FILMWORKER. 2017. 89´. Color.
Dirección: Tony Zierra; Guión: Tony Zierra; Dirección de fotografía: Tony Zierra; Montaje: Tony Zierra; : Producción: Elizabeth Yoffe y Tony Zierra, para True Studio Media (EE.UU.).
Intérpretes: Leon Vitali, Ryan O´Neal, Danny Lloyd, Matthew Modine, R. Lee Ermey, Stellan Skarsgard, Marie Richardson, Tim Colceri, Brian Capron, Julian Senior, Pernilla August, Lisa Leone, Chris Jenkins, Philip Rosenthal, Max Vitali, Vera Vitali, Masha Vitali.
Sinopsis: Biografía de Leon Vitali, un prometedor actor que decidió abandonar su carrera y ejercer como ayudante de Stanley Kubrick tras rodar a sus órdenes Barry Lyndon.
Hablar de Filmworker es hablar de tres personas: su artífice, Tony Zierra, debutó dirigiendo una película de ficción para continuar su obra en el terreno del documental. Aquí, se encarga de todas las principales labores técnicas, así como de fijar la estructura narrativa del film, y lo hace de una forma muy competente, con mucho oficio y yendo al grano. En el cine, como en la vida, es muy importante lo que no se hace: Filmworker es una película que perdería muchos enteros si su director cediera a la tentación de irse por las ramas, así que la concisión narrativa de la propuesta es, sin duda, mérito de Tony Zierra. No estamos ante una obra maestra, pero sí ante un trabajo que explica bien una historia que merece ser contada.
Esa historia es la del protagonista de la película, Leon Vitali, actor que había hecho algunos trabajos interesantes en la televisión inglesa y fue elegido por Stanley Kubrick para interpretar a Lord Bullingdon en Barry Lyndon. Ahí, la vida de Vitali dio un giro radical: por un lado, el siempre exigente Kubrick quedó satisfecho con la labor interpretativa del joven actor, pero lo fundamental de la relación entre ambos fue que, impactado por el hecho de trabajar a las órdenes de un genio, Vitali se interesó por las labores técnicas y logísticas que posibilitan la realización de un film, llegando a involucrarse hasta el punto de dejar de lado su carrera como actor y convertirse en el chico para todo de Kubrick, el imprescindible asistente disponible las 24 horas al día que fue parte importante en la producción de los tres últimos largometrajes del director: El resplandor, La chaqueta metálica y Eyes wide shut. Para la primera de ellas, Vitali viajó a los Estados Unidos para buscar las localizaciones más adecuadas y, de paso, traerse al niño que coprotagonizó la película, Danny Lloyd. Para la farsa-epopeya vietnamita de Kubrick, Vitali se centró en la búsqueda de los actores, casi todos jóvenes y desconocidos, que iban a interpretar a los soldados, pero su mayor logro fue convencer a Kubrick de que el ex-militar R. Lee Ermey era el instructor de reclutas ideal. En Eyes wide shut, Kubrick hizo que su fiel colaborador volviera a ponerse delante de las cámaras, interpretando al maestro de ceremonias de la sociedad secreta. Testimonios como los de Ryan O´Neal, Matthew Modine o el propio Ermey corroboran el altísimo nivel de implicación de Vitali en las producciones de Kubrick, aunque se echa a faltar la participación de los familiares del cineasta neoyorquino, así como las de otros de sus colaboradores más cercanos.
Lo más interesante de Filmworker es, sin duda, que nos presenta a un hombre que renunció a su triunfo personal para trabajar a las órdenes de otra persona, y no de una cualquiera, pues Stanley Kubrick es famoso por ser un cineasta de trato difícil, perfeccionista hasta extremos difíciles de soportar y exigente como el que más. En un mundo en el que todos prefieren vender sus propias heces intentando que los demás crean que huelen bien a trabajar a las órdenes de un gran perfumista para ayudarle a crear una fragancia embriagadora, Vitali es una rara avis, máxime cuando su profesión, la de actor, exige no poca vanidad en quienes la desempeñan. La recompensa material a tantos desvelos fue, según denuncia el biografiado, escasa, pero en él hay más orgullo que queja, y le entiendo: al final, la gran mayoría de seres humanos acabamos trabajando a las órdenes de seres que tienen muchos de los defectos de Kubrick, pero ninguna de sus virtudes. Y, entre obedecer a personas escandalosamente mediocres que se creen importantes, o incluso geniales, Leon Vitali tuvo el privilegio (tras el cual hay mucha penitencia, qué duda cabe) de trabajar para un genio de verdad. Por eso su historia es interesante, y por eso esta película dirigida por Tony Zierra merece ser vista con atención.