Ayer volví, después de varios años, al Jamboree, la sala de la Plaza Real en la que durante mucho tiempo me refugié de eso que llaman hastío. Sé que la gente guay estaba en el Sonar, y el bochorno y los guiris en todas partes, pero todo eso me daba igual porque no todos los días, ni los meses, llega a Barcelona un pianista de la talla de Jacky Terrasson, a quien recuerdo haber visto a principios de este siglo en Egara junto a una leyenda como Johnny Griffin. En este tiempo, la presencia del pianista francés (aunque nacido en Berlín) en el panorama jazzístico internacional ha sido algo guadianesca, si bien ha mantenido una rutina de lanzamientos discográficos espaciada pero potente. Ayer, Terrasson salió al escenario de la cava del Raval junto a dos músicos de gran nivel, Geraud Portal al contrabajo y Lukmil Pérez a la batería, que estuvieron a la altura esperada y, especialmente en el caso del percusionista, ofrecieron una actuación impresionante. El concierto se nutrió básicamente de archiconocidos estándares de la jazz como Caravan, My funny Valentine, Love for sale o Things ain´t what they used to be, en la que el pianista lució su sentido del blues, pero el talento de Jacky Terrasson como improvisador le da para mezclar con toda naturalidad estos clásicos imperecederos con piezas como el tema principal de Harry Potter, Don´t stop ´til get enough, Bésame mucho y hasta Que viva España, canción que siempre exalta a los provincianos de uno y otro lado del nacionalismo local. El estilo percusivo del pianista y su absoluto dominio del instrumento, junto a su extroversión interpretativa, su indiscutible don para lo lírico y la bien engrasada entente que forma con su actual trío, proporcionaron a la audiencia (muy entrada en años en su mayoría) variados momentos de disfrute, que fueron in crescendo a medida que avanzaba la actuación. Se vio a los músicos con alegría sobre el escenario, y eso, junto a la calidad de las interpretaciones, al final se contagia. En definitiva, un feliz retorno, muchos años y desgracias después, a un lugar importante para la buena música barcelonesa (que, por mucho que nos guste tirarnos el pisto, tampoco le gusta a demasiada gente) en el que uno ha visto y oído cosas maravillosas. Ojalá siga siendo así. Con músicos de la talla de Jacky Terrasson, todo será más fácil.
Un fragmento de lo que pudimos disfrutar: