Jody); Reggie Bannister (Reggie); Angus Scrimm (El Hombre Alto); Kathy Lester (Mujer de lavanda); Terrie Kalbus, Mary Ellen Shaw, Ken Jones, Susan Harper, Lynn Eastman, David Arntzen, Raplh Richomnd, Bill Cone.
Sinopsis: Mike, un adolescente que acaba de perder a sus padres, observa que, después del funeral del mejor amigo de su hermano, un hombre se lleva el féretro a una solitaria mansión. A partir de este hecho, empiezan a ocurrir extraños sucesos.
Sin duda, la película que ha marcado la carrera de Don Coscarelli es Phantasma, film de terror setentero convertido en obra de culto por multitud de fans de todo el mundo. El éxito de este film, de extraña atmósfera y escaso presupuesto, generó diversas secuelas que, como suele suceder, son inferiores al original.
Don Coscarelli, que como Juan Palomo escribe, dirige, fotografía y monta la película, ha confesado en diversas ocasiones que su origen está en un sueño, o más bien en una pesadilla. Ciertamente, visto el film uno no puede sino confirmar que su trama argumental proviene de un sueño… o de un cuelgue. Phantasma es profundamente bizarra, y reúne diversos elementos para resultar un completo desastre bastante cómico, pero es precisamente su logrado ambiente de pesadilla sin sentido el factor decisivo para convertir lo descacharrante en acojone, o al menos en inquietud. Y sí, la trama es un despropósito, y pese a ello la película consigue caer de pie. Coscarelli, que antes de esta obra había dirigido dos films sobre adolescentes, que no he visto y que algunos de quienes sí lo han hecho consideran los mejores de su carrera, vuelve a colocar a un muchacho en plena pubertad como protagonista de una historia de miedos irracionales, esferas asesinas, videntes, mansiones tenebrosas y criaturas hostiles del espacio exterior. Así, todo junto. Lógica, hay poca, pero la tensión abunda y los tiempos muertos escasean. Coscarelli sabe ir al grano, y aprovechar las posibilidades que le otorgan las localizaciones (cementerios, solitarias carreteras nocturnas, una morgue que casi es Lynch antes de Lynch) para contagiar al espectador el aire malsano de su pesadilla filmada. Contribuye a ello la sencilla pero efectiva banda sonora, y en general se nota el escaso presupuesto pero, a excepción de la hilarante (no sé si de forma buscada o involuntaria) escena del moscardón asesino, el acabado visual de la película no es cutre, sólo modesto.
Dicho lo cual, las actuaciones son en general, malas de solemnidad. Michael Baldwin, el adolescente protagonista cuya carrera interpretativa prácticamente se circunscribe a las distintas secuelas de esta película, al menos le pone empeño, pero poco más. Bill Thornbury, su hermano mayor en la ficción, demuestra que lo suyo es la música. Reggie Bannister cumple, lo cual ya es mucho visto el entorno, y Angus Scrimm al menos acojona, aunque sus andares a cámara lenta resultan menos chulos de lo que deberían y es su rostro el que en verdad da miedo. Al resto del elenco tampoco le hubiesen venido mal unas clases de interpretación antes del rodaje.
Phantasma es, en distintos aspectos, una película terrorífica en el mal sentido de la palabra, pero su paradoja es que, pese a ello, consigue serlo también en lo positivo. Cineasta total, Don Coscarelli demostró aquí cierta habilidad para el funambulismo.