Por primera vez, un equipo con sede fuera de los Estados Unidos es campeón de la NBA. Ese logro corresponde a los Toronto Raptors, que esta madrugada vencieron por tercera vez en el Oracle Arena de Oakland, y con esta vitoria se adjudican unas finales en las que participaban por primera vez. Cierto es que las lesiones han diezmado en gran manera al equipo que ha dominado la liga en los últimos años, los Golden State Warriors, pero el triunfo de la franquicia canadiense tiene un mérito incuestionable.
Toronto es un equipo muy bien manejado desde los despachos, que lleva años instalado en la élite, pero tenía la mala costumbre de estrellarse un año tras otro en las eliminatorias de play off. Para evitar nuevas decepciones, la franquicia contrató a un nuevo entrenador, Nick Nurse, cuya eficacia en la gestión de la plantilla y en el manejo de las situaciones de máxima presión se ha revelado como muy superior a la que podría esperarse en un debutante. Pero la verdadera clave ha estado en la pista, con la explosión del camerunés Pascal Siakam y, sobre todo, con el fichaje de un crack sobre quien se cernían muchas dudas, por su estado físico y su peculiar carácter, y que quizá sea la mayor mancha en el expediente de uno de los grandes tótems de los banquillos, Gregg Popovich. Una buena porción del anillo de Toronto le corresponde a Kawhi Leonard, una verdadera estrella del baloncesto. El fichaje a mitad de temporada de Marc Gasol, que ha aportado defensa, seriedad y un excelente entendimiento del juego, le dio a Toronto el punto competitivo que necesitaba. La aportación desde el banquillo de Serge Ibaka y Fred Van Vleet ha sido muchas veces decisiva, pero quiero dedicar un capítulo especial a Kyle Lowry, un base que arrastraba el estigma de no haber llegado a ser el jugador franquicia que muchos esperaban, pero que ha suplido sus limitaciones con un trabajo encomiable y, en muchas ocasiones, brillante. A Lowry le debemos, además, la frase de la temporada, cuando dijo que la auténtica presión es la que sentían personas como su madre y su abuela ante la necesidad de alimentar a sus hijos y nietos.
Eso sí, Toronto fue fiel a su tradición, y perdió su primer partido de play off de la temporada, contra los Orlando Magic. Pese a ello, superó esa eliminatoria sin mayores dificultades, fue capaz de vencer a los Sixers pese a estar 2-1 abajo en la serie, y conquistó su primer título de conferencia ante el mejor equipo de la fase regular, Milwaukee Bucks, remontando un 2-0 adverso. En la final, la suerte sonrió a Toronto y se ensañó con unos Warriors a quienes ha pesado mucho la falta de recambios fiables para su quinteto de la muerte. Ahí, me sobró la reacción de la hinchada canadiense ante la nueva lesión de Kevin Durant pero, aun así, brindo por el merecido título de los Toronto Raptors. Que lo disfruten.