Existen tres instintos primarios en todo ser humano: el de supervivencia, el sexual y el don de la estupidez. Por desgracia, vivimos en una época en la que este último parece primar sobre todos los demás y, para más inri, a uno le ha tocado sobrevivir en un lugar en el que la estupidez campa a sus anchas. El último episodio que demuestra que la presunta gente normal no sólo se droga demasiado, sino que utiliza las sustancias equivocadas, lo encontramos en esa furia castradora que ha llevado a diversas escuelas barcelonesas a limpiar sus bibliotecas de libros considerados sexistas, sin prestar la más mínima atención a detalles tan nimios como la calidad de esos libros. Es obvio que los pijoprogres son los nuevos curas, pues en ellos subyace la misma furia censora y el mismo odio al pensamiento libre. En los territorios más afortunados, liberarse de los guardianes religiosos de la moral ha costado siglos, además de muchas vidas. Es triste, aunque también sintomático, ese afán por sustituir una tiranía por otra. Y más triste todavía es ver cómo los padres inoculan a sus hijos el viscoso resultado de sus pajas mentales, logrando con ello acentuar la decadencia intelectual de la especie. Yendo más allá, algunas de esas aberraciones suponen un serio problema de salud pública, como ocurre con los antivacunas. Sinceramente, opino que, si la mayoría de padres y madres desea dejar a sus hijos un mundo mejor, lo disimula muy bien. No obstante, hago a estos nuevos guardianes de la virtud una sugerencia: si quieren prohibir libros machistas, podrían empezar por uno que contiene frases como las que siguen:
“Los hombres son responsables del cuidado de las mujeres en virtud de lo que Dios les ha concedido en mayor abundancia a ellos que a ellas, y de lo que ellos gastan de sus bienes. Y las mujeres virtuosas son las verdaderamente devotas, que guardan la intimidad que Dios ha ordenado que se guarde. Pero a aquellas cuya animadversión temáis, amonestadlas [primero]; luego dejadlas solas en el lecho; luego pegadles; pero si entonces os obedecen, no tratéis de hacerles daño. ¡Ciertamente, Dios es en verdad excelso, grande!”. Hala, a ver si hay huevos. U ovarios.