MOONSHINE. 1918. 23´. B/N.
Dirección: Roscoe Fatty Arbuckle; Guión: Roscoe Fatty Arbuckle; Director de fotografía: George Peters; Montaje: Herbert Warren; Producción: Joseph M. Schenk, para Comique Film Company-Paramount Pictures (EE.UU).
Intérpretes: Roscoe Fatty Arbuckle (Agente federal); Buster Keaton (Lugarteniente); Al St. John (Pretendiente contrabandista); Alice Lake (Hija del jefe de los contrabandistas); Charles Dudley (Jefe de los contrabandistas); Joe Bordeau.
Sinopsis: Fatty lidera una patrulla de agentes federales cuyo propósito es capturar a unos contrabandistas en su guarida.
Moonshine (bautizado en español como Fatty y las estrellas, título que no guarda relación con la trama y que sólo demuestra el superficial conocimiento del idioma inglés de quien lo acuñara) es un cortometraje dirigido y protagonizado por Roscoe Fatty Arbuckle que, al menos por estas tierras, se creyó perdido durante mucho tiempo. Prueba de ello es que, en las colecciones completas publicadas de los cortometrajes de Buster Keaton, que recopilan los trabajos que el genio realizó a las órdenes de su mentor Arbuckle, se incluye una versión de apenas 6 minutos de este film, con extractos de algunas escenas. Una versión de la película casi completa, que es la aquí reseñada, puede verse en Youtube, con los rótulos subtitulados en español y con una calidad de imagen bastante digna.
Quizá sea el azaroso tránsito hacia la posteridad de esta obra el factor que explique que se hayan pasado por alto algunas de sus aportaciones, la mayor de las cuales es la de tratarse de un ejercicio metacinematográfico en el que la cuarta pared no es que se rompa, sino que se convierte en un motivo más de burla. Esta manera de narrar todavía hoy se considera moderna, pero Moonshine atestigua que Roscoe Fatty Arbuckle ya la había llevado al cine en 1918, cuando nuestros bisabuelos tenían edad para ir a ver sus películas. En esta ocasión, y he aquí otra novedad, Fatty es un agente de la ley, una especie de precedente patoso de Eliot Ness que lidera un organismo federal encargado de combatir a las bandas de contrabandistas de licores. En esto, Arbuckle se anticipó también a su tiempo, pero menos, por cuanto la Ley Seca, el pasaporte hacia la riqueza de quienes traficaban con bebidas alcohólicas, fue promulgada un año después del estreno de la película. El film se inicia cuando el protagonista, seguido por su leal lugarteniente, se dispone a asaltar la guarida de unos contrabandistas situada en mitad de un bosque. Aquí tiene lugar el primer gag memorable: cuando Fatty conmina a su ayudante a avisar a los refuerzos, del automóvil que les ha traído a ambos hasta allí salen, uno por uno, aproximadamente cincuenta hombres armados. Pero, más allá de la diversión conseguida a fuerza de repetir los recursos del slapstick, lo llamativo de Moonshine es la escena en la que Alice, la hija del jefe de los contrabandistas, rechaza de manera harto violenta a su pesado pretendiente, también miembro de la banda. Las maneras de la joven indignan a su padre, que la reprende de manera todavía más violenta, lo que provoca la intervención del agente de la ley… no para reprender al progenitor, sino a la hija desobediente, que acaba arrojada al río. Como quiera que la muchacha sale de allí rendida de amor ante el desconocido que acaba de someterla a un baño no previsto, Fatty reacciona a la perplejidad del padre con el siguiente comentario: «Esto es una película de dos rollos, y no tenemos tiempo para añadir escenas de amor preliminares». No es que se esté rompiendo la cuarta pared; es que intérpretes y público se están choteando de ella. La delirante ocurrencia tiene otro episodio cuando el lugarteniente regresa al primer plano, después de que su ropa haya sido lavada, tendida y secada en el río, todo ello con él dentro: en plena preparación del asalto a la guarida de los delincuentes, Fatty pregunta a su ayudante por el paradero de esa legión de hombres que les secundaba. He aquí la respuesta: «Son extras y están en su hora del almuerzo, que es lo mismo que iba a hacer yo también». Para completar el trabajo más inspirado de Roscoe Fatty Arbuckle que uno haya visto hasta la fecha, hay un gag de una casa que salta por los aires con el protagonista dentro, y que se reconstruye (con la película yendo hacia atrás) de forma milagrosa, y un final en el que la burla es precisamente hacia los finales felices: una vez desarticulada la banda de contrabandistas, su jefe le dice al agente del orden que merece desposar a su hija, pero este recuerda que ya está casado y cede los honores a su ayudante. No hay que ser un lince para saber que Buster Keaton está detrás de algunas de estas perlas pero, al César lo que es del César, es Roscoe Fatty Arbuckle el responsable máximo de esta sucesión de maravillas que acontecen en poco más de veinte minutos, en los que también hay tiempo para un homenaje explícito a El conde de Montecristo.
En Moonshine, Fatty realiza una lograda parodia del tipo duro que acostumbra a protagonizar esta clase de películas, lo que también sitúa a esta obra en una esfera distinta de otras muchas que llevan su firma. También en el plano interpretativo, la cesión de protagonismo a Keaton, en la que ya era la novena colaboración entre ambos, es palpable, y Buster no desaprovecha el gesto de su amigo y mentor, dejando su sello de cómico del más alto nivel. Al St. John retoma su papel de pretendiente despechado con escaso espíritu deportivo, y Alice Lake, que se lesionó en el rodaje después de un incidente con un caballo, se presta con entusiasmo a ese caos que la rodea. Buena labor de Charles Dudley, miembro más ocasional de la troupe de Arbuckle, como jefe de los contrabandistas.
Moonshine es una comedia deliciosa, en la que brilla lo mejor del ingenio de sus artífices. Con la de chorradas que llega a haber en Youtube, recomiendo dedicar veinte minutos a ver esta joya, porque en otro lugar, al menos que uno sepa, es imposible hacerlo.