THE KILLER INSIDE ME. 2010. 106´. Color.
Dirección : Michael Winterbottom; Guión: John Curran, basado en la novela de Jim Thompson; Director de fotografía: Marcel Zyskind; Montaje: Mags Arnold; Música: Joel Cadbury y Melissa Parmenter; Diseño de producción: Rob Simons y Mark Tildesley; Producción: Andrew Eaton, Chris Hanley y Bradford L. Schlei, para Hero Entertainment, Muse Productions, Stone Canyon, BOB Film Sweden AB, Indion Entertainment Group, Film I Väst y Revolution Films (Reino Unido-EE.UU.-Suecia).
Intérpretes: Casey Affleck (Lou Ford); Kate Hudson (Amy Stanton); Jessica Alba (Joyce Lakeland); Ned Beatty (Chester Conway); Elias Koteas (Joe Rothman); Tom Bower (Sheriff Maples); Simon Baker (Howard Hendricks); Bill Pullman (Billy Boy Walker); Brent Briscoe (Bum); Liam Aiken (Johnny Pappas); Jay R. Ferguson (Elmer Conway); Matthew Maher, Ali Nazary, Blake Lindsley, Noah Crawford, Michael Gibbons, Caitlin Turner.
Sinopsis: Lou Ford, ayudante del sheriff en un pueblo de Texas, encuentra la ocasión para dar rienda suelta a sus instintos criminales cuando se le encarga que expulse del lugar a una joven prostituta que tiene una aventura con el hijo del hombre más poderoso de la zona.
Ecléctico, prolífico e irregular, Michael Winterbottom suele cambiar de registro con frecuencia. Por eso, después del aclamado documental La doctrina del shock, decidió meterse de lleno en el cine negro y dirigir la adaptación de una de las novelas más conocidas de todo un clásico del género, Jim Thompson. El film dividió a la crítica, que en su mayoría consideró que el director británico se quedó a medio camino a la hora de plasmar en pantalla el universo sórdido del novelista de Oklahoma. Coincido.
En esta ocasión, los problemas de la adaptación cinematográfica se deben más a la falta de inspiración de sus artífices que a las licencias respecto al texto original. Como en la novela, es el propio asesino quien explica la historia. Se trata de un ayudante del sheriff, que cometió un crimen en su juventud pero que, desde entonces, ha normalizado su vida: trabaja al servicio de la ley, mantiene un largo noviazgo con una bella joven de buena familia y es considerado un tipo honesto, aunque poco brillante, por la inmensa mayoría de sus conciudadanos. Sin embargo, la visita a una prostituta hace que reaparezca en Lou Ford el asesino que en el fondo nunca dejó de ser. A partir de ese momento, Ford irá sembrando el pueblo de cadáveres mientras trata de alejar las sospechas que el fiscal y el propio sheriff tienen acerca de él.
En una historia de gran violencia, en la que escasea el sentido del humor del que hace gala Jim Thompson en otras obras, las escenas de buen cine se alternan con otras en las que nadie parece tener claro lo que se está explicando: sin duda, el máximo responsable de este defecto es John Curran, pues su guión está lejos de darle a la historia el empujón que necesita en las escenas menos violentas, la complejidad del perfil psicológico del protagonista, que sí está bien expuesta, contrasta con la linealidad de los secundarios y, entrando en terrenos más específicos, se ahonda demasiado en los traumas de juventud de Lou Ford para el poco tino que se demuestra a la hora de explicarlos. Winterbottom se muestra firme y preciso en los momentos más logrados de la película, que coinciden con los de mayor violencia explícita, pero incapaz de elevar el interés de las escenas de transición. El estilo seco y directo de Jim Thompson, trasladado con brillantez a la gran pantalla por cineastas como Stephen Frears, Bertrand Tavernier o Sam Peckinpah, se encuentra aquí diluido, hasta confuso en las escenas que comparten Ford y ese personaje mal definido que es Joe Rothman. En lo referente a la puesta en escena, la película es notable, pues su ambientación en la Texas profunda de los 50 es bastante creíble y los aspectos técnicos terminan por brillar más que los narrativos.
El reparto es de mucha calidad, lo que en cierto modo es una lástima porque algunos de los intérpretes están desaprovechados, bien por lo poco que aparecen, por la escasez de aristas de sus personajes, o por ambas cosas. Casey Affleck hace una interpretación notable, que está entre lo mejor de la película porque es capaz de mostrar sin desvaríos al psicópata que se esconde bajo la apariencia de un ayudante del sheriff algo garrulo. Le acompañan dos bellas actrices, en cuyas filmografías escasea el cine de calidad: Kate Hudson y Jessica Alba. La primera siempre me ha parecido mediocre, y aquí no hace otra cosa que confirmar mis sospechas; Jessica Alba, sin ser una gran actriz, sí logra sacarle algo de punta a un personaje que tampoco es que sea para tirar cohetes. En el notable plantel de secundarios es de resaltar la aparición del veterano Ned Beatty como cacique local, así como la de otro viejo rockero, Tom Bower, en el papel de sheriff. El televisivo Simon Baker y un casi no visto Bill Pullman cumplen sin más, y el trabajo de Elias Koteas se resiente de la falta de cuerpo de su personaje.
Pudo haber sido una gran película de cine negro contemporáneo, pero El asesino dentro de mí lo consigue sólo a ratos, ocupando un lugar no preeminente tanto en lo que se refiere a las adaptaciones cinematográficas de las novelas de Jim Thompson como en la propia filmografía de Michael Winterbottom.