THE SWIMMER. 1968. 93´. Color.
Dirección: Frank Perry; Guión: Eleanor Perry, basado en un relato de John Cheever; Dirección de fotografía: David L. Quaid; Montaje: Carl Lerner, Sidney Katz y Pat Somerset; Música: Marvin Hamlisch; Dirección artística: Peter Dohanos; Producción: Roger Lewis y Frank Perry, para Horizon Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Burt Lancaster (Ned Merrill); Janet Landgard (Julie Hooper); Janice Rule (Shirley Abbott); Tony Bickley (Donald Westerhazy); Marge Champion (Peggy Forsburgh); Nancy Cushman (Mrs. Halloran); Bill Fiore (Howie Hunsacker); Kim Hunter (Betty Graham); John Garfield Jr., Rose Gregorio, Charles Drake, Bernie Hamilton, House Jameson, Jimmy Joyce, Diana Van der Vlis, Richard McMurray, Jan Miner, Diana Muldaur.
Sinopsis: Ned Merrill, un hombre maduro que ha estado un tiempo alejado de su entorno, decide, ya de regreso, visitar a unos amigos y regresar después a su hogar siguiendo la ruta marcada por las piscinas de otros amigos y conocidos.
El nadador fue una película de gestación azarosa. La producción tuvo que lidiar con diferentes problemas, por ejemplo en cuanto a las localizaciones, y todo se complicó aún más cuando el director, Frank Perry, abandonó el rodaje a causa de su falta de entendimiento con el resto de máximos responsables de un film del que acabo haciéndose cargo Sidney Pollack. Como consecuencia de todo ello, El nadador tardó dos años en llegar a las salas de cine, y su estreno pasó bastante desapercibido. Fueron las siguientes generaciones de espectadores quienes recuperaron la película, hoy considerada precursora de mucho de lo que sucedió en el cine de Hollywood en los años 70.
Dado que la fuente literaria de El nadador es un relato obra de uno de los mejores escritores estadounidenses de las últimas décadas, John Cheever, la calidad en este aspecto ya se presume. De la adaptación se encargó Eleanor Perry, esposa del primer director de la película por aquel entonces, y la verdad es que puede estar orgullosa de lo conseguido. El film es un caramelo envenenado en toda regla, que empieza con un atlético hombre maduro haciendo largos en una piscina y rodeado de amigos, y concluye con un verdadero chapuzón de realidad. De eso, de la siempre conflictiva relación entre lo que uno es, lo que cree ser y lo que ven los demás en él, es de lo que va El nadador,quetambién esconde una crítica a la cultura del éxito. Realmente, ese periplo que hace el protagonista, de piscina en piscina, hasta llegar a su casa, es La Odisea,pero ya no estamos en la Grecia mitológica, sino en la convulsa Norteamérica de los magnicidios y Vietnam, así que a lo que asistimos es a una espiral de decadencia que va anunciándose poco a poco (cada nueva parada de ese moderno Ulises le sitúa, al principio de un modo casi imperceptible, en un punto más bajo que la anterior) hasta acabar explotando de una manera que a ningún espectador puede dejar indiferente. La disección que se hace en el film de las relaciones humanas, y de forma más específica de las relaciones de pareja, es inmisericorde, y deja un poso de amargura que da la razón a quienes opinan que, en este aspecto, la película se adelantó a su tiempo. Existe, a mi juicio, un claro punto de inflexión en El nadador,ytiene lugar cuando la que fue niñera de las hijas del protagonista le confiesa que en aquellos años estaba locamente enamorada de él. La reacción del hombre maduro ante ese descubrimiento es la que nos hace comprobar que no estábamos viendo lo que creíamos ver en ese personaje en apariencia tan envidiable y seguro de sí mismo. A partir de ahí, la caída, porque ya no veremos al Ned Merrill que ven sus amigos, y mucho menos al que se contempla a sí mismo en el reflejo de las cristalinas aguas de las piscinas, sino al hombre a quien ven los distintos cadáveres que ha ido dejando en su periplo vital, que no son pocos. Ned Merrill es, en fin, alguien que ha perdido la Gracia de poder contarse entre los amos del Universo, y la película es la crónica de esa pérdida.
Sea porque en ella se aprecia la mano de dos directores, o sea por cualquier otro motivo, en El nadador se aprecian unas variaciones en el concepto visual que difuminan algo su encanto. Mientras, sobre todo en la parte final, predomina el tono realista, que es el que mejor le sienta a la historia, en ocasiones se apuesta por unos modos de cariz más experimental, ya sea en la composición de planos o en la iluminación, que a cualquiera de los cineastas implicados (por lo que uno conoce, parecen más obra de Perry que de Pollack) le vienen un poco grandes. Se nota la influencia del cine europeo, que nunca fue tan importante para Hollywood como en aquellos años, pero no siempre esas incursiones en lo abstracto terminan de funcionar. Sí considero un acierto el montaje, y lo mismo sucede con la partitura musical, obra de Marvin Hamlisch, que, en consonancia con la historia, va adquiriendo progresivamente un tono más dramático.
Burt Lancaster se luce en El nadador por partida doble, pues, desde luego, muestra una envidiable forma física pasados los 50 años de edad, y vuelve a acreditar que bajo su apolínea figura se escondía un gran actor, capaz de mostrar sin aspavientos el abismo que separa al Ned Merrill supuesto del real. Antes de que el texto nos lo revele, por las miradas y los gestos de Lancaster, a veces captados de un modo demasiado obvio, deducimos que su personaje está lejos de ser quien aparenta. Del resto del reparto, hay que destacar a Janice Rule, notable en el papel de amante despechada, y la perfecta personificación de la juventud que representa Janet Landgard, actriz de brevísima carrera que tuvo aquí su único papel relevante. También mejora el conjunto, qué duda cabe, la presencia de una talentosa actriz como Kim Hunter, dentro de un reparto quizá poco conocido, pero sí muy eficaz.
En resumen: El nadador no es perfecta, pero es magnífica. Un clásico de culto,
que merece un lugar en toda videoteca.
Maravillosa película con un Lancaster fenomenal y un final devastadoramente impactante. La música de Marvin Hamlish es magica, tremendamente evocadora y apropiada a cada escena
Estoy de acuerdo con su opinión. No se me ocurre actor más idóneo para ese papel que Burt Lancaster, el final es de los que se conservan en la memoria y la banda sonora, en cuanto a calidad musical y grado de conexión con la historia, admite pocos peros.