AH FEY JING JUEN/DAYS OF BEING WILD. 1990. 96´. Color.
Dirección: Wong Kar-Wai; Guión: Wong Kar-Wai y Jeffrey Lau; Dirección de fotografía: Christopher Doyle; Montaje: Kit-Wai Lai y Patrick Tam; Música: Terry Chan; Diseño de producción: William Chang; Producción: Rover Tang, para In-Gear Film (Hong Kong).
Intérpretes: Leslie Cheung (Yuddy); Maggie Cheung (Su Li-Zhen); Andy Lau (Tide); Carina Lau (Leung Fung-Ying/Mimi); Tik-Wa Poon -Rebecca Pan- (Rebecca); Jacky Cheung (Zeb);Tony Leung (Chow Mo-Wan); Danilo Antunes, Mei-Mei Hung, Ling-Ling Hung, Tita Muñoz, Alicia Alonzo.
Sinopsis: Un joven, seductor y holgazán, que mantiene una complicada relación con su madre adoptiva, ex-prostituta, enamora a la tímida taquillera de un estadio.
Si bien su nombre hace años que no resuena en el panorama cinematográfico con la fuerza de entonces, conviene recordar que, a caballo entre siglos, Wong Kar-Wai fue, con toda probabilidad, el cineasta asiático más rutilante junto a Zhang Yimou. Tamaño prestigio se logró gracias a películas como Días salvajes, obra en la que el director nacido en Shanghai definió una forma de filmar muy personal, que años después cristalizó en la formidable Deseando amar, de la que la película que nos ocupa, que triunfó en Hong Kong y extendió su influjo a los más reconocidos certámenes celebrados en Asia, supone un claro precedente.
Este drama coral, en el que las vidas de distintos personajes, perdedores cada cual a su modo, se entrecruzan en los días y las noches de Hong Kong, posee el sello literario y estético de su autor, centrado en dotar de profundidad psicológica a los caracteres principales y en servir la propuesta con un envoltorio visual atractivo. Yuddy, el personaje con mayor presencia en pantalla, sería un equivalente, salvando las distancias geográficas y temporales, a los vitelloni fellinianos: de temperamento voluble y nula predisposición al esfuerzo, este joven utiliza sus dotes seductoras y su habilidad para la manipulación para aprovecharse de las mujeres. Lo vemos cuando corteja a Su Li-Zhen, rol recurrente en la filmografía de Wong Kar-Wai que aquí se nos presenta como una muchacha tímida y sensible que trabaja en la taquilla y el bar de un estadio de fútbol. Yuddy vence las inicales reticencias de ella, la seduce y, al poco tiempo, pierde el interés en su enésima conquista. Esta actitud es fruto de la conflictiva relación que el joven tiene con su madre adoptiva, una antigua prostituta, ahora madame de una casa de citas, con inclinación a excederse con el alcohol y que sistemáticamente se niega a revelarle a Yuddy el nombre de su madre biológica por miedo a perderle. Por los caminos de este heterodoxo triángulo se cruzan un policía nocturno que aspira a ser marino, Mimi, una bailarina de cabaret que se convierte en la nueva amante del protagonista, y el mejor amigo de Yuddy, enamorado en secreto de Mimi. Las idas y venidas de estos personajes, que tienen en común la soledad que sienten y el escaso ajuste entre sus expectativas y lo que la vida les ofrece, marcan el devenir de una película que, al principio, sufre las consecuencias de un estilo de narración fragmentaria, que en las primeras escenas llega incluso a inconexa. Muy pronto, las piezas comienzan a encajar, y es difícil no seguir con atención las peripecias de este sexteto de personajes a los que el azar une y separa, llevándoles en ocasiones a introducirse de lleno en el drama criminal. El tono es melancólico, como no puede ser de otra forma en una historia en la que los personajes no saben o no pueden conseguir lo que quieren.
Días salvajes tiene el sello del universo Wong Kar-Wai: drama agridulce, amores que no se materializan o que, cuando lo hacen, concluyen de manera insatisfactoria, estilo elegante, con virtuosos travellings como los que adornan el agrio encuentro entre las dos amantes de Yuddy en la casa de este, numerosas escenas bajo la lluvia, acordes al estado de ánimo de los personajes, mucha cámara lenta y una fotografía recargada y preciosista, en la que supuso la primera de las numerosas colaboraciones entre Wong Kar-Wai y el operador que supo dar entidad a sus imágenes, Christopher Doyle. Otro aspecto a resaltar es la importancia capital de la música, marcada por la omnipresencia de ese bolero inmortal que es Perfidia. En esencia, Días salvajes es también un bolero, con su melancólica belleza, su ritmo contagioso y su aura poética porque, como bien dice Joaquín Sabina, el amor da lugar a canciones y películas en su mayoría malas, y el desamor todo lo contrario. No me refiero sólo al aspecto romántico, pues no es otra cosa lo que hay entre Yuddy y Rebecca, su madre adoptiva, y el no-reencuentro entre el joven y su madre biológica no puede ser más frustrante. El drama de estos personajes, que además constituye el tema central de la filmografía de Wong Kar-Wai, es el absurdo, pero seguramente inevitable, empeño de los seres humanos en depositar en otras personas unas expectativas que ellas jamás podrán llegar a colmar. Aquí, este discurso se apoya en la brillantez de unos diálogos en los que es casi más importante lo que no dicen los personajes que conversan que aquellas palabras que sí escuchamos.
El malogrado Leslie Cheung brinda una interpretación convincente en un rol menos enérgico (a pesar de la muy bien coreografiada secuencia del tiroteo en el bar de la estación) que aquellos a los que nos tenía acostumbrados en muchas de sus anteriores películas vistas en Occidente. Su Yuddy es un eterno insatisfecho, y a la vez un ser de marcadas tendencias autodestructivas. Maggie Cheung, actriz fetiche de la época de esplendor de Wong Kar-Wai, se muestra asimismo certera en la piel de una mujer seducida y abandonada, que comprende a través de Yuddy, y de la frustración debida al rechazo que de él recibe, que su retraimiento es un buen mecanismo de defensa. A mi juicio, la mejor interpretación de todo el elenco es la que brinda Carina Lau, actriz asociada en su país a un cine más comercial que aquí se luce en un complejo rol dramático, el de una mujer alegre y enérgica, acostumbrada a sentir el deseo de los hombres, e interiormente insatisfecha. Andy Lau, una estrella en Hong Kong, exhibe solidez en la piel de un policía sensato y honesto, pero también soñador, mientras que Rebecca Pan aprovecha la buena mano del director con los personajes femeninos para brillar como madura ex-prostituta, y Jacky Cheung, sin llegar a desentonar, aporta la interpretación menos distinguida del sexteto. Tony Leung, actor asociado al mejor cine de Hong Kong, colabora aquí por primera vez con un cineasta al que su carrera posterior iría muy ligada.
Quizá a Wong Kar-Wai todavía le faltaba, ya que hablamos de su segundo largometraje, terminar de redondear su propuesta, pero en Días salvajes demostró poseer unos mimbres cinematográficos excelentes.