HITLER´S HOLLYWOOD. 2017. 105´. Color-B/N.
Dirección: Rüdiger Suchsland; Guión: Rüdiger Suchsland; Montaje: Ursula Pürrer; Música: Lorenz Dangel y Michael Hartmann; Producción: Martina Haubrich y Gunnar Dedio, para LOOKSfilm-ZDF/Arte (Alemania).
Intérpretes: Rüdiger Sucshland (Narrador); Apariciones de Adolf Hitler, Joseph Goebbels, Hans Albers, Zarah Leander, Lila Kedrova, Emil Jannings, Ingrid Bergman, Lilian Harvey, Heinz Rühmann, Ilse Werner, Kristina Söderbaum, Margot Hielscher, Gustaf Gründgens, Marianne Hoppe, etc.
Sinopsis: Documental que analiza el cine rodado en Alemania durante los años en los que el país estuvo gobernado por el partido nazi.
En su calidad de estudioso del cine alemán, Rüdiger Suchsland produjo, a mitad de la dècada anterior, un film que analizaba la que todavía hoy es considerada la edad de oro del cine alemán, comprendida entre el final de la Primera Guerra Mundial y la llegada al poder del Partido Nacionalsocialista. A modo de continuación de esta obra llegó Hitler´s Hollywood, riguroso recorrido por el cine hecho en Alemania durante el Tercer Reich. Por tratarse de un estudio relativo a obras a las que el tiempo ha sepultado, y también por esa perversa atracción que continúa ejerciendo el nazismo, esta película ha tenido una mayor difusión internacional que su antecesora, así como unas críticas favorables que considero muy justificadas.
Sabedor de que se está refiriendo a unas obras que, de forma abrumadora, su público desconoce, Suchsland adopta un tono didáctico, que parte de un hecho poco controvertido: que la llegada de Adolf Hitler y sus esbirros a la cancillería del Reich aceleró en gran manera un éxodo del talento cinematográfico alemán que ya se había dado en años anteriores por parte de figuras tan importantes como Ernst Lubitsch, Friedrich Murnau o Marlene Dietrich, por citar los casos más llamativos. Lo que quedó en Alemania después de 1933 sin ser reducido al ostracismo por el régimen nazi es, hablando claro, artísticamente de segunda fila en relación a lo que emigró. Dicho esto, el estudio puede iniciarse con propiedad. Para los jerarcas nazis, el cine era el más poderoso instrumento de adoctrinamiento de las masas, y por ello (y no sin antes garantizarse el monopolio de la producción cinematogràfica nacional) recibió un trato de privilegio que se gestionó bajo el omnímodo poder de Joseph Goebbels, ministro de Propaganda y, muy posiblemente, la inteligencia más perversamente brillante de aquel régimen. Casi un millar de películas se produjeron en Alemania entre 1933 y 1945: contrariamente a lo que pudiera pensarse, la mitad de ellas fueron comedias y/o musicales, es decir, productos en apariencia alejados del adoctrinamiento puro y duro. Digo en apariencia, porque no hablar mal de un régimen totalitario ya es hacer política, y también porque esas películas contribuían a afianzar a sus espectadores en la idea de que estaban gobernados por quienes iban a llevarles al mejor de los mundos posibles, ese que estaban viendo en la pantalla. Suchsland, cuyo trabajo de documentación es apabullante (con posterioridad volveremos sobre esto), analiza con profusión los films más logrados del género, a través de una atenta mirada al star system creado por la propaganda goebbelsiana y formado, en buena parte, por intérpretes extranjeros, algunos de ellos llegados de la Europa del Este, otros desde Holanda y la mayoría (entre ellos, una jovencísima Ingrid Bergman) de los paises escandinavos, todo con la idea de proyectar el concepto de la superioridad de la raza aria. El nazismo sabía lo que hacía. Quienes le sirvieron desde los platós, en todo caso, sí eran perfectamente conscientes de lo que no hacían, sin que faltaran entre ellos los filonazis entusiastas.
Respecto al cine de propaganda stricto sensu, Suchsland se centra lo justo en la archiconocida obra de la cineasta Leni Riefenstahl y pone su foco en tres títulos: El flecha Quex, estrenada en los albores del régimen con el objetivo de camelarse a la muchachada, cuyo cerebro es siempre más sencillo de lavar, y de que sirviera para aniquilar a la oposición comunista; El judío Suss,que llegó a las salas al inicio de la Segunda Guerra Mundial ycuyo propósito no era otro que la justificación del Holocausto (inciso: ninguno de los que intervinieron en esta película fue castigado con la pena capital una vez terminada la guerra), y Kolding,la mayor superproducción del nazismo, estrenada cuando el hundimiento del régimen era inevitable y que pretendía empujar a los alemanes a una resistencia suïcida contra la invasión aliada. Creo que ya está todo dicho sobre este punto.
En el debe del director hay que apuntar que pretende abarcar demasiado, y eso hace que su estudio, de una solvencia técnica evidente, sea en ocasiones atropellado, con tal profusión de imágenes de tantas películas distintas, que al espectador acaba costándole distinguirlas. Opino que Suchsland quiere condensar tanto material y tanta explicación sobre el mismo en menos de dos horas de metraje que uno echa en falta un mayor sosiego expositivo. Me permito recomendar al director que, visto el interés de la propuesta, la reencauce hacia una miniserie de tres horas, formato que juzgo ideal para explicar todo lo que se pretende, y hacerlo de un modo más claro. En todo caso, Hitler´s Hollywood es una obra de calidad, interesante y necesaria, ideal para investigar en los mecanismos de adoctrinamiento de las masas por parte de los regímenes totalitarios y de aquellos que pretenden serlo, que no son pocos. Respecto a eso, creo que la muy aguda pregunta que plantea Suchsland en el epílogo de su película tiene respuesta acertada, y que esta es un sí rotundo.