THE CAPTIVE. 2014. 111´. Color.
Dirección: Atom Egoyan; Guión: Atom Egoyan y David Fraser, basado en un argumento de Atom Egoyan; Director de fotografía: Paul Sarossy; Montaje: Susan Shipton; Música: Mychael Danna; Diseño de producción: Phillip Barker; Dirección artística: Kim McQuiston; Producción: Stephen Traynor, Jennifer Weiss, Simone Urdl y Atom Egoyan, para Ego Film Arts-The Film Farm (Canadá).
Intérpretes: Ryan Reynolds (Matthew Lane); Rosario Dawson (Nicole Dunlop); Scott Speedman (Jeffrey Cornwall); Mireille Enos (Tina Lane); Kevin Durand (Mika); Alexia Fast (Cass Lane); Bruce Greenwood (Vince Gray); Christine Horne (Vicky); Arsinée Khanjian (Diane Gray); Aidan Shipley, William MacDonald, Jason Blicker, Aaron Poole, Brendan Gall.
Sinopsis: Se cumplen ocho años de la desaparición de Cass, una niña con gran talento para el patinaje. Su padre nunca ha dejado de buscarla, aunque ni él ni la policía tienen pistas sobre su paradero.
Pocos fueron los críticos que en su momento no secundaron la afirmación de que Cautivos era la peor película filmada por Atom Egoyan hasta la fecha. consenso que sin duda contribuyó a que el film pasara inadvertido para buena parte del público, Aceptando que este drama que versa sobre las redes de corrupción de menores no reúne los méritos suficientes como para figurar entre las obras más distinguidas de su autor, hay que situarlo, en mi opinión, fuera del cajón de lo desdeñable.
Cautivos gira alrededor de uno de los temas más repetidos de la filmografía del cineasta armenio-canadiense: las infancias destrozadas. En esta ocasión, Egoyan enfoca el asunto desde sus cuatro ángulos posibles: el de la propia víctima, convertida con los años en una adolescente esclavizada por sus captores; el de sus padres, irredento él, acusadora ella; el de los cuerpos policiales que persiguen a los pederastas, y el de estos últimos, demasiadas veces alejados del estereotipo del maníaco asocial con el que los que vemos esta monstruosa situación desde fuera nos sentimos más cómodos. Precisamente, la falta de espacios de confort para su audiencia es uno de los rasgos más distintivos de una obra en la que, contraviniendo las reglas usuales del thriller, la identidad del victimario nos es revelada casi al principio. Una de esas incomodidades sí supone un problema para la película, pues la sucesión de saltos temporales sobre la que se estructura la narración puede resultar confusa. Las demás son las que hacen que estemos ante un film mejor de lo que se ha dicho, porque la mirada de Egoyan, tan aséptica en lo visual como gélidos son los lugares en los que sucede la acción, pervierte los tópicos telefilmescos en el planteamiento, y los utiliza cuando le conviene, en la parte final. No siempre de la mejor manera, eso sí, porque se deja algún cabo suelto importante. El control de los individuos a través de la tecnología, otra de las cuestiones-fetiche del cine de Egoyan, también ocupa un lugar significativo en esta desasosegante historia. No cabe otra calificación cuando vemos cómo las redes de pederastas, formadas por individuos de buena posición social en muchísimos casos, utilizan a sus propias víctimas como cebos que les permiten seguir alimentando su perversión, o cuando observamos (Egoyan contra los mantras de nuestros tiempos) el desamparo de un padre, quizá más voluntarioso que lúcido, pero siempre abnegado, frente a una esposa refugiada en la tristeza que opta por culpar a su marido como válvula de escape contra el horror en que se ha convertido su vida, y frente a una policía que, incapaz de obtener resultados en sus investigaciones, se dedica a acusarle de estar implicado en la desaparición de su hija. Egoyan observa todo esto desde la distancia para que sea el propio espectador quien se desazone ante la negritud del conjunto. Las estrecheces del presupuesto no son obstáculo para que veamos una puesta en escena cuidada, con una buena fotografía y otro notable trabajo del compositor predilecto de Atom Egoyan, Mychael Danna.
Para mi gusto, el gran debe de Cautivos está en su reparto, encabezado por dos intérpretes, Ryan Reynolds y Rosario Dawson, que ya han dejado demasiadas muestras de que en su vida profesional anteponen la cantidad a la calidad y están demasiado acostumbrados a ir por los platós con el piloto automático. Reynolds está de lo más correcto y Dawson, simplemente aprueba, aunque ambos dejan más alto el pabellón que un Scott Speedman que parece fuera de sitio. Mireille Enos es de lo mejor de un elenco en el que a Alexia Fast la encuentro inexpresiva y a Bruce Greenwood, falto de chispa. Dejo para el final a Kevin Durand, cuya actuación es poco satisfactoria y le lleva a desaprovechar un papel importante. Vista la tendencia, es obvio que Egoyan no estuvo fino en la dirección de actores, ni atinó al elegir a algunos de ellos.
Sin ser lo mejor de un cineasta que nos tenía muy bien acostumbrados, Cautivos es una película imperfecta, pero de calidad.