A dos días de que finalice oficialmente la temporada futbolística 2018-19, y a pesar de que aún estén disputándose las Copas de América y África, así como el Europeo Sub-21, en el que España y Alemania jugarán la final, es buen momento para hacer balance de un año que ha servido para ahondar en el ya cansino dominio de los grandes trasatlánticos europeos (PSG, Barcelona, Juventus, Bayern de Munich y Manchester City) en sus respectivos campeonatos nacionales. Las grandes noticias han sido la coronación del Liverpool de Jürgen Klopp a nivel continental, merecido premio a un equipo de estilo eléctrico que ha sabido pulir sus mayores defectos con la contratación de Allison y Van Dijk, y la resurrección del Ajax de Amsterdam, que en este curso ha enamorado a toda Europa y ha recordado a aquel equipo que transformó el fútbol de la mano de Michels, Cruyff y Van Gaal. La supremacía de la Premier League ha sido notoria, pues las finales europeas han sido copadas por equipos ingleses (entre los que, por cierto, no estaba el campeón doméstico). Poco más a subrayar, por este lado.
En clave española, hemos asistido a un cambio de guardia a nivel táctico, manifestado en el hecho de que a los tres equipos descendidos les une un nexo común: el haber pretendido practicar un juego más ofensivo y vistoso que el que la calidad de sus plantillas les permitía. Otros clubs, como Celta y Villarreal, en principio llamados a objetivos mayores, también han coqueteado con el descenso por la misma razón. Se ha impuesto el juego de contragolpe, de líneas juntas, fuerte presión y máximo rigor defensivo. Esta fórmula ha estado a punto de llevar al modesto Getafe hasta la Liga de Campeones, y ha dado la permanencia a equipos con plantillas muy justitas como Valladolid, Leganés o Levante. Por arriba, dominio incontestable del Barça frente a un Real Madrid que ha fracasado con rotundidad y a un Atlético que ha pretendido añadir más arte a su juego rocoso y se ha quedado a medio camino entre una cosa y la otra, y gran éxito de un Valencia que empezó empatándolo casi todo y lleno de dudas, y finalizó la temporada a lo grande, con el acceso directo a la Liga de Campeones y la victoria en la Copa del Rey. Dicho lo cual, hay que resaltar que el éxito barcelonista ha quedado muy empañado por la debacle de Liverpool, nueva señal de que la época dorada de este club camina hacia su final.
La temporada del Betis, empeñado en abanderar el juego de toque y posesión hasta extremos que terminaron por desesperar a buena parte de su parroquia, ha sido frustrante, pues se generaron grandes expectativas por la calidad de los nuevos fichajes y un inicio prometedor, y al final todo quedó en una decepcionante eliminación europea, en la no consecución de una plaza que diera acceso a jugar competiciones continentales que esta temporada ha sido, en lo que respecta al séptimo puesto, muy barata, y en el bajón que supuso caer en la Copa a las puertas de una final que se disputaba en el Benito Villamarín. Este rosario de bofetadas acabó llevándose por delante a un entrenador esclavo de su testarudez y su soberbia, y a un director deportivo que ha sido el responsable directo de la mejora de la plantilla en las dos últimas temporadas. Más le vale a la directiva bética, cuya gestión está siendo en general muy acertada, que la decisión de prescindir de Lorenzo Serra Ferrer no resulte errónea.
Hasta aquí el resumen del recién finalizado curso futbolístico 2018-19. Como este verano se prevén grandes movimientos en el mercado de fichajes, algunos de los cuales ya han tenido lugar, el período vacacional no tiene pinta de ser precisamente aburrido, aunque la remodelación de las plantillas puede tener repercusión en cuanto a las competiciones europeas, pero dudo mucho que altere el actual statu quo de las grandes ligas nacionales. Veremos.