PRINCE: SIGN O´THE TIMES. 1987. 85´. Color.
Dirección: Prince; Guión: Prince; Dirección de fotografía: Peter Sinclair; Montaje: Steve Purcell; Música: Prince; Diseño de producción: Leroy Bennett; Producción: Robert Cavallo, Steven Fargnoli y Joseph Ruffalo, para Cineplex Odeon Films-Paisley Park Films-Purple Films (EE.UU.).
Intérpretes: Prince, Sheila E., Cat Glover, Dr. Fink, Gregory Allen Brooks, Boni Boyer, Levi Seacer Jr., Miko Weaver, Eric Leeds, Atlanta Bliss, Wally Safford, Sheena Easton.
Sinopsis: Recreación de la gira de presentación en Europa del álbum Sign o´the times, publicado por Prince en 1987.
Pocos discuten que los años 80 fueron los de mayor éxito comercial y artístico en la carrera de Prince, el cantante de Minneapolis que arrasó en todo el mundo con la fórmula álbum más película gracias a Purple rain. Disgregada ya The Revolution, la banda con la que grabó ese disco capital en su trayectoria, así como los dos inmediatamente posteriores, Prince repitió la jugada con Sign o´the times, otro álbum doble marcado por su eclecticismo musical que, pese a ser considerado por la crítica como el trabajo discográfico más relevante del polifacético artista, tuvo una respuesta comercial discreta en los Estados Unidos. Quizá por ello, la gira de presentación del disco se desarrolló en exclusiva en Europa, y el film que nos ocupa, dirigido por el propio Prince, recoge imágenes de la actuación celebrada en la ciudad holandesa de Rotterdam, aunque no se trata de una película-concierto al uso, y mucho de lo que se ve en la pantalla, y por supuesto de lo que se oye, fue regrabado en los estudios de Paisley Park.
Lo que vemos puede considerarse un largo videoclip en el que, con alguna breve incursión en trabajos anteriores, Prince y su nueva banda interpretan muchas de las canciones del disco, empezando por la esquemática y muy guitarrera pieza que le da título. Antes hay un breve prólogo, al que particularmente no le encuentro demasiado sentido narrativo, pero que sirve para mostrar la barroca escenografía creada para la ocasión por Leroy Bennett, que recrea un entorno de locales nocturnos de dudosa reputación. Llegados a este punto, debo confesar que Prince nunca ha sido uno de mis artistas de cabecera, aunque respeto mucho de su trabajo y admiro su forma de tocar la guitarra. Es por ello que opino que el material exhibido posee un interés desigual, con grandes canciones y temas algo más flojos. Eso sí, justo es reconocer que el ritmo del film no decae ni cuando se interpretan esas piezas que juzgo menos interesantes. Aquí, al margen de la calenturienta ambigüedad sexual marca de la casa, que impregna todo el montaje, tenemos un curso acelerado de lo que ha sido la música negra en el siglo XX, pues en este abigarrado carrusel, que cuenta con una gran fotografía de Peter Sinclair, encontramos jazz (con guiño a Charlie Parker incluido), rhythm & blues, soul, pop, muchísimo funk e incursiones en el incipiente hip-hop. Por momentos se diría que estamos escuchando a Miles Davis, a Funkadelic, a Sly & The Family Stone o a Hendrix, aunque la sombra más alargada en cuanto a la influencia ejercida sobre Prince, tanto en lo musical como en la forma de presentar las canciones en escena, es sin duda la de James Brown. La pasión de los ritmos, el protagonismo de los vientos y la energía derrochada sobre las tablas remiten de manera inequívoca al padrino del funk, cuya mejor época ya había pasado por entonces.
Dentro del extenso videoclip que es Sign o´the times se incluye uno más convencional, el que ilustra el tema U got the look, en el que participa le entonces muy popular vocalista Sheena Easton. Al margen de ello, Prince domina por entero la función pero se permite dar mucha cancha a sus músicos sobre el escenario, en especial a sus nuevos fichajes-estrella femeninos, la percusionista latina Sheila E. y la espectacular, y hoy olvidada, bailarina Cat Glover. La banda, en la que sólo se mantenía el teclista Dr. Fink de la época de The Revolution, suena muy compacta, aunque esa impresión debe mucho, creo, al ingente trabajo de posproducción realizado en Paisley Park. Sea como fuere, I could never take the place of your man o It´s gonna be a beautiful night son dos grande s momentos de un trabajo que muestra a Prince en su máximo esplendor como cantante, multiinstrumentista, showman e, incluso, cineasta. Buena música, el barroquismo propio del de Minneapolis, ritmo frenético y el recuerdo de una de las últimas épocas en la que lo más importante del negocio musical era la música. Ideal para fans del artista, por supuesto, pero también recomendable para quienes quieran hacerse una precisa composición de lugar de lo que fue la música en los 80, y por extensión de cómo los más importantes artistas negros asimilaban y ponían al día el legado de quienes les precedieron.