THE HAUNTING. 1963. 112´. B/N.
Dirección: Robert Wise; Guión: Nelson Gidding, basado en la novela de Shirley Jackson The haunting of Hill House; Director de fotografía: Davis Boulton; Montaje: Ernest Walter; Música: Humphrey Searle; Diseño de producción: Elliot Scott; Decorados: John Jarvis; Producción: Robert Wise, para Argyle Enterprises (EE.UU.).
Intérpretes: Julie Harris (Eleanor Lance); Claire Bloom (Theodora); Richard Johnson (Dr. Markway); Russ Tamblyn (Luke Sanderson); Fay Compton (Sra. Sanderson); Rosalie Crutchley (Sra. Dudley); Lois Maxwell (Grace Markway); Valentine Dyall, Diane Clare, Ronald Adam.
Sinopsis: Un doctor interesado en los fenómenos paranormales acude a una casa en la que llevan sucediendo hechos extraños durante generaciones. Dos mujeres que han vivido experiencias sobrenaturales y el joven heredero del inmueble le acompañarán en su intento de documentar los acontecimientos parapsicológicos que espera se produzcan.
Con la confianza por las nubes por aquello de encontrarse en la etapa de mayor reconocimiento de toda su carrera, Robert Wise volvió al género terrorífico, que ya había frecuentado en sus primeros años como director, con La mansión encantada, una de las obras señeras de la subcategoría cinematográfica de películas sobre fenómenos paranormales en casas habitadas por fantasmas (de los de sábana blanca de toda la vida, no confundir con algún futbolista-empresario que chanchullea por ahí) y demás espíritus malignos. Lejos de la serie B que marcó sus inicios como realizador, Wise planteó The haunting como la gran producción que su estatus le permitía, y que el éxito de Psicosis hizo posible para un film de esas características. Su empeño tuvo éxito, pues consiguió una obra sólida y perdurable, objeto de diversas revisiones posteriores.
Wise tomó como base argumental una de las novelas más célebres de Shirley Jackson, que fue muy popular nada más ser publicada y era carne de adaptación para la gran pantalla. El referente más claro es Suspense!, la magistral versión cinematográfica que Jack Clayton hizo de Otra vuelta de tuerca, de Henry James. Ni la novela de Jackson ni el film de Wise alcanzan el nivel de sus predecesoras, pero esto no significa, ni por asomo, que nos encontremos ante un producto de segunda fila. Con unos pocos personajes de perfil variopinto, mucho dominio del oficio y una ubicación física que se convierte en la mayor protagonista de la historia, Robert Wise crea, sin apenas mostrar nada, una atmósfera inquietante que nunca sabemos si es producto de la tenebrosa historia de la casa o de la sugestión que ese pasado ejerce sobre sus moradores. Uno de ellos, el doctor Markway, ha acudido allí en su condición de científico interesado en desentrañar todos aquellos fenómenos que se escapan a la razón, porque cree que en esa casa encontrará las pruebas que acrediten la existencia de los sucesos paranormales. Markway contacta con diversas personas que han tenido experiencias de ese tipo, pero sólo acuden a su encuentro dos mujeres: Eleanor, que huye de una familia que la margina después de haberse dedicado a cuidar a su madre inválida, y Theodora, una elegante dama con poderes adivinatorios. Les acompaña Luke, un joven incrédulo, heredero de la casa, cuyo único interés en ella es venderla por la máxima cantidad posible. The haunting es la crónica del perverso influjo que la mansión provoca en sus habitantes, por un lado ávidos, salvo en el caso de Luke, de encontrarse con ese submundo parapsicológico que es la causa de su expedición, y por otro cada vez más aterrorizados conforme esos fenómenos van produciéndose.
Wise, que por algo fue montador antes de dar el salto a la dirección, hace un extensivo uso de los efectos de edición, no sólo de imagen sino también de sonido, para sugerir el poder oculto de la mansión y mostrar el miedo que va haciendo mella incluso en quienes más predispuestos estaban al encuentro con lo paranormal. Para ello el director emplea una puesta en escena más barroca de lo que acostumbra, con fulminantes barridos de cámara, primeros planos de los protagonistas en sus mayores momentos de zozobra y abundante utilización de planos picados y contrapicados para acentuar que la razón, e incluso la cordura, no tienen lugar en esa gigantesca construcción, llena de habitáculos misteriosos, inquietantes escaleras y largos pasillos, como mandan los cánones. El guión, sin ser espectacular, proporciona solidez a una trama siempre al borde de romper la suspensión de la incredulidad, equilibrio que Wise logra en parte gracias a que siempre mantiene el origen del miedo en un plano abstracto. La fotografía en blanco y negro es excelente, contribuyendo a otorgarle a la mansión ese aura de misterio que le es imprescindible. Esto queda muy a la vista en una de las mejores escenas de la película, aquella en la que Markway rescata a Eleanor de la inestable escalera helicoidal. En cambio, la música, de Humphrey Searle, hace acopio de los tópicos del género con cierta gracia, pero sin aportar un sello distintivo.
Robert Wise apostó por actores poco conocidos para encarnar a los personajes principales, e hizo bien, porque los intérpretes están muy bien escogidos. Se lleva la palma Julie Harris, actriz bastante desaprovechada en el cine que aquí alcanza una de sus cimas en la gran pantalla, en el papel de una mujer traumatizada y neurótica cuya relación con la casa va más allá de lo razonable. Otro nombre importante de la interpretación, Claire Bloom, se luce en un papel quizá menos complejo que el de su compañera, pero rico y muy bien desempeñado. Los protagonistas masculinos no están a la misma altura, aunque Richard Johnson aporta mucha solidez a un personaje que nunca pierde el equilibrio mental. Russ Tamblyn demuestra, en cambio, que todavía estaba muy tierno para codearse con primeros espadas de la interpretación. Espléndidamente inquietante Rosalie Crutchley, y muy eficaz Lois Maxwell, la eterna Moneypenny, en el papel de la primero incrédula, y después atrapada, esposa de Markway.
Creo que Robert Wise nunca dirigió una obra maestra, pero sí muchos films de un nivel notable, entre los que incluyo La mansión encantada, película de referencia en el terror clásico.