FIRST REFORMED. 2017. 108´. Color.
Dirección: Paul Schrader; Guión: Paul Schrader; Dirección de fotografía: Alexander Dynan; Montaje: Benjamin Rodríguez Jr.; Música: Lustmord; Diseño de producción: Grace Yun; Dirección artística: Raphael Sorcio; Producción: Jack Binder, David Hinojosa, Christine Vachon, Frank Murray, Victoria Hill, Gary Hamilton, Greg Clark y Deepak Sikka, para Killer Films-Omeira Studio Partners-Fibonacci Films-Arclight Films-Big Indie Pictures (EE.UU.).
Intérpretes: Ethan Hawke (Reverendo Toller); Amanda Seyfried (Mary); Cedric Antonio Kyles (Jeffers); Victoria Hill (Esther); Phillip Ettinger (Michael); Michael Gaston (Balq); Bill Hoag, Kristin Villanueva, Ramón Núñez, Delano Montgomery, Tyler Bourke, Frank Rodríguez.
Sinopsis: Una mujer embarazada, que comparte con su marido el activismo ecologista, acude al reverendo de una iglesia centenaria preocupada por el estado depresivo de su pareja.
La trayectoria artística de Paul Schrader en el siglo XXI se divide entre malas películas y obras más salvables que fueron igualmente ignoradas por el gran público. Esta situación se alargó hasta el estreno de El reverendo, que supuso el regreso de Schrader a su universo más personal y fue saludada como uno de los mejores films que ha dirigido.
La película, en la que se aprecian infinidad de elementos autobiográficos, narra el hundimiento espiritual de un hombre cuya misión en la Tierra es la sanación de las almas ajenas. Ese hombre, un pastor de mediana edad cuya congregación está a punto de conmemorar una importante efeméride, arrastra el remordimiento de haber empujado a su hijo, fallecido en Irak, a alistarse en el Ejército, y empieza a mostrar síntomas de padecer una grave enfermedad. En estas circunstancias, el religioso escucha la petición de ayuda de una joven preocupada por el abatimiento que muestra su marido, un ecologista militante que fue encarcelado en Canadá por los incidentes acaecidos durante una manifestación. Frente a frente, los dos hombres hablan de aquello que les atormenta: el ecologista se pregunta qué sentido tiene permitir que el niño que espera su pareja nazca en un mundo que en unos años será víctima de una hecatombe climática de consecuencias impredecibles. El reverendo escucha y trata de dar consuelo, pero comprende. Cuando la mujer le hace partícipe de un terrible descubrimiento (su marido almacena explosivos en el garaje y planea cometer un atentado) el hombre de Dios ve tambalearse las pocas certidumbres que todavía le quedan.
Paul Schrader es el cineasta de la soledad y la angustia existencial del hombre contemporáneo, y no hay duda de que con El reverendo ha vuelto por sus fueros. La película es tan lúcida como incómoda, y se sitúa tan en las antípodas de la artificiosa superficialidad del cine de nuestro tiempo que, sólo por eso, ya merece ser destacada. En ese hombre de fe tambaleante que combate sus demonios con whisky podemos reconocer al propio Schrader, aunque aquí aporta algo nuevo: una punzante denuncia contra toda una época en la que el único Dios se llama Dinero. El descubrimiento de que la industria más contaminante de la zona es, precisamente, la que costea los actos de celebración de su parroquia, tiene un efecto demoledor en el reverendo, que opta por una solución extrema. Como tantas veces en Schrader, se nos sitúa delante de la purificación a través del fuego, aunque también en este aspecto hay aspectos novedosos respecto a sus obras anteriores. El film es desgarrador, y no complacerá ni al ecologismo pijoprogre, al que el planteamiento moral que propone Schrader le viene muy grande, ni, desde luego, a la derecha religiosa estadounidense, alineada con los negacionistas del cambio climático más por conservar su negocio que por verdadera convicción. Se nos plantea un panorama desolador, en la que la única redención posible es individual.
También en la puesta en escena Schrader va por libre. Oponiéndose a todas las corrientes preponderantes, la película es estéticamente muy fría, con un cromatismo en el que predomina lo primario y una cámara que apenas se mueve: El reverendo es una sucesión de largos planos fijos en los que vemos que la estricta educación calvinista que recibió el director sigue influyendo de manera notable en su manera de hacer cine. Podría decirse que Schrader, que nunca fue un director virtuoso en lo formal, hace de la necesidad virtud, pero lo cierto es que su propuesta visual contribuye a noquear al espectador, que es lo que se busca. De hecho, la escena del magical mistery tour que protagonizan Mary (los nombres nunca son casuales) y el reverendo Toller rompe con la estética del conjunto y podría parecer prescindible, de no ser porque muestra una comunión espiritual que acabará adquiriendo mucha importancia. La música, excepto por la presencia de algunos himnos religiosos, está casi ausente durante buena parte del metraje; cuando aparece, lo hace para subrayar el vacío.
El director cuenta con la inestimable ayuda que le proporciona ese enorme e infravalorado actor que es Ethan Hawke. Sin histrionismos, pero con un trabajo de composición formidable, Hawke ofrece una de las grandes interpretaciones masculinas de los últimos años, todo un ejemplo de cómo un actor debe mostrar en pantalla a un personaje de alma torturada. Aunque Amanda Seyfried da muestras de ese talento que ha ido mostrando de forma esporádica a lo largo de los años, hay que decir que la película es lo que es gracias a su protagonista masculino, mucho más que al resto del reparto, en el que Cedric the Entertainer figura con su nombre real porque aquí, realmente, no se trata de entretener a nadie. Dicho lo cual, es muy importante el personaje de Esther, la mujer que trata de devolver al redil a Toller, y acertada la manera en la que lo interpreta Victoria Hill. Michael Gaston, en cambio, es un villano más discreto, y Michael Ettinger palidece al lado de Hawke.
El reverendo significa el retorno del mejor Paul Schrader, lo que, además de ser una buena noticia para él, lo es también para los cinéfilos con inquietudes.