SACRISTÁN: DELANTERA DE GALLINERO. 2014. 68´. Color.
Dirección: Pedro González Bermúdez; Guión: Pedro González Bermúdez y Juan Zavala; Dirección de fotografía: Raúl Cadenas; Montaje: Pedro González Bermúdez; Música: Guillermo Farré; Producción: Pedro González Bermúdez, Javier Morales y Juan Zavala, para Picaporte-Málaga Film Festival-Turner Broadcasting System (España).
Intérpretes: José Sacristán, Amparo Pascual.
Sinopsis: El actor español José Sacristán repasa su vida ante las cámaras.
En su línea de filmar documentales cinematográficos con pedigrí, Pedro González Bermúdez se acercó a uno de los más importantes actores españoles en Sacristán: Delantera de gallinero, autobiografia filmada en la que el cómico nacido en Chinchón repasa una carrera que se alarga ya hasta las siete décadas y a través de la cual se puede construir un retrato muy preciso de la evolución del cine español a lo largo de todo ese tiempo.
La sencillez de la propuesta es extrema: con
la excepción de unas breves secuencias en las que la actual pareja del
biografiado, Amparo Pascual, exhibe ante las cámaras las colecciones de cromos
y carteles cinematográficos que revelan la temprana vocación de Sacristán, y a
la vez su mitomanía, lo que vemos es a un hombre contar su verdad frente al
objetivo de un director cómodo en su papel de testigo invisible. Nada más… y
nada menos, porque José Sacristán tiene mucho que contar, y además lo hace con
gracia, y con la ayuda de su imponente voz. La historia arranca en la tétrica
postguerra, en la que el actor, hijo de un preso político de los de verdad, encontró
en el cine la magia que la realidad le negaba, y por ello fue siempre fiel a
esa Arcadia de la que hablaba Guillermo Cabrera Infante. Fue precisamente el
destierro por motivos políticos de su padre, un hombre de campo, lo que llevó
hasta Madrid a la família Sacristán. La llegada a la capital, nos dice, fue
idéntica a la retratada por José Antonio Nieves Conde en la magistral Surcos. Después, el niño creció, trabajó
durante años en un taller mecánico y no hizo más que alimentar su sueño de
emular a esas figuras cuyos cromos seguia coleccionando con avidez. Con el
servicio militar llegaron las primeras oportunidades de convertir la pasión en
oficio, y el resto ya es historia conocida. Sacristán habla con cariño de
quienes fueron sus compañeros, y de quienes le brindaron las oportunidades que
le sirvieron para consolidarse como actor, muchas de ellas en películas
menospreciadas por la crítica bajo el muchas veces injusto calificativo de españoladas.De hecho, lo llamativo, y casi inédito en España, es que Sacristán
nos cuenta su vida con toda claridad pero sin hablar mal de nadie, lo que
prueba que ha llegado a la senectud sin cuentas pendientes que ajustar y en paz
consigo mismo. Resaltar, cómo no, el modo sencillo y lleno de gratitud con que
el actor habla de sus padres, Natividad y Venancio, a quienes el prestigio
ganado por su hijo ha hecho justícia. Tampoco hay que obviar las repetidas
alusiones de Sacristán a la tremenda relevancia que ha tenido el teatro en su
trayectoria profesional, marcada por un físico vulgar y una loable variedad de
registros. Uno disfruta escuchando a José Sacristán, por lo que dice y por cómo
lo dice, y creo que otro tanto les sucederá a quienes se acerquen a esta
película-testimonio de un gran cómico español todavía en activo.