PREDATOR. 1987. 107´. Color.
Dirección: John McTiernan; Guión: Jim Thomas y John Thomas; Director de fotografía: Donald McAlpine; Montaje: John F. Link y Mark Helfrich; Música: Alan Silvestri; Dirección artística: Frank Richwood y Jorge Sáenz; Diseño de producción: John Vallone; Producción: Lawrence Gordon, John Davis y Joel Silver, para 20th Century Fox (EE.UU).
Intérpretes: Arnold Schwarzenegger (Dutch); Carl Weathers (Dillon); Elpidia Carrillo (Ana); Bill Duke (Mac); Jesse Ventura (Blain); Sonny Landham (Billy); Richard Chaves (Poncho); R.G Armstrong (General Phillips); Shane Black (Hawkins); Kevin Peter Hall, Peter Cullen.
Sinopsis: Un grupo de militares de las fuerzas especiales es enviado a la jungla centroamericana para rescatar a un importante político. Sin embargo, una vez en la selva los soldados son atacados por una criatura de origen desconocido.
Depredador, la segunda película firmada por John McTiernan, supuso el primer gran éxito en la carrera de este director especializado en el cine de acción que vivió sus mejores años al inicio de su filmografía. Se trata de un film que mezcla el género bélico, la ciencia ficción y el terror a mayor gloria de su musculoso protagonista, Arnold Schwarxenegger, que tras los éxitos de Conan el bárbaro y Terminator reclamaba para sí el trono de la acción ochentera. La taquilla bendijo la propuesta, que significó un gran espaldarazo para las carreras de los principales artífices de la película.
El guión, además de flojo, es más bien delirante, pero supongo que de todas formas nadie esperaba aquí a Ben Hecht. El caso es que un alienígena dotado de un notable poder destructivo aterriza en lo más profundo de la jungla centroamericana, justo la misma zona a la que un comando de soldados de élite estadounidenses es enviado para rescatar a uno de esos tipos que manejan los hilos de la política. El rescate culmina en la típica carnicería exitosa, pero el periplo selvático de los hercúleos militares se complica por culpa del encuentro con alguien mucho más peligroso que cualquier guerrilla latinoamericana: el alienígena del principio, que no parece simpatizar demasiado con ellos y se dedica a eliminarlos de uno en uno, y de formas bastante espectaculares. Si alguien encuentra notables parecidos entre este planteamiento y los de los films que por aquella época producía a destajo la Cannon para Chuck Norris y otras estrellas de menor entidad, no se equivoca: se trata de la misma fórmula, pero con mayor presupuesto. Depredador es pura serie B con envoltorio de A, pero está rodada con solvencia y los efectos especiales están, en general, muy logrados.
McTiernan demuestra poseer buen pulso para la acción. No le molestan demasiado los diálogos, escasos y en los que abunda más la chulería que el seso, y puede lanzarse a mostrar su pericia a la hora de rodar un film lleno de testosterona, en el que la fotografía es más que correcta, el montaje es ágil y la música, presa de buena parte de los clichés ochenteros, resulta al menos eficaz. De hecho, la película funciona muy bien mientras el diezmo del comando no es absoluto, porque lo cierto es que, en cuanto el monstruo y el protagonista se quedan solos en la selva, los intentos por rizar el rizo convierten el final de la película en algo involuntariamente risible (otra similitud con buena parte de los films de la Cannon…): uno diría que, al llegar al momento cumbre, los guionistas y productores de la película ya habían aspirado demasiada coca, y lo que queda es una versión chusca de Alien que, no obstante, fue muy bien aceptada como animal de compañía.
Sin duda, el mejor intérprete del reparto es el monstruo alienígena… y al final sobreactúa. De hecho, su postrera performance es, en toda la extensión del término, de carcajada pura: véanla de este modo, y disfruten. En cuanto a los actores de músculo y hueso, el protagonismo absoluto es para Arnold Schwarzenegger, el hombre que con su esculpido cuerpo hizo que el cine de acción pasara de ser viril a involuntariamente gay-friendly. La nula expresividad del actor austríaco no supone un problema para la película, antes al contrario, y tampoco le hace quedar mal porque el resto de intérpretes, entre los que sólo hay dos verdaderos actores, Elpidia Carrillo y R.G. Armstrong, cuyas apariciones son poco más que testimoniales, son también forzudos sin expresión. Carl Weathers hace lo que puede, pero no nació para interpretar Ricardo III, y aún me quedo con un Bill Duke que al menos le pone algo de intención al asunto.
Depredador tuvo una secuela, que siguiendo la costumbre fue mucho peor que el primer intento, y como era de esperar tendrá su remake, que no pienso ver salvo amenaza de muerte. El film original tiene la baza de la nostalgia para los que crecimos entre las estanterías de los videoclubs, y es a la vez una película de acción bastante consistente que degenera en un final descacharrante, lo que también tiene su punto. Vamos, que se ve con interés hasta los últimos veinte minutos, y después se hunde de manera irremisible si te la tomas en serio, pero se disfruta mucho si aprietas el botón del descojone a su debido tiempo.