KUBRICK BY KUBRICK. 2020. 61´. Color.
Dirección: Gregory Monro; Guión: Gregory Monro; Dirección de fotografía: Radek Ladczuk; Montaje: Phillippe Baillon; Música: Vincent Théard; Dirección artística: Klementyna Margolis; Producción: Martin Laurent y Jeremy Zelnik, para ARTE-Telemark-Temps Noir (Francia-Polonia)
Intérpretes: Stanley Kubrick, Michel Ciment, Malcolm McDowell, Marisa Berenson, Christiane Kubrick, Sterling Hayden, Tom Cruise, Arthur C. Clarke, R. Lee Ermey, Leonard Rosenman, Jack Nicholson.
Sinopsis: Aproximación a la figura y la obra de Stanley Kubrick a partir de las escasas entrevistas que concedió en su vida.
El experimentado documentalista parisino Gregory Monro, que ya había realizado algunos trabajos sobre figuras legendarias de las cinematografías norteamericana y francesa, abordó en Kubrick by Kubrick no sólo a uno de los más grandes cineastas de la historia, sino también al más enigmático de todos ellos. Elaborar un documental sobre testimonios de un director que era particularmente reacio a conceder entrevistas es tarea hercúlea, pero Monro la afrontó con buen estilo y obtuvo unos resultados, a mi juicio, muy meritorios.
Dada la escasez de material, Gregory Monro hace un extenso uso de las entrevistas más significativas concedidas por Stanley Kubrick en su vida, la mayoría de las cuales tenían como interlocutor a Michel Ciment, un crítico francés que se ganó la confianza del director de Senderos de gloria después de la publicación de un monográfico en una revista especializada francesa a finales de los años 60. A partir de esas palabras, Monro estructura su película haciendo un muy interesante uso de imágenes de archivo, tanto de las películas de Kubrick, que desde luego ya hablan por sí mismas, como de los testimonios de algunos de los intérpretes que colaboraron en sus trabajos más recordados. Lo cierto es que las preguntas de Ciment, así como las formuladas en el resto de fragmentos utilizados, denotan un profundo conocimiento de la filmografía de Kubrick, por lo que el director, siempre en un tono reflexivo, no sólo tiene espacio para analizar sus películas, algo a lo que era particularmente reacio, sino a explicar cuáles eran sus motivaciones a la hora de escoger uno u otro proyecto para llevarlo a la gran pantalla. Por supuesto, hay espacio para que el propio interesado dé su versión acerca de su obsesivo perfeccionismo, que sacaba de quicio a muchos de sus colaboradores (y ahí está el testimonio de Leonard Rosenman para corroborarlo, o el de Malcolm McDowell recordando lo duro que fue para él el rodaje de La naranja mecánica… y lo mucho que mereció la pena), y también para que Kubrick analice algunas de sus proezas cinematográficas más importantes, como la iluminación natural de Barry Lyndon, que obligó a un gran esfuerzo a actores y técnicos pero en pantalla dio un resultado inmejorable, o la recreación en las afueras de Londres de la destrozada ciudad vietnamita de Hue para La chaqueta metálica, o del celebérrimo Hotel Overlook de El resplandor. Se estudian las constantes de una filmografía tan aparentemente dispar como la de Kubrick, como la visión negativa de la autoridad o el peso de las distintas formas de violencia que caracterizan a la especie humana, sobre la que el director deja una frase tan certera como desazonante: «Si crees que el ser humano es bondadoso por naturaleza, te llevarás una decepción».
Gregory Monro, que como ya se ha mencionado destaca en especial por el excelente uso del material de archivo, entre el que sobresalen algunos collages con fotogramas extraídos de las distintas obras de Kubrick, nos deja una película que gustará a todos los amantes del cine, cuya mayor carencia es la omisión de obras legendarias como Lolita, Atraco perfecto o Espartaco, a las que como mucho se hacen alusiones meramente superficiales. Creo que, a la hora de realizar un documental sobre Stanley Kubrick, Gregory Monro escogió el camino más difícil, pero salió más que airoso del intento. Siempre es bueno escuchar a un cineasta genial como el neoyorquino, siempre tan esquivo a salir a la luz pública, y Monro lo hace obteniendo un relato ágil, ameno y bien estructurado, con alicientes tanto para neófitos como para expertos, a partir de unas pocas cintas magnetofónicas y del empleo de algunas de las imágenes más memorables del séptimo arte. Por todo ello, Kubrick por Kubrick constituye un buen ejemplo de que, también en los documentales, casi siempre menos es más.