FANTASIA. 1940. 123´. Color.
Dirección: James Algar. Samuel Armstrong, Ford Beebe, Jr., Norman Ferguson, David Hand, Jim Hanley, T. Hee, Wilfred Jackson, Hamilton Luske, Bill Roberts, Paul Satterfield y Ben Sharpsteen; Guión: Joe Grant y Dick Huemer; Dirección de fotografía: James Wong Howe; Montaje: George Cave; Música: Johann Sebastian Bach, Piotr Ilich Tchaikovsky, Paul Dukas, Igor Stravinsky, Ludwig van Beethoven, Amilcare Ponchielli, Modest Mussorgski y Franz Schubert; Dirección artística: Ken Anderson, Bruce Bushman, Arthur Byram, Tom Codrick, Robert Cormack, Harold Doughty, Yale Gracey, Hugh Hennesy, John Hubley, Dick Kelsey, Gordon Legg, Kay Nielsen, Lance Nolley, Ernie Nordli, Kendall O´Connor, Charles Payzant, Curt Perkins, Charles Philippi, Thor Putnam, Herbert Ryman, Zack Schwartz,Terrell Stapp, Mc Laren Stewart y Al Zinnen; Producción: Walt Disney y Ben Sharpsteen, para Pixar Studios-Walt Disney Productions (EE.UU.).
Intérpretes: Deems Taylor (Narrador); Leopold Stokowski (Director de orquesta); Walt Disney (Voz de Mickey Mouse), Orquesta Sinfónica de Filadelfia.
Sinopsis: Ocho historias ilustran algunas de las piezas más conocidas de la música clásica.
El descomunal éxito de Blancanieves y los siete enanitos hizo que Walt Disney decidiera emprender proyectos más experimentales, entre los que destaca Fantasía, film que une la animación con la música clásica a través de ocho segmentos. En su estreno, el film fue un fracaso rotundo, pues el público esperaba una historia más clásica de la compañía, y se encontró con un delicioso experimento que, con el paso de los años, ha quedado como una de las obras maestras de los estudios Disney.
Si aún hoy es difícil construir una película de estas características, en la que los dibujos animados y la música se funden en un conjunto cautivador y homogéneo, sólo cabe imaginar la extrema complejidad de levantar, hace casi ochenta años, un proyecto de esta naturaleza. No estamos ante una narración típica, sino frente a diversas piezas independientes que, a partir de una pequeña introducción, proporcionan soporte visual a algunas de las más conocidas melodías producidas por la inteligencia humana. Dichas piezas musicales se dividen en tres grandes grupos: las que explican una historia completa, las que, sin tener un argumento específico, sí ofrecen una serie de imágenes concretas y, por último, aquellas en las que la música existe y habla por si misma. Con una de esas piezas, Tocata y fuga, de Johann Sebastian Bach, se inicia este viaje a través de los sentidos que es Fantasía, con una sucesión de imágenes muy influidas por el surrealismo que dejan bien claro que no estamos ante un film de Walt Disney al uso. Como en toda la película, la sincronización entre la música y las imágenes es prodigiosa: más adelante vendrán las historias más definidas, pero este primer segmento es un maravilloso dejarse llevar. A continuación, la suite de El cascanueces, de Tchaikovsky, ofrece una coreografía más bucólica e inteligible para el espectador medio, antes de que dé comienzo una obra maestra en sí misma: las notas de El aprendiz de brujo, de Paul Dukas, sirven de apoyo para explicar cómo un joven (el mismísimo Mickey Mouse) que trabaja para un mago provoca una incontenible revolución de escobas por aprovechar sus conocimientos en las ciencias ocultas para que una de esas escobas haga el trabajo duro por él. Con esto, la película se afianza en un nivel de calidad muy alto, que la siguiente historia, que muestra el surgimiento de la vida en la Tierra ilustrada por La consagración de la primavera, de Stravinsky, se encarga de elevar. Sin concesiones a la beatería, y con una música que está entre lo más destacado del siglo XX, se nos muestra qué ocurrió en este planeta desde la aparición de los primeros seres acuáticos y unicelulares hasta la extinción de los dinosaurios.
Las dos siguientes historias son quizá, las más típicamente Disney del conjunto. Sin discutir los indudables logros técnicos, he de decir que en la ilustración de la Pastoral de Beethoven aparece esa ñoñería que, en mi opinión, es el mayor lastre de no pocas de las obras producidas por esta empresa, y que La danza de las horas tiene gracia, pero se queda lejos de los mejores momentos vistos y oídos con anterioridad… y con el magistral segmento que cierra la película, en el que se funden la Noche en el Monte Pelado, de Mussorgsky, y el Ave María, se Schubert, para mostrar la lucha entre la luz y la oscuridad. La representación de esta última, con imágenes en las que no cuesta ver las huellas del Bosco o Goya, es de todo punto perfecta. La del mundo celestial no se queda atrás.
Es una verdadera lástima que el fracaso de Fantasía, y el de otras obras mayores como Bambi, hicieran que Walt Disney se replegara en cuanto a sus ambiciones artísticas y optara por producir películas del gusto del gran público. Ahí queda, sin embargo, Fantasía, como una verdadera obra maestra del cine de animación. Y del otro.