A-HA: THE MOVIE. 2021. 108´. Color.
Dirección: Thomas Robsahm y Aslaug Holm; Guión: Thomas Robsahm; Dirección de fotografía: Aslaug Holm; Montaje: Hilde Bjornstad; Música: Canciones de A-Ha; Producción: Thomas Robsahm, Yngve Saether y Tore Buvarp, para Motlys-Fenris Films-Kinescope Film-Neue Impuls Film-Amarcord-NRK-ZDF (Noruega-Alemania).
Intérpretes: Magne Furuholmen, Morten Harket, Pal Waaktaar-Savoy, Andy Whittle, Sebastian Pitzer, Heidi Rydjord, Jan Omdahl, Lauren Savoy, John Ratcliff, Terry Slater, Alan Tarney, Jeff Ayeroff, Lars Horntveth, Just Loomis, Steve Barron, Inez Andersson, Harald Wiik.
Sinopsis: Biografía de A-ha, el primer grupo pop noruego en triunfar fuera de su país.
Más conocido por sus trabajos como productor, Thomas Robsahm ya había dirigido distintas obras cinematográficas y televisivas antes de firmar su primera película conocida más allá de los límites de la Península Escandinava; la biografía filmada de A-ha, la primera banda noruega de pop que consiguió éxito internacional. El film, codirigido por Aslaug Holm, una de las cineastas en auge del país nórdico, repasa la trayectoria de un grupo que vivió su etapa de mayor popularidad en la década de los 80, y que continúa oficialmente en activo a día de hoy. La película obtuvo buenas críticas, aunque tampoco despertara grandes entusiasmos.
Este documental es fiel a los cánones del género: repaso cronológico a la trayectoria musical de los biografiados, elaborado con imágenes de archivo y declaraciones de los miembros del grupo, además de los testimonios de quienes forman o han formado parte de su día a día. Todo ello presentado por los directores de un modo muy académico: solvente, pero escaso de garra, en consonancia con la música de una banda de la que nunca fui fan y que, vista hoy, deja la impresión de estar formada por tres personas incapaces de disfrutar de los numerosos privilegios de los todavía hoy siguen gozando. El principal problema de este film son sus protagonistas: las vidas de los músicos suelen ser muy interesantes, y los miembros del gremio acostumbran a tener bastante gracia explicándolas. Pues bien: aquí hay poco de lo primero, y todavía menos de lo segundo. Definir a los tres integrantes de A-ha como sosos e infelices se ajusta bastante a la realidad, pues en la película parecen obsesionados en centrarse en los aspectos negativos de unas existencias que miles de millones de personas querrían para sí mismas. Su historia es la de muchos otros conjuntos, la de unos adolescentes apasionados por la música, sin demasiado pedigrí artístico y que sueñan con llevar sus composiciones a lo más alto. Quizá la mayor peculiaridad de A-ha sea su lugar de procedencia, pues Noruega no había sido capaz de fabricar un solo grupo musical de éxito más allá de sus fronteras. Por eso, la banda se marchó a Londres, el epicentro de la Europa musical, para estar donde uno debía estar si quería triunfar en la música. El primer viaje fue un paso en falso, con privaciones y un poco memorable retorno a Noruega, pero lo cierto es que el grupo lo tuvo bastante fácil en su regreso a la capital británica: no tardó en conseguir un contrato discográfico y, su primer single, en su tercer lanzamiento y gracias a un videoclip icónico, se convirtió en uno de los mayores éxitos del pop hasta la fecha. ¿Quién no ha escuchado docenas de veces Take on me? Quizá se halle aquí la maldición del grupo, porque empezar tu carrera en la cima te lleva casi siempre a no regresar jamás allí, que fue lo que, en efecto, le sucedió al trío noruego. En la película hay Take on me por arrobas, en las palabras y en distintas versiones registradas en casi todas las etapas de la vida del grupo. Hay mucho más, pero nada se entiende sin el influjo de este hit planetario, típico de la era del synth-pop y la MTV. A-ha lo tenían todo: un cantante con muy buena voz que tenía a la audiencia femenina comiendo de la palma de su mano, el arquitecto musical del proyecto y un talento en la sombra. ¿Cuál es el problema? Que al menos dos de los miembros del grupo se sentían muy incómodos con sus papeles, y que a ninguno de los tres les complacía el tipo de reconocimiento obtenido con un álbum que, aupado por el terremoto que provocó su gran éxito, vendió once millones de copias en todo el mundo. Sucede que en esta historia no hay sexo, drogas y rock & roll, sino tres plañideras noruegas explicando unas miserias que sólo pueden despertar sonrisas irónicas en cualquiera que tenga una existencia común. Pocas veces una lucha de egos, vista en pantalla, ha sido tan insípida. Navegar entre la búsqueda infructuosa de otro Take on me y los deseos de gozar del reconocimiento de los melómanos y la prensa musical seria no debe de ser fácil, y la película es un poco la crónica de ese fracaso. Lo curioso es que el mayor riesgo que corrieron estos tres músicos, el de perder absolutamente la cabeza después de convertirse en ricos y famosos de un día para otro, lo sortearon bastante bien. Quizá les ayudara mucho a esto su sosería natural, y por eso son una de las mayores influencias de Coldplay. Elucubraciones al margen, A-ha fueron un one hit wonder en los Estados Unidos, pero mantuvieron unos niveles altos de popularidad y ventas en otros países hasta que las rencillas internas y los cambios en los gustos de las audiencias mayoritarias les dejaron en un segundo plano en el que se mantienen desde entonces. En España, A-ha fueron, en su momento de mayor éxito, un grupo de portada del Super Pop y fotografías en las carpetas de las quinceañeras, lo que por sí solo garantiza que jamás tendrás prestigio. Creo que ellos, y es de alabar que lo reconozcan, se plegaron demasiado a esa imagen como para poder quejarse de sus efectos… aunque también terminen por hacerlo. Ojo: A-ha han sido capaces de crear buena música, aunque tampoco han salido de ellos canciones realmente impresionantes. Sí son una banda más que solvente en directo, y justo es reconocerlo. No obstante, el film deja un poso amargo, porque está claro que, estando A-ha de por medio, la diversión está en otra parte.
Robsahm y Holm articulan la historia de un modo coherente, ofreciendo una completa panorámica de la carrera del grupo. De los testimonios ajenos, me quedo con las aportaciones de John Ratcliff, Alan Tarney y, sobre todo, con las de las parejas y ex-parejas de los músicos, una de las cuales confiesa que lo que deberían hacer Morten, Pal y Magne es ir al psicólogo, vista su manifiesta incapacidad para disfrutar de todo lo que han conseguido en la vida. Aquí reside la clave de un film cuyo montaje, también muy académico, es acertado, y en el que el protagonismo entre los tres miembros de la banda está muy repartido. No tengo claro que la película encandile a los fans del grupo, dada la amargura que desprende, pero sí constituye un documento interesante para que los aficionados a la música descubran aspectos que muchos de los del gremio se abstienen de airear en público. La biografía musical de A-ha saca casi todo lo que se puede, lo cual es mérito de los directores. Quizá su acercamiento hubiera podido ser menos frío, pero el trabajo de Thomas Robsahm y Aslaug Holm es más que digno.