ZAPPA. 2020. 128´. Color.
Dirección: Alex Winter; Guión: Alex Winter; Dirección de fotografía: Anghel Decca; Montaje: Mike J. Nichols; Música: John Frizzell. Canciones de Frank Zappa; Producción: John Frizzell, Alex Winter, Ahmet Zappa, Devorah DeVries, Glen Zipper y Jade Allen, para Trouper Productions- Zipper Bros Films-Great Point-Magnolia Pictures (EE. UU.).
Intérpretes: Frank Zappa, Gail Zappa, Ruth Underwood, Bunk Gardner, Ian Underwood, Pamela Des Barres, Mike Keneally, Steve Vai, Scott Thunes, Bruce Bickford, Ray White, David Harrington, Alice Cooper.
Sinopsis: Biografía del guitarrista y compositor Frank Zappa.
Con una amplia experiencia a ambos lados de la cámara, Alex Winter se ha especializado en los últimos tiempos en la realización de documentales. Después de dirigir Los niños de Hollywood, en el que abordaba un tema que conocía de primera mano, Winter regresó a uno de sus mundos más queridos, el de la música, con una película sobre la vida y obra de una de las personalidades más estimulantes que dio el muy distinguido panorama artístico estadounidense de la segunda mitad del siglo pasado: Frank Zappa. Genio autodidacta e individuo en cuyo diccionario jamás apareció la palabra diplomacia, el perfil del artista italoamericano da para muchas películas, y Alex Winter optó, con notable acierto, por ofrecer un film divulgativo y muy bien documentado que busca acercar la figura de este verdadero rebelde a las muy desorientadas nuevas generaciones. El resultado fue, a ojos de la mayoría de la crítica, su mejor largometraje hasta la fecha.
Antes, ahora y siempre, acercarse a Frank Zappa exige de quien lo hace no haber perdido la capacidad para el asombro, aunque sólo sea por el hecho de que, en plena época dorada del jazz, y con el rhythm & blues y el rock & roll asomando sus revolucionarias cabecitas, a un muchacho de Baltimore sin antecedentes musicales en la familia le surgiera la vocación escuchando a un compositor tan complejo como Edgar Varèse, coloca a este individuo casi en la categoría de los alienígenas. Si además esa vocación fuera desarrollada de forma autodidacta hasta dar lugar a uno de los catálogos musicales más extensos y ricos de las últimas décadas, lo que tenemos es un extraterrestre único en su especie. Alex Winter opta por la típica estructura cronológica, y documenta con brevedad la vida de Zappa hasta la adolescencia, pues lo más destacable de ella, a efectos prácticos, fueron la falta de apoyo que recibió de sus ancestros en relación a sus inquietudes musicales y el hecho de que el joven Frank creciera en una zona de prácticas militares, expuesta con frecuencia a sustancias tóxicas como el gas mostaza, lo que acarreó importantes problemas de salud en el muchacho y el posterior traslado de la familia al estado de California. Puede que de aquí surja el característico espíritu contestatario de Zappa, manifestado en el hecho de que su primera formación musical más o menos seria fuese interracial en una época en la que la segregación era todavía la norma. Con el triunfo de la contracultura, la psicodelia y el rechazo frontal de buena parte de la juventud estadounidense a la guerra de Vietnam, Zappa, al frente de su banda The Mothers of Invention, alcanzó sus mayores cotas de popularidad, aunque su estilo siempre fue ajeno a modas y huyó de los estándares comerciales, las listas de éxitos y demás imposiciones de una industria discográfica a la que jamás se plegó. Como es lógico, Alex Winter se extiende al ilustrar este período clave en la carrera de Frank Zappa y también en su vida personal, pues en esos años conoció a Gail, su segunda esposa, madre de sus cuatro hijos, con la que convivió durante el resto de su vida. Por si alguien se ha llevado a engaño con lo expuesto, aclaro, y el director del film también se encarga de hacerlo, que Framk Zappa era lo menos hippie del mundo, entre otras cosas por su rechazo frontal al consumo de estupefacientes, limitándose a ser un fumador compulsivo de tabaco.
Dado que Frank Zappa era capaz de decir en una sola intervención pública cosas mucho más imteresantes que la inmensa mayoría de los mortales en toda su vida, el director hace un uso extensivo de las entrevistas y declaraciones de archivo del compositor, que se suceden a lo largo y ancho del metraje y que, en conjunto, no tienen desperdicio. Eso sí, aunque la opinión de Zappa sobre las drogas me parece una de las más lúcidas que jamás haya oído, y que su incansable lucha contra toda forma de censura al arte diera lugar a momentos de ovación y vuelta al ruedo, como su declaración en el Senado, considero que, en un tramo significativo de la película, Winter prima en exceso a Zappa como personaje público en detrimento de un músico que publicó, por ejemplo en los años 70, algunos álbumes absolutamente imprescinidibles a los que se alude de pasada, o ni siquiera eso. Otro aspecto que se soslaya, creo que de forma interesada, es el afilado humor tan presente en los textos de Frank Zappa, muchos de ellos hoy en día incorrectísimos y que quizá Winter obvie pensando que iban a ser un factor que dificultara su propósito apologético y divulgativo. Me parece una visión mojigata, y creo que, si alguien que tanto luchó en defensa de la libertad de expresión, volviera a la vida y comprobara que los herederos de sus tendencias politicas son casi tan intolerantes y amigos de la censura como los tradicionales lementos reaccionarios, se llevaría una gran decepción. Porque, créanme, es una pena que piezas como Dancin´fool, He´s so gay o Bobby Brown goes down no hayan sido consideradas para el premio Nobel de litearatura. También juzgo mejorables las breves alusiones al Zappa cineasta, o la tendencia de Winter a acumular imágenes, como si quisiera alardear de la ingente documentación que hay detrás de su trabajo. Esto, a veces, da lugar a interesantes collages que creo que serían muy del gusto del biografiado, pero hay excesos innecesarios, en especial si tenemos en cuenta que la capacidad de retención de imágenes del ojo humano es limitada. Por lo demás, el trabajo de Winter, que también concede gran importancia a las declaraciones de Gail Zappa, la viuda del artista, es ágil, respetuoso y ofrece, esta vez sí, una amplia visión de la importancia de Frank Zappa como compositor de música contemporánea. Tampoco conviene dejar de valorar como hecho positivo que Alex Winter se centre en los trabajos discográficos publicados en vida de Zappa, dado que los álbumes editados después de su temprano fallecimiento son todavía más numerosos. Excesos el margen, el trabajo de montaje y la relevancia de Zappa como personaje y como músico hacen que las más de dos horas de metraje pasen volando, gracias también a los testimonios de gente importante en el mundo de la música que creció en el seno de sus distintas bandas, como Bunk Gardner, Steve Vai o, sobre todo, Ruth Underwood, cuyas últimas declaraciones son conmovedoras y hacen justicia a alguien a quien no le viene grande la palabra genio. Creo que esta película es una valiosa aportación no tanto para los viejos fans de Frank Zappa, que también, sino por su empeño, adornado con unas cualidades cinematográficas dignas de elogio, en poner de nuevo en primer plano a un compositor rico y brillante como pocos, a la par que compulsivo en el trabajo y digno de toda reivindicación.