Debo decir que mi desinterés respecto a las elecciones generales que se celebrarán la próxima semana es absoluto. No obstante, voy a permitirme opinar sobre los carteles electorales con los que las diferentes formaciones políticas embadurnan nuestras ciudades y pueblos, ya de por sí tan limpios. Empezaré por el indiscutido candidato a la victoria, el socialista Pedro Sánchez, cuya petición del voto a las masas se resume en la frase: «Haz que pase la España que quieres». Se refiere, obviamente, a la España que quiere él, porque a la gente aún no le han preguntado qué modelo de país quiere. Tiene su mérito el intento de vender ilusión de un hombre cuyo éxito se basará casi en exclusiva en los deméritos ajenos, pero, y le ruego al señor Sánchez que me disculpe, la España que él quiere me parece una versión muy pobre de la que a mí me gustaría. En cambio, el eslogan del Partido Popular, que será la segunda formación más votada si atendemos a lo que dicen las diferentes encuestas, me parece mucho más acertado: una foto de su candidato a la presidencia del Gobierno, acompañada de dos palabras: «valor seguro». Es raro en ellos, pero esta vez parece que juegan la carta de la honestidad, porque con Pablo Casado uno puede tener la completa seguridad de que va a cagarla. Ciudadanos va más allá, y resume su estrategia en una sola palabra: «vamos». El problema es que me da que ni ellos mismos saben hacia dónde. Unidas Podemos juega, por lo visto, la carta del humor, porque el propio nombre de la candidatura es un chiste en sí mismo. Su eslogan: «La historia la escribes tú». Se les agradece el paso al lado, porque, vista la forma en la que han dilapidado el caudal de esperanza que generaron en su día, apañados vamos si la historia la han de escribir ellas. Ah, y tenemos a Vox, cuyo mensaje electoral abarca todo su ideario: «Por España». Uno quizá preferiría que se presentaran por Liechtenstein, pero en fin, es lo que hay. Al menos, reconocen que detrás de su exaltación patriótica no hay nada.
En clave carcalana, tenemos a las fuerzas independentistas, siempre dispuestas a cobrar de ese país que no es el suyo. «Va de llibertat», dicen los de ERC, presumibles ganadores de la contienda. Se refieren, al igual que Pedro Sánchez, a la suya, porque la de quienes no pensamos como ellos respecto al monotema se la trae al pairo. Junts per Catalunya (otro nombre harto chistoso) se presenta a las elecciones respetando sus más profundas esencias, con un cartel electoral encabezado por una investigada por corrupción y por un presunto rebelde. Por cada foto, una frase: «Tu ets la nostra veu» y «Tu ets la nostra força». Si yo he de ser su voz, se quedarán mudos. Con la segunda frase, supongo que se dirigen a los presidentes de empresas constructoras.
Esta vez, dejaré que mis compatriotas la caguen por sí solos sin participar de la fiesta.