Ahora que todo el mundo habla del fenómeno Rosalía, ahí va este bloguero a decir la suya. Para empezar, las modas son algo especialmente refractario a la explicación racional, y como, en estos momentos, Rosalía es una moda, no intentaré intelectualizar algo tan poco propicio a ese noble ejercicio como es el capricho ajeno. Lo que sí puedo decir es que la cantante nacida en Sant Esteve de Sesrovires corre el peligro de convertirse en un icono de usar y tirar del flamenco moderno como lo fue, en su momento, Pitingo. No tengo otra explicación para la omnipresencia de Rosalía en los grandes eventos musicales y en los medios de comunicación de mayor predicamento que una bien simple: a los que parten el bacalao les ha dado por ella. El público… bueno, se traga lo que le echen, en su mayoría. ¿Existen motivos puramente artísticos que justifiquen esta fiebre? No, en mi opinión. Sin salir del mundo del flamenco, hay cantaoras jóvenes mejores que Rosalía. Pondré sólo un ejemplo: Rocío Márquez, artista de una pieza que también ha hecho viajes por la heterodoxia que han provocado el rechazo de los más puristas. Ni las canciones de Rosalía, ni su forma de interpretarlas, me dicen gran cosa. El flamenco es, sobre todo, emoción, y me resulta difícil creer que a quienes aprecien a Camarón, a Morente, a Pastora Pavón, al Chocolate, a Mairena, a La Paquera, al Lebrijano, a Menese, a Carmen Linares, a Mercé, a Poveda o a Arcángel, Rosalía no les deje fríos. Vi por televisión su concierto en el pasado Primavera Sound, acompañada por Raúl Refree a la guitarra, y llegué a la conclusión de que Rosalía no transmite jondura, que su quejío no es arrebatador, que le faltan años y tablas para ser una artista con mayúsculas, algo para la que no creo que tenga madera. No toda la culpa fue suya: Raúl Refree, un tipo de aguda inteligencia musical, se me queda corto como guitarrista flamenco. Servidor conoce la obra de los grandes (Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Tomatito, Vicente Amigo, Riqueni, Gerardo Núñez, Cañizares, Niño Josele y otros muchos) y, en lo que a las seis cuerdas se refiere, no acepta pulpo como animal de compañía. Rosalía es, en la actualidad, nada más (y nada menos) que una alumna aplicada con estrella, así que, por favor, moderen su entusiasmo. Prefiero que el éxito de masas sea para ella y no para cualquier triunfito de karaoke, para DJ´s sin talento, para los cavernícolas del reggaetón o para esos raperos que intentan suplir sus nulas aptitudes vocales con frases más o menos ingeniosas, pero ser un artista de verdad y ser muy popular no son, desde luego, la misma cosa.