CATTLE QUEEN OF MONTANA. 1954. 85´. Color.
Dirección: Allan Dwan; Guión: Robert Blees y Howard Estabrook, basado en un argumento de Thomas Blackburn; Director de fotografía: John Alton; Montaje: Carlo Lodato; Música: Louis Forbes; Dirección artística: Van Nest Polglase; Producción: Benedict Bogeaus, para RKO Radio Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Barbara Stanwyck (Sierra Nevada Jones); Ronald Reagan (Farrell); Gene Evans (McCord); Lance Fuller (Colorados); Anthony Caruso (Natchakoa); Jack Elam (Yost); Yvette Duguay (Starfire); Morris Ankrum (J.I. Pop Jones); Chubby Johnson (Nat Collins), Myron Healey (Hank); Rodd Rewing, Paul Birch, Byron Foulger.
Sinopsis: Una familia de Texas se dirige a Montana para tomar posesión de unas tierras que han adquirido. Por la noche, un grupo de indios les atacan y roban todo su ganado. La hija de la familia, Sierra Nevada Jones, que sobrevive al ataque, intenta recuperar sus propiedades.
El director Allan Dwan dedicó los últimos años de su extensísima filmografía a la producción de westerns y films de aventuras. Al primero de estos géneros pertenece La reina de Montana, funcional y vigorosa película del Oeste que destaca por el protagonismo femenino y por ofrecer una imagen más matizada de los indios de la habitual en esa clase de producciones. Se trata de un típico film de la RKO, serie B de escaso presupuesto y calidad más que aceptable.
Aunque siempre le faltó añadir mayores pretensiones artísticas a su indiscutible dominio del oficio, Allan Dwan raras veces desentona. No lo hace en La reina de Montana, película que narra la historia de una familia de Texas que viaja al estado del título para ocupar unos terrenos que les pertenecen, y en los que tienen previsto establecerse. Sin embargo, nada más llegar a sus tierras, los nuevos colonos sufren un ataque de los indios que acaba con varios muertos y la pérdida de todo el ganado. Esos indios operan en connivencia con McCord, el poderoso terrateniente del lugar. La superviviente del ataque, y heredera de las tierras, Sierra Nevada Jones, luchará por hacer valer sus derechos.
El estilo es directo, tanto en el guión, que no depara demasiadas sorpresas respecto a otras producciones de parecidas características, como en la puesta en escena. Virguerías, las justas; oficio, todo el que se quiera. Esto significa que las escenas de acción están filmadas con buen estilo, y que la utilización que se hace de los bellos parajes naturales que sirven de marco geográfico de la película los convierte en un personaje importante de la misma. Es en las escenas nocturnas (de entre las que destaco la que muestra el ataque de los indios a la propiedad de los Jones) en las que mejor se aprecia la calidad de John Alton, colaborador habitual de Dwan en aquellos años. Como era de esperar, los buenos son muy buenos y los malos son malísimos, aunque hay que decir que el hecho de que el triángulo virtuoso lo formen una mujer de armas tomar, un militar infiltrado en las filas del terrateniente McCord y un jefe indio que estudió en la universidad se aleja bastante de los tópicos del género. Que los malvados sean un indio sanguinario y un magnate sin escrúpulos es de todo menos novedoso, pero el resultado en la pantalla es bueno, dejando claro que la corrupción y el gusto por el derramamiento de la sangre ajena no entiende de razas, sino de caracteres. Y hay tiempo para denunciar el racismo de quienes a duras penas son capaces de reconocer valores humanos en los indios.
Encabeza el reparto una actriz que siempre me encantó, Barbara Stanwyck, cuya posición en la industria había menguado respecto a la que ocupara una década antes, pero que seguía manteniendo su talento, su carisma y su atractivo. A su lado, Ronald Reagan vuelve a demostrar que nunca fue más que un John Wayne de segunda fila, y Lance Fuller no es que sea un dechado de expresividad. Mejor está Gene Evans, por mucho que su papel esté muy visto, y lo mismo cabe decir de un secundario de lujo del western, Jack Elam, aquí en el papel de esbirro del terrateniente. El resto, cumplidor, sin demasiado brillo.
La reina de Montana no es un clásico, pero sí una película muy entretenida, ideal para pasar un buen rato y beneficiada sin duda por el protagonismo de la gran Barbara Stanwyck.