MÁQUINA. 2006. 15´. Color.
Dirección: Gabe Ibáñez; Guión: Ana Vázquez; Dirección de fotografía: Alejandro Martínez; Montaje: Enric García; Música: Ibon Errazkin; Dirección artística: Héctor Falcón; Producción: Igor Legarreta, Gabe Ibáñez, Emilio Pérez y Raúl Bernabé, para Aprieta Fuerte-Tapadera-User T38 (España.-México).
Intérpretes: Iazua Larios (La chica); Ernesto Vázquez (Indigente); Julián Antuniano, Roberto Molina, Cecilia Luna, Ignacio A. Pereda.
Sinopsis: Después de sufrir un asalto en su domicilio, una joven experimenta grandes cambios en su cuerpo.
Máquina es un cortometraje que supuso el debut en la dirección del madrileño Gabe Ibáñez, hasta entonces conocido por su participación en el equipo de efectos visuales de films como El día de la bestia o El corazón del guerrero. Este corto triunfó en el festival de Clermont-Ferrand y posibilitó que su director se abriera camino hacia el largometraje.
Resulta evidente al ver esta película que Ibáñez se halla muy influido por el cine de terror japonés, tan en boga a principios del presente siglo. En su primera mitad, Máquina remite al terror psicológico de Hideo Nakata, mientras que en la parte final todo se vuelve mucho más explícito y el nombre que le viene a uno a la mente es el de Takashi Miike. He de decir que la película tiene aspectos muy meritorios en su concepción visual, y está muy lograda técnicamente, pero flaquea en lo fundamental: el guión, que firma Ana Vázquez. Aprecio la apuesta por la narración cinematográfica pura, es decir, el afán por contar la historia sin recurrir en ningún momento a las palabras, pero para que la cosa saliera redonda hubiese hecho falta un libreto algo menos endeble. La historia de esta joven que, después de vagar sola por una ciudad-hormiguero, regresa a su inquietante (además de poco higiénico) hogar y sufre allí un ataque que transformará su vida para siempre por la vía genital, carece a mi juicio de la enjundia que su acabado técnico sí posee. Ibáñez, aunque se deje por el camino las sutilezas insinuadas al principio y caiga en el efectismo, hace un buen trabajo, recurriendo con bastante arte a la animación en blanco y negro para ilustrar los pasajes más truculentos. Asimismo, la utilización de la música, tanto de las piezas clásicas de Bach y Shostakovich como de la partitura escrita por ese interesante compositor que es Ibon Errazkin, proporciona al conjunto un plus de calidad que se ve acentuado por la buena labor de Alejandro Martínez en la fotografía. Destaco la escena del asalto, en la que se aprecia un sentido de la proporción que en el clímax se echa en falta, y en especial la que vemos acto seguido, aquella en la que un indigente se topa con la protagonista en el lugar más sucio posible. Por otro lado, no entro a valorar si el film es una apología de la castración masculina, porque sólo me inclino a analizar mentes seriamente acomplejadas cuando de ellas surgen elementos de alto valor artístico, y ese no es el caso del guión de esta película.
Mientras la intervención del resto de actores no excede de lo meramente anecdótico, la actriz mexicana Iazua Larios es la protagonista absoluta de la función, y lo cierto es que su trabajo, enteramente gestual porque ningún sonido articulado sale de sus labios, es bastante bueno. A través de su mirada vemos el desconcierto, el pánico y también el renacer de su personaje, lo que no es poca cosa.
En definitiva, un cortometraje interesante, aunque irregular, al que para alcanzar cotas notables le falta que su base narrativa esté al nivel de su equipo técnico.
Gràcies per la crítica, Don Alfredo. Excel·lent, com sempre.
A mi el poc higiènic apartament em va fer pensar en els apartaments bruts i decadents dibuixats per Enki Bilal.
Gràcies pel comentari. No conec l´obra de Bilal.
Prenc nota.