Aunque la moción de censura que ha llevado a Pedro Sánchez a la Moncloa me parece la reunión del ejército de Pancho Villa o, por decirlo con más finura, el pacto entre sujetos políticos que sólo pueden ponerse de acuerdo en sacar del gobierno al Partido Popular (algo que, aclaro, me parece una acertada medida de higiene democrática), pero de ningún modo en gobernar ellos mismos a través de medidas concretas y de alcance, he de decir que la decisión del nuevo presidente de darle la cartera de Asuntos Exteriores a Josep Borrell me parece muy acertada, porque el político catalán es un ser inteligente y preparado que, además, es bien capaz de dejar claras las mentiras del proceso independentista catalán a nivel mundial (ya lo hizo en un documentado libro que debería ser lectura obligatoria en los institutos catalanes), ahora que parece que la cosa va de internacionalizar el conflicto, según la terminología del racista Torra, de sus superiores y de sus seguidores. Esto, en castizo, significa explotar al máximo el discurso victimista para mendigar un apoyo internacional que, ahora mismo, es casi nulo. En este terreno, ponerles enfrente a alguien como Borrell es todo un acierto. La prueba es que, en el otro bando, su designación ha dolido.