MYSTERIOUS ISLAND. 1961. 99´. Color.
Dirección: Cy Endfield; Guión: John Prebble, Daniel Ullman y Crane Wilbur, basado en la novela de Jules Verne; Dirección de fotografía: Wilkie Cooper; Montaje: Frederick Wilson; Música: Bernard Herrmann; Dirección artística: Bill Andrews; Efectos especiales: Ray Harryhausen; Producción: Charles H. Schneer, para Ameran Films-Columbia Pictures (Reino Unido).
Intérpretes: Michael Craig (Capitán Cyrus Harding); Joan Greenwood (Lady Mary Fairchild); Michael Callan (Herbert); Gary Merrill (Gideon Spilitt); Herbert Lom (Capitán Nemo); Beth Rogan (Elena Fairchild); Percy Herbert (Sargento Pencroft); Dan Jackson (Neb).
Sinopsis: Durante la Guerra Civil de los Estados Unidos, un grupo de prisioneros unionistas huye en un globo. Arrastrados por la tormenta, van a parar a una isla remota.
Una vez establecido en las Islas Británicas, Cy Endfield continuó acreditando ser el cineasta todoterreno que, bajo distintos seudónimos, empezó a abrirse camino en su país natal, Estados Unidos, durante la posguerra. La etapa inglesa del director resultó ser desigual en lo artístico, pero más rentable en lo económico que la precedente. Prueba de ello es la adaptación cinematográfica de una de las mejores novelas de Jules Verne, La isla misteriosa, que había sido llevada al cine en anteriores ocasiones sin demasiado éxito, y atrajo la atención de Charles H. Schneer, especialista en cine fantástico que, desde hacía varios años, mantenía una provechosa colaboración con el maestro de los efectos especiales Ray Harryhausen. Endfield se encargó de un rodaje que, en buena parte, tuvo lugar en España, en concreto en las playas de la Costa Brava y el litoral alicantino. La película tuvo una buena recepción comercial, aunque su calidad y los beneficios que proporcionó la sitúan por detrás de otras adaptaciones más populares de novelas de Verne rodadas, con bastantes más medios, pocos años atrás, como 20.000 leguas de viaje submarino o La vuelta al mundo en 80 días.
Tengo que decir que, durante mi infancia y mi primera adolescencia, fui un ávido lector de las novelas de Jules Verne, cuyo influjo hizo crecer en mi el gusto por la lectura. De esos libros, uno de mis favoritos es La isla misteriosa, historia siempre asociada, desde su misma concepción por parte del escritor francés, a otras dos novelas más célebres como 20.000 leguas de viaje submarino y Los hijos del capitán Grant. Por todo ello, cualquier adaptación de este libro despierta mi interés, aunque, como suele ocurrir, el guión de la aquí reseñada es una versión muy libre de la novela, en la que se elimina al importante personaje que es Ayrton y, en cambio, se incorpora una presencia femenina inexistente en la obra original. En cuanto a la estructura, el libreto escrito por un inglés, John Prebble, y dos prolíficos guionistas estadounidenses, Daniel Ullman y Crane Wilbur, se muestra algo más respetuoso con la novela. El prólogo nos traslada a una prisión confederada en plena Guerra de Secesión. Allí cumplen condena diversos soldados yanquis, siendo el de mayor rango el capitán del Cuerpo de Ingenieros Cyrus Harding. El grupo planea utilizar un globo aerostático situado en las inmediaciones de la cárcel para fugarse, y lo consigue en mitad de una terrible tormenta, llevando consigo un rehén del Ejército sudista, el sargento Pencroft, a quien perdonan la vida por su capacidad para controlar una aeronave que, a causa del temporal, surca los cielos sin rumbo fijo. Con las provisiones agotadas, la heterogénea tripulación consigue llegar sana y salva al océano, aterrizando a escasos metros de una isla para ellos desconocida. Durante el amerizaje, el capitán desaparece, por lo que sus compañeros creen que ha fallecido en el intento, pero poco después le encuentran, sano y salvo, en las inmediaciones de la costa, sin que el propio oficial sepa explicar cómo ha llegado hasta allí.
Entre los defectos de la película, cabe nombrar que, desde el prólogo narrado hasta el tercio final, el ritmo no es excesivamente fluido, al margen de que el romance entre la joven aristócrata Elena, llegada a la isla en un bote salvavidas junto a su tía Mary, y el oficial más joven es más bien un lastre para el desarrollo narrativo de la historia. En la labor de Harryhausen, que siempre fue capaz de hacer milagros visuales con muy pocos medios, también hay luces y sombras porque, mientras que las escenas del cangrejo gigante y el panal de abejas sí pueden considerarse un logro técnico, la del enfrentamiento con el pollo de gran tamaño es directamente risible, lo cual empaña el aspecto formal de la película. Endfield se muestra solvente en las escenas de acción, ya desde la recreación de la fuga al inicio y hasta la erupción volcánica que constituye el clímax, pasando con la escaramuza con los piratas, que es tratada muy de soslayo en relación a la importancia que tiene en el libro, pero le falta imprimir un mayor vigor a las secuencias más puramente narrativas. El recurso de la presencia femenina no acaba de funcionar, y no es hasta que aparece en escena el capitán Nemo, seguramente el personaje más carismático de los creados por Jules Verne, cuando la película recupera el empuje de su arranque. La fotografía, de Wilkie Cooper, aprovecha con eficacia la luminosidad de unas playas mediterráneas por entonces mucho menos explotadas que en la actualidad (según la historia, el grupo va a parar a una isla remota del Pacífico Sur, pero la Costa Brava de entonces da el pego), aunque el punto fuerte del film es la espléndida banda sonora de Bernard Herrmann, en la que fue su segunda colaboración con el binomio Schneer-Harryhausen. Es la música del maestro neoyorquino la que le da a la película el aura de superproducción que quizá estuviera en la mente de sus creadores, pero no vemos en la pantalla.
En cuanto al reparto, impera la corrección. Michael Craig, el protagonista, es un actor cuyo trabajo no me apasiona especialmente, pero cumple bien como militar de la vieja escuela, capaz de liderar un grupo por carisma, además de por rango. Joan Greenwood, notable actriz a la que no era ajeno el cine de aventuras, está a su nivel habitual, y eso a pesar de que su personaje no pinta mucho en la trama. La interpretación del inexperto Michael Callan, en el papel del joven y enamoradizo soldado Herbert, me parece floja, bastante inferior a las de sus compañeros Gary Merrill, muy acertado en la piel del escéptico reportero Gideon Spilitt, y Percy Herbert, que da vida al extrovertido suboficial sureño Pencroft. Beth Rogan, en la que fue su penúltima aparición en la pantalla, aporta poco más que su presencia, sin igualar el solvente desempeño de Dan Jackson como el leal soldado Neb. Por último, destacar a Herbert Lom, un actor recordado sobre todo por sus papeles en la comedia, pero que supo brillar en otros terrenos. Aquí debe lidiar con el recuerdo de James Mason, que años atrás había sido un soberbio capitán Nemo, pero solventa el reto con brillantez.
La isla misteriosa no es, desde luego, una adaptación memorable, pero sí entretenida y con cualidades apreciables, que gustará sobre todo a los aficionados al cine fantástico clásico y a los lectores de Jules Verne.