LUMIÈRE! L´AVENTURE COMMENCE. 2016. 90´. B/N.
Dirección: Thierry Frémaux; Guión: Thierry Frémaux; Montaje: Thomas Valette y Thierry Frémaux; Música: Camille Saint-Saëns; Producción: Thierry Frémaux y Bertrand Tavernier, para Sorties d´Usine Productions-CNC-Institut Lumière (Francia).
Intérpretes: Thierry Frémaux (Narrador); Auguste Lumière, Louis Lumière, Félicien Trewey, Antoine Lumière, Andrée Lumière, Marguerite Lumière, Rose Lumière, François Clerc, Benoit Duval, Loie Fuller, Ernestina Bossi, Leopoldo Fregoli, Madeleine Koehler, Alphonse Winckler.
Sinopsis: La obra de los hermanos Lumière, vista a través de más de un centenar de películas rodadas entre 1895 y 1905.
Thierry Frémaux, conocido por ser el máximo responsable del festival de Cannes, hizo acopio, para su debut en la dirección de largometrajes, de la sabiduría acumulada en el ejercicio de su otro cargo más importante, el de director del Instituto Lumière, haciendo una completa recopilación de las películas rodadas por los dos hermanos que inventaron el cinematógrafo y tanto hicieron por la felicidad de sus congéneres. Lumière! Comienza la aventura entusiasmó a la cinefilia, en especial a la más militante y tenaz a la hora de reivindicar a los clásicos en esta era en la que todo casi todo lo rodado en blanco y negro, y/o antes de 1960, parece cosa de individuos sesudos y retrógrados, entre los que, como es natural, me incluyo.
Yéndonos a lo esencial, es una gozada contemplar esas pequeñas películas con las que empezó el arte de la fotografía en movimiento, y además hacerlo con la calidad de imagen que aquí se nos ofrece, fruto de un valioso trabajo de restauración. Frémaux, que también se encarga de los comentarios en la versión original, agrupa más de un centenar de películas, todas ellas de 50 segundos de duración, rodadas por los hermanos Lumière entre 1895, un año que sólo por eso ya puede ser considerado magnífico, y 1905. Lo hace dividiéndolas en capítulos según su temática. No está de más recordar aquí, como lo hace el director, que la primera película de la historia, Salida de los obreros de la fábrica de Lumière en Lyon Monplaisir, es un documental que rinde tributo a la clase trabajadora, a ese pueblo llano que, desde entonces, tanto ha contribuido a que el cine haya seguido siendo el espectáculo de masas que quiso ser desde el principio. Frémaux, agudo y didáctico, nos recuerda que, con este film, los Lumière también inventaron el remake (lo rodaron varias veces, introduciendo pequeñas modificaciones para mejorar el conjunto) y, precisamente por eso, crearon también el cine de ficción, por cuanto las siguientes versiones de la película ya constituían una recreación dramatizada de la misma. En los más de 1400 films rodados por los Lumière caben todas las cosas importantes de la vida: el trabajo, la família, el juego, el arte… Los hermanos lioneses fueron los primeros cronistas cinematográficos de la vida cotidiana, pero no se quedaron ahí: a ellos se les debe también el pistoletazo de salida a la comedia (con El regador regado), o al musical, con sus filmaciones de bailarinas. Arte de artes, en la obra de los Lumière se percibe la influencia de pintores como Degas, Renoir o Turner, la asunción de los elementos esenciales de la fotografía con la intención de trascenderla, y el afán por mostrar las novedades arquitectónicas más modernas, como la Torre Eiffel, amén de otras películas que son reflejo del enorme interés que había en la época respecto al progreso técnico. Frémaux, que ejerce de didáctico maestro de ceremonias, se encarga de mostrar que los Lumière no fueron sólo unos esforzados documentalistas que rompieron todo tipo de barreras, sino que sus películas destacan por la perfección en los encuadres, que logró resultados tan espléndidos como los del celebérrimo film de la llegada del tren a la estación, obra que provocó el pánico de los espectadores la primera vez que fue proyectado en público, y su maravilloso don para la profundidad de campo, consecuencia del influjo pictórico en su concepción de cómo utilizar el cinematógrafo. La visión de Frémaux coincide con la de los homenajeados, que con frecuencia dedicaron su obra a reflejar el lado divertido de la vida, y por ello huye del tono solemne, llegando a ilustrar un film sobre los Cazadores de los Alpes, cuerpo militar francés creado en la segunda mitad del siglo XIX, con un jocoso comentario de Bertrand Tavernier, su mano derecha en el proyecto y cinéfilo entre los cinéfilos, respecto a que, viendo a esos soldados en acción, se entienden los motivos por los que Francia pierde todas las guerras. También hay alusiones a Edison cercanas al sarcasmo, otro gran invento de la Humanidad.
La visión empresarial de los Lumière les hizo llevar su invento a todas partes, rodeándose para ello de un grupo de operadores pioneros que, entre otras cosas, crearon la primera película deportiva de la historia (sobre un partido de fútbol jugado en Inglaterra), dieron forma a los primeros travellings, ofrecieron el más preciso retrato que se haya hecho sobre lo que significa el colonialismo, o lucieron su primigenio virtuosismo técnico en obras como el vertiginoso ascenso por la Torre Eiffel. El resto, ya lo saben, es historia de la buena. Por ello, quienes sabemos que el cine es una de las pocas cosas que dan sentido a la vida sólo podemos sentir una inmensa gratitud hacia los hermanos Lumière, que hago extensiva a Thierry Frémaux por presentarnos sus obras de un modo tan ilustrativo y, a la vez, ameno. Lumière! Comienza la aventura es unade esas películas que todo el mundo deberia tener, porque es algo así como el Génesis de la cinefilia, montado de manera excelente y con una calidad espléndida.