THE MULE. 2018. 116´. Color.
Dirección: Clint Eastwood; Guión: Nick Schenk, inspirado en el artículo The Sinaloa Cartel´s 90-year old drug mule, de Sam Dolnick, publicado en el New York Times Magazine; Dirección de fotografía: Yves Bélanger; Montaje: Joel Cox; Música: Arturo Sandoval; Diseño de producción: Kevin Ishioka; Dirección artística: Rory Bruen y Julien Pougnier; Producción: Dan Friedkin, Clint Eastwood, Tim Moore, Kristina Rivera, Bradley Thomas y Jessica Meier, para The Malpaso Company-Imperative Entertainment-Bron Creative-Warner Bros. (EE.UU).
Intérpretes: Clint Eastwood (Earl Stone); Bradley Cooper (Agente Bates); Laurence Fishburne (Oficial de la DEA); Dianne Wiest (Mary); Ignacio Serricchio (Julio Gutiérrez); Andy García (Latón); Alison Eastwood (Iris); Taissa Farmiga (Ginny); Robert LaSardo (Emilio); Michael Peña (Agente Treviño); Manny Montana (Axl); Eugene Cordero, Saúl Huezo, Clifton Collins Jr., Jill Flint, Loren Dean, Noel Gugliemi, Victor Rasuk, Lee Coc, Casey Corley.
Sinopsis: Un viejo horticultor arruinado es reclutado por un cártel mexicano para que transporte droga a través de los Estados Unidos.
Después del fracaso de 15:17 Tren a París, considerada una de sus películas más flojas como director, Clint Eastwood se volvió a colocar a ambos lados de la cámara para su siguiente proyecto, Mula, drama inspirado en un caso real que la crítica y el público recibieron de una forma bastante más calurosa.
En Mula se percibe la intención de Eastwood de recobrar el aliento de la que es su última obra mayor, Gran Torino. Lo consigue en parte, lo que sitúa a esta película por encima del 90% de las obras que se estrenan actualmente en las pantallas de cine. Para empezar, ambas películas comparten guionista, un de nuevo inspirado Nick Schenk, y el tema de la búsqueda de la redención por parte de un hombre ya en las postrimerías de su existencia. En esta ocasión, Eastwood interpreta a Earl, un anciano que ha dedicado toda su vida al cultivo de flores y a viajar por todos los Estados Unidos. El reverso de este modo de vida consiste en que Earl postergó siempre a una familia que, a excepción de su nieta Ginny, está resentida con él por ese motivo. A Earl, eso de la vida hogareña siempre le pareció un agobio, pero una serie de circunstancias adversas le dejan en la miseria a una edad en la que el mayor reto es poder seguir en pie. En una fiesta familiar en la que no es bien recibido, un arruinado Earl escucha una singular oferta por parte de uno de los asistentes al evento: entregar una mercancía sin determinar, pero de naturaleza inequívoca, a cambio de una buena suma de dinero. Con poco margen de elección, Earl, un conductor modélico que jamás ha sido multado, realiza la entrega y continúa aceptando trabajos, cada vez de mayor enjundia, para los narcotraficantes, cuyo dinero le sirve al anciano para recomponer su vida.
Mula es un film de ritmo pausado y apariencia sencilla que esconde, bajo un tono de comedia que acompaña la mayor parte de los viajes por carretera de su protagonista, mucha más profundidad de la que aparenta. Opino que, con la aparición en la película de su hija más díscola, Alison, y a través de la relación de Earl con su ex-esposa, que padece una enfermedad muy similar a la que recientemente causó la muerte de la mujer con la que Eastwood vivió su matrimonio más conflictivo, Sondra Locke, el director quiere decirnos algo, tanto a los espectadores como a su propia familia. Seguramente, lo mismo que su personaje le dice al agente Barnes, un oficial de la DEA que persigue al cártel de Sinaloa y cuyo camino termina por cruzarse irremediablemente con el del anciano. Con apariencia ligera, como dije antes, Eastwood nos habla de la América blanca derrotada, de la necesidad de redención, de las grandezas y miserias de ser un hombre chapado a la antigua y del enorme poder de los cárteles de la droga, al tiempo que se permite algunas incorrecciones políticas muy saludables en estos tiempos impregnados de autocensura y papanatismo. Con una narración que fluye al ritmo de un río tranquilo, una puesta en escena que huye de lo estrafalario (pese a que el modo de vida de los narcotraficantes suele serlo) y una acertada explotación de su propio carisma, Eastwood vuelve a ser el cineasta notable de casi siempre, el que vimos, por ejemplo, en Sully. Con una escena tan sencilla como esa en la que Earl conduce al ritmo del Ain´t that a kick in the head que popularizó Dean Martin, con una despreocupación que termina por contagiar a los sicarios que le escoltan desde otro vehículo (Earl es un veterano de guerra al que, a esas alturas de su vida, pocas cosas ponen nervioso), Eastwood demuestra que no ha olvidado hacer buen cine, sin efectismos ni tonterías. De nuevo con su fiel Joel Cox en las labores de montaje, el film es muy acertado en este aspecto, aunque flojea en las escenas, mucho más tópicas, en las que los protagonistas son los agentes que persiguen a los narcotraficantes. Eso sí, a partir del asesinato de Latón, el líder bon vivant del cártel, la película cambia de tono, la intensidad dramática va in crescendo y el director demuestra que quien tuvo, retuvo y guardó para la vejez.
Clint Eastwood se regala a sí mismo, en la que muy probablemente sea la última interpretación de su carrera, un personaje carismático, que le permite mostrar sus cualidades como actor y tiene, según mi parecer, mucho de testamento fílmico (como la propia película, es evidente). Bradley Cooper no es mal actor, pero pienso que no tiene madera de estrella y, al lado de Eastwood, esa circunstancia se hace más visible. Quien sí es una actriz maravillosa es Dianne Wiest, ejemplar en la interpretación de la ex-esposa resentida con Earl, pero al tiempo cautivada por él. Del resto, me quedo con Andy García como excéntrico narco amante del lujo, pues las apariciones de Larry Fishburne quedan diluidas por el hecho de que su personaje no da para mucho.
Creo que Mula es el más que digno testamento cinematográfico de un gran director. Sin llegar a ser una de sus obras maestras, sí es una de las mejores películas jamás realizadas por un octogenario. En todo caso, si no nos volvemos a ver en una pantalla de cine, muchas gracias por sus películas, señor Eastwood. Incluso, por las malas.