Ante la avalancha electoral que se nos viene, abrazo con entusiasmo las filas del abstencionismo, convencido como estoy de que la derecha gobierna para los ricos, la izquierda para los vagos, y servidor no reúne los requisitos exigidos para pertenecer a cualquiera de estos dos grupos. Inmune como soy al supremacismo étnico con máscara democrática, eso que otros llaman nacionalismo, no queda nada en el espectro político que me haga sentir siquiera un mínimo atisbo de que me va a representar. Así pues, disfruten de las urnas y sigan creyendo que son algo más que los figurantes necesarios para la ceremonia.