THE FINAL COUNTDOWN. 1980. 101´. Color.
Dirección: Don Taylor; Guión: David Ambrose, Gerry Davis, Thomas Hunter y Peter Powell; Dirección de fotografía: Victor J. Kemper; Montaje: Robert K. Lambert; Música: John Scott; Diseño de producción: Fernando Carrere; Producción: Peter Vincent Douglas, para Bryna Productions-Film Finance Corporation (EE.UU).
Intérpretes: Kirk Douglas (Capitán Yelland); Martin Sheen (Warren Lasky); Katharine Ross (Laurel Scott); James Farentino (Owens); Ron O´Neal (Thurman); Charles Durning (Senador Chapman); Victor Mohica (Nube negra); James C. Lawrence, Soon Teck-Oh, Joe Lowry, Alvin Ing, Lloyd Kaufman, Peter Douglas.
Sinopsis: Un portaaviones estadounidense, de maniobras por el Pacífico, se ve atrapado en una enorme tormenta. Después, todos los tripulantes se dan cuenta de que algo ha cambiado sobre la nave.
Realizador curtido en la televisión, medio en el que desarrolló algunos trabajos relevantes, Don Taylor tuvo una carrera discreta en la gran pantalla en la que sobresale El final de la cuenta atrás, film de ciencia-ficción que fue popular en su día y mantiene la condición de obra de culto para los amantes de ese género en su versión más clásica. El proyecto fue llevado a cabo por la productora propiedad del principal protagonista, Kirk Douglas, y Taylor asumió el encargo con su oficio característico.
Ya en una madurez que no se resignaba a la consideración de vieja gloria, Kirk Douglas, a través de su productora, Bryna, buscaba proyectos que le mantuvieran activo, vigente y en contacto con los gustos de las nuevas generaciones de espectadores. No siempre lo consiguió, pero con El final de la cuenta atrás esos objetivos quedaron más que cubiertos. El actor interpreta a un capitán de portaaviones que, durante una misión rutinaria, ve cómo su navío queda a merced de una súbita tormenta de origen desconocido, durante la cual él y toda su tripulación pierden la consciencia. Al despertar, el mar está tranquilo y todo parece normal, pero nada más lejos de una realidad que, para ellos, ha dado un giro radical durante su letargo. Poco a poco, el capitán, junto a uno de sus oficiales, experto conocedor de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, y un civil, empleado de una empresa al mando de un misterioso personaje que acompaña al barco en su travesía, descubrirán un hecho insólito: que la tormenta ha producido un viaje en el tiempo de cuatro décadas, que les ha trasladado a la víspera del ataque a la base de Pearl Harbour, perpetrado por las tropas japonesas en diciembre de 1941. Ante ellos se abre, pues, la disyuntiva de intervenir para alterar el curso de los acontecimientos, con los cambios en el presente que ello pueda acarrear, o permitir que el bombardeo nipón, que provocó la entrada de los Estados Unidos en el conflicto, se desarrolle como si ellos no estuvieran allí.
El final de la cuenta atrás es un film de ciencia-ficción a la antigua usanza, en el que no hay más efectos especiales que los relativos a la tormenta que provoca el salto temporal del portaaviones y de quienes viajan en él, los cuales están resueltos con eficacia. Taylor se muestra certero en las escenas aéreas, que son bastantes y ofrecen las dosis de espectacularidad que se esperan. Por lo demás, el director hace gala de su pericia de artesano aplicado, sin que señas de autoría ni tampoco nada que chirríe especialmente. Quizá al principio a la narración le cuesta arrancar, pero una vez producida la tormenta, el ritmo es muy ágil y Don Taylor consigue que el producto sea realmente entretenido. El guión parte de una premisa interesante y la desarrolla con acierto, consiguiendo que, además de ficción, también haya ciencia, aunque la brillantez en los diálogos surge sólo a cuentagotas. Victor J. Kemper, cuyos mejores trabajos se enmarcan en una perspectiva realista, hizo un punto y aparte en su trayectoria en esta película, en la que tanta importancia tiene lo que sucede en los cielos, luciendo su habitual estilo en las escenas que transcurren en el interior del barco. La música, de John Scott, se decanta por la épica para convertirse en una de las partituras más distinguidas de un compositor que pocas veces emergió de la serie B.
Kirk Douglas, cuya energía interpretativa y saber hacer no habían menguado con el tiempo, nos brinda aquí su registro más comedido, en la piel de un veterano militar que, pese a encontrarse ante una situación insólita, jamás pierde el control de lo que sucede bajo su responsabilidad. Douglas comparte protagonismo con un Martin Sheen ya recuperado del azaroso rodaje de Apocalypse now, que se muestra en buena forma a lomos de un personaje que se maneja bien entre la curiosidad y el asombro. La única presencia femenina en el reparto es la de Katharine Ross, buena actriz que nunca consiguió revivir los exitazos que marcaron su juventud, pero que siempre aporta encanto y buen hacer. James Farentino, que reapareció aquí en la gran pantalla después de muchos años consagrado a la televisión, cumple con solvencia, mientras que Charles Durning sigue su costumbre de engrandecer cualquier papel que se le otorgue.
El final de la cuenta atrás, dejando al margen las nostalgias, es una notable película de género, que aguanta bien el tipo y regala espectáculo y entretenimiento sin dejar de lado el desarrollo de personajes o la coherencia de la trama. No llega al estatus de clásico de la ciència-ficción, pero sí es un film muy interesante.