Después de un larguísimo paréntesis, provocado por mi creciente misantropía y mi deseo de llegar sano y salvo a la próxima pandemia, el pasado sábado me personé en el Teatre Sagarra de Santa Coloma de Gramenet para asistir a un espectáculo en directo, cosa que no hacía desde que hace casi tres años me acerqué hasta Fuengirola para ver la jornada estelar del festival Rock the Coast. Esta vez, el viaje fue mucho más corto, y el evento una obra teatral con mucha música en su interior. Los protagonistas, los miembros de la gaditana Compañía Torrotrón, es decir, Roberto Jaén, David Palomar, Riki Rivera y El Junco (no confundir con el cantante). El espectáculo estaba incluido en el festival Flamenc-On Santa Coloma, que en las postrimerías de los últimos inviernos se ha encargado de traer, con precios muy asequibles, a figuras del arte gitano-andaluz hasta el extrarradio barcelonés.
¿Qué pasaría si pasara?, que tal es el nombre del espectáculo, es una obra llena de ritmo, y también de compás, pues rezuma flamenco del bueno por los cuatro costados. El concepto es un recorrido, no exento de críticas pero sí de impostada solemnidad, por la historia del cante jondo, que tiene en la provincia de origen de los intérpretes uno de sus centros neurálgicos. Hablamos de un espectáculo vertiginoso, pero bien estructurado, en el que se unen el homenaje a los maestros, la guasa y las alusiones a temas de actualidad, dando margen para que cada uno de los miembros de la compañía disponga de tiempo y espacio para su lucimiento personal sin que ello suponga un deterioro del vigor de la obra. En ella, se habla de qué es el flamenco, pero, sobre todo, se muestra, a través del fantástico cante de David Palomar, del elegante y racial baile de El Junco, de la guitarra de Riki Rivera y de las percusiones de Roberto Jaén. No falta el cachondeo, tan terapéutico en estos tiempos, pero no todo es alegría: de hecho, uno de los mejores momentos del espectáculo fue, a mi juicio, una espléndida soleá interpretada con maestría por Palomar, un cantaor de mucha calidad y variados registros. Igualmente, en la invocación a los maestros fallecidos del flamenco (Chano Lobato, Juan Valderrama y el dúo Camarón-Paco de Lucía) la heterogénea audiencia pudo comprobar el profundo respeto que quienes estaban sobre el escenario guardan hacia sus maestros. En ¿Qué pasaría que pasara? se canta, se baila, se otorga a la guitarra el protagonismo que debe tener en el flamenco, se ríe bastantes veces, y el tiempo que dura la representación se pasa en un suspiro. Se trata de un espectáculo de alto nivel, que complacerá a los flamencos que no vivan anclados en lo ortodoxo, y que desde luego disfrutan los aficionados de a pie, por la gracia de los artistas, siempre tan apropiada para la divulgación, porque no hay el mínimo resquicio para el aburrimiento, y porque comedia y jondo casan de manera natural sobre el escenario. En la salida, escuché a algunos de los asistentes comentar que no es frecuente ver espectáculos de tan alto nivel a ese lado del Besós, No puedo estar más de acuerdo. La Compañía Torrotrón logra, con esta obra, que la suma de los muchos talentos individuales de sus componentes genere un número redondo. Recomendaría esta obra, aunque sólo fuera por el descojone que me produjo esa búsqueda del duende del flamenco que culmina con un psicotrópico encuentro con David El Gnomo, pero ¿Qué pasaría si pasara? es mucho más, y muy bueno.