OUT WEST. 1918. 23´. B/N.
Dirección: Roscoe Fatty Arbuckle; Guión: Roscoe Fatty Arbuckle y Natalie Talmadge; Director de fotografía: George Peters; Montaje: Herbert Warren; Producción: Joseph M. Schenk, para Comique Film Company-Paramount Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Roscoe Fatty Arbuckle (Fatty); Buster Keaton (Sheriff); Al St. John (Wild Bill Hiccup); Alice Lake (Mujer del ejército de salvación); Joe Keaton (Empleado del tren); Ernie Morrison, Sr..
Sinopsis: Después de ser expulsado del tren en el que viajaba como polizón, Fatty llega a un pueblo del Oeste huyendo de los indios.
El primer cortometraje estrenado por Roscoe Fatty Arbuckle en 1918 sigue la línea de aquellos que acrecentaron su popularidad en los años inmediatamente anteriores. En El sheriff, el actor, guionista y director se alió de nuevo con sus habituales colaboradores para, en esta ocasión, urdir una parodia del western, género que ya por entonces despertaba el entusiasmo de las audiencias estadounidenses. El resultado es una película sin complicaciones, pero muy divertida, que alargó la buena racha del cómico.
El Sheriff se desarrolla en tres escenarios: al principio, Fatty juega al gato y al ratón con los empleados de un ferrocarril de mercancías, en el que el protagonista, un vagabundo, viaja a escondidas. Los ingeniosos métodos que el polizón utiliza para robar la comida y la bebida de los trabajadores no impìden que sea descubierto, lo que da pie a una frenética persecución sobre el techo de los vagones, que finaliza con el intruso perdido en mitad del desierto, donde sus penurias se extreman hasta el punto de sufrir alucinaciones a causa de la falta de agua. Saciado después de beberse un oasis entero, Fatty se encuentra con unos indios que practican el canibalismo y ven en el orondo pordiosero una garantía de comida para el invierno. Mientras, en el saloon del pueblo más cercano, el máximo representante de la ley utiliza el revólver contra quienes crean alborotos y hacen trampas en el juego, como por ejemplo la banda de Wild Bill Hiccup, que se entretiene provocando el caos en la localidad.
Roscoe Fatty Arbuckle agarra los rasgos típicos de los seriales del Oeste y los desmenuza a su estilo, pues no en vano él es uno de los grandes maestros del slapstick. Humor a raudales, en ocasiones primario y a veces más elaborado, persecuciones a todo ritmo servidas por medio de una edición sincopada y precisa, aderezada con la habitual exhibición de capacidad física de los protagonistas, trompazos por doquier, aunque dada la temática predominen unos disparos que raras veces provocan mayores daños que los de una perdigonada, y un villano insensible a los balazos pero no a las cosquillas. En mitad de ese estructurado caos, una escena llama la atención: cuando Fatty, acreditada su singular destreza con el revólver, consigue el empleo de barman en el saloon, algunos de los presentes se divierten haciendo bailar a tiros a un hombre negro, mientras los demás observan divertidos el espectáculo. Tiene que ser una mujer, voluntaria del Ejército de Salvación, la que se escandalice ante la crueldad de ese acto y lo detenga, recriminando su actitud a los clientes del local. Pocos años después de El nacimiento de una nación, queda claro que no todo Hollywood ensalzaba el racismo, por mucho que la visión que se ofrece de los indios no pase del estereotipo ridículo propio de la época. Predomina, eso sí, la diversión, en la que el desmadrado final tiene mucho que ver.
Roscoe Fatty Arbuckle recrea de nuevo al personaje que le hizo célebre, un tipo con recursos, mucho más ágil de lo que su aspecto haría pensar, divertido y seductor. A su lado brilla, una vez más, ese genio cómico que es Buster Keaton, capaz de beberse por los ojos el agua de fuego que sirven en el saloon, de ser jurado y verdugo a la manera de Roy Bean, y de dar salida a los cadáveres que su particular modo de administrar justicia va dejando, gracias a una ingeniosa trampilla colocada al efecto en el suelo del local. La sobreactuación de Al St. John es otro clásico en los films de Arbuckle, aquí como líder de una cuadrilla de forajidos cuyo talón de Aquiles son las cosquillas, solución que evita que la película corra el riesgo de convertirse en un western al uso. Alice Lake interpreta con solvencia a la dama que socorre al hombre negro humillado.
Divertido western cómico, que marcó la senda para la infinidad de parodias que ha tenido el género a lo largo de los años, El Sheriff es una nueva confirmación del talento de Roscoe Fatty Arbuckle, cuya labor en la dirección es también notable.